Cuando ni el oro negro puede salvar tu situación, ¿qué otra cosa queda por hacer?¿Liquidar la empresa?¿Privatizarla?¿Hay cómo salvarla?
Por Carlos Alcalá
El viernes pasado, el Ejecutivo presentó el Decreto de Urgencia 013-2024 en el que se toman medidas con las cuales se tratará de salvar nuevamente a la petrolera estatal del abismo en el que se encuentra. La situación de la empresa es tan catastrófica que su endeudamiento supera 5 veces su valor, generando que la agencia Fitch Ratings la califique con un nivel crediticio de CCC+, es decir, que el riesgo de impago es alto.
El DU otorgó un apoyo financiero de 750 millones de dólares a la institución. Este “apoyo” no es más que un préstamo que se le ha hecho a Petroperú desde las arcas públicas y que, según el documento publicado en el diario El Peruano, la institución queda eximida de pagar, pues el accionista que debe hacerse cargo de esa deuda es el mismo Estado peruano que le ha prestado el dinero.
Esta capitalización, aunque necesaria para la reestructuración, no lo es todo. Como muchos especialistas comentan, sin un nuevo directorio y sin una ruta clara, Petroperú seguirá igual.
Poco antes del decreto
El último comité, liderado por Oliver Stark, renunció el martes de la semana pasada argumentando que era “inviable continuar con el encargo recibido” ante la incertidumbre generada por la presidenta Boluarte, quien no dejaba en claro qué haría ante la crisis a pesar del comunicado que sacaron días antes.
En dicho mensaje, se le daba al gobierno tres salidas. La primera era seguir inyectando capital sin mover un solo hilo en la empresa. La segunda era aceptar su liquidación o quiebra; y la tercera, la cual esperaban que el gobierno acepte, era optar por una fuerte inyección de patrimonio que sea acompañada de una reforma profunda con una implementación de acciones de eficiencia organizacional y buena gestión corporativa con el apoyo de una firma internacional experimentada.
Nexos conversó con Israel Lozano, subeditor de la sección Economía y Negocios del diario El Comercio, quien nos comentó que concuerda con la propuesta del directorio saliente. “La salida a la crisis, en mi opinión, debe ser la contratación de una empresa gestora, en términos técnicos PMO, que reorganice por completo la institución para que empiecen a ganar eficiencias y, con ello, empezar a cumplir con las deudas de la estatal”, declaró.
Parte de la iniciativa también incluye que en un futuro se le dé cabida a capital privado, tal y como se contempla en la ley 30130, la cual se aprobó para hacer la Refinería de Talara y que permite que haya hasta un 49 % de participación del sector privado.
Un problema más político que económico
Dina Boluarte ha dejado en claro que Petroperú no será privatizada por ningún motivo. La petrolera es un “recurso estratégico” para los políticos peruanos. En su administración se ven enfrentadas las posiciones pro privatización y pro estado empresario. Este choque no se da solo entre izquierda y derecha, sino que dentro de este último espectro también se encaran quienes la defienden por temas de nacionalismo, y quienes quieren estatizarla.
Bijou Chu, gerente de Desarrollo del Grupo Centenario, comenta que “una buena gobernanza corporativa te asegura una toma de decisiones adecuada pensando en el negocio y nada más que en el negocio, aislando cualquier ruido político, pero en una empresa pública esto está muy presente”. La naturaleza de Petroperú la hace dependiente del gobierno de turno, solo falta voltear a ver unos años al pasado cuando Pedro Castillo era jefe de Estado y designó a Hugo Chávez como gerente general de la empresa.
Su contratación, como varias en el gobierno del profesor, causó polémica, pues se reveló que Chávez llegó a Palacio de Gobierno el mismo día y hora que el empresario Samir Abudayeh, gerente general de la empresa Heaven Petroleum Operators que luego ganó una licitación de biodiesel B100 por 74 millones de dólares.
Una empresa privada tiene como objetivo primordial la rentabilidad; sin embargo, una empresa estatal, aparte de rentabilizar, busca el bienestar de la sociedad. “Una PMO puede ayudar a tomar acción inmediata y ejecutar medidas a mediano y corto plazo, pero lo más importante es que esto se dé sin intervención política. Mira al BCRP, es muy bien visto internacionalmente y funciona porque es independiente”, agrega Chu.
¿Por qué tiene que importar?
Lamentablemente, la realidad es que estamos lejos de que Petroperú sea una institución del Estado que no le deba pleitesía a un gobierno de 5 años (o menos como se ha vuelto costumbre). Para aquellos desinteresados en este tema o que aún piensan que la política no importa o no les afecta, pues existe una mala noticia, y es que deberían tener los ojos puestos en qué se hace para salvar a la petrolera nacional.
Esta vez se han inyectado 750 millones de dólares directamente del tesoro público. En moneda nacional, esto equivale aproximadamente a 2,828,486,250 soles. Esta cantidad de dinero supera al presupuesto del Ministerio de Cultura y el Ministerio de la Mujer combinados. Cabe señalar que, si es que no fue obvio, este no es el primer salvavidas que el Estado le lanza a Petroperú y nada asegura que será el último. “La mejor lección que da Petroperú es que no puede haber participación empresarial del Estado porque lo que se evidencia es que no ha habido una buena gestión”, dice Lozano.
¿Cuánta calidad de enseñanza de nuestros niños estamos apartando por mantener una empresa que no puede con su propio peso? ¿Cuántos enfermos estamos dejando morir por no abastecer correctamente al sistema de salud? ¿Cuánta seguridad y justicia estamos sacrificando por la esperanza de que algún día Petroperú genere crédito? Se trata del dinero y de una empresa de todos los peruanos; sin embargo, poniendo todo en una balanza, claramente hay cosas que pesan más.