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Carlos Novoa: “Ser periodista es estar en todos lados y, al mismo tiempo, en ningún lugar”

El manejo de la información sigue enfrentando diversos cambios, pero el propósito continúa firme. En el contexto del Día Internacional del Periodista, conversamos con Carlos Novoa, cronista internacional y docente de la U. de Lima, quien nos cuenta sobre el desafío de forjar una rama que demanda constante seguimiento.

Por: Alessa Basso y Stephano Jiménez

Carlos ha forjado una notable carrera en el periodismo, siendo testigo de diferentes acontecimientos que marcaron un antes y después en el mundo. Fue un giro inesperado lo que lo llevó a cubrir eventos globales en una época donde el registro escrito era la principal fuente de información sobre el mundo exterior.

Esta transición marcó el comienzo de una carrera que se ha caracterizado por su capacidad para adaptarse y su profundo interés en los temas internacionales. En el marco del Día Internacional del Periodista, que se conmemora cada 8 de setiembre, Novoa platica con nosotros sobre sus vivencias y experiencias en la profesión, además de ser testigo de un acontecimiento que marcó su etapa como periodista y que mantiene en la sangre incluso en la docencia.

¿Qué te motivó a dedicarte al periodismo y cómo fue el inicio de tu carrera?

Comencé mis prácticas en el diario El Comercio. Un año trabajé en deportes, luego me contrataron y en mis primeros tres años de carrera continué en esa misma área. Sin embargo, de manera inesperada, me asignaron al área internacional. Aunque fue una sorpresa, no me resultó del todo ajeno, ya que siempre había sido un lector interesado en temas internacionales. Esto ocurrió a principios de los 90, cuando no existían ni internet ni celulares. El periodismo tenía un rol clave: era prácticamente la única fuente de información sobre lo que sucedía en otros países.

En esa época, el periodismo escrito se enfocaba en crónicas y reportajes. Para mí, fue un proceso gradual descubrir un mundo fascinante, aprender a observar el mundo desde nuevas perspectivas. Pero también comprendí que conllevaba una gran responsabilidad: entender los conflictos y las problemáticas internacionales. Eso me obligó a estudiar mucho, y fue así como realmente comenzó mi carrera en el periodismo internacional.

A lo largo de tus 23 años en El Comercio, has cubierto diversos conflictos internacionales, incluyendo el conflicto de Plomo Fundido en Gaza en 2009. ¿Cuál ha sido la cobertura más desafiante y qué aprendizajes te dejó esa experiencia?

Tuve varias coberturas importantes como el conflicto con las FARC en Colombia, las huelgas cocaleras en Bolivia cuando Evo Morales era un dirigente sindical, y seguí de cerca numerosas elecciones en América Latina, incluyendo México, Argentina, Bolivia, Chile y Colombia. Al mismo tiempo, cubría a distancia lo que sucedía en Cuba, particularmente el final de la era de Fidel Castro.

Los 90 fueron años muy interesantes: había caído el Muro de Berlín, comenzaba el mundo unipolar, los primeros años tras el fin de la Guerra Fría. Sin embargo, mi enfoque principal fue el conflicto árabe-israelí, casi por curiosidad, pues desde que tengo memoria, ese conflicto siempre existió y me intrigaban mucho las noticias provenientes de allí. Pero en esos años, lo que faltaba era un análisis más profundo, no solo la información superficial.

Cuando llegué a la sección internacional, me tocó cubrir muchos de estos temas en un momento en que había esperanza. En 1993 se acababan de firmar los Acuerdos de Oslo, lo que prometía un proceso de paz que debía culminar en el año 2000. Así fue como comencé a involucrarme más, aprendiendo, asistiendo a congresos, leyendo todo lo que llegaba en aquella época. Llevo más de 30 años analizando este conflicto que lamentablemente continúa.

¿Cuál fue el mayor desafío que enfrentaste al reportar desde una zona de conflicto tan volátil y peligrosa como Gaza?

Mi primera visita a Israel fue en 2006 para un curso organizado por Histadrut, el sindicato de trabajadores de Israel. El programa, auspiciado por el gobierno israelí, reunió a periodistas internacionales, profesores y diplomáticos, y yo era el único peruano entre unos 25 participantes de América Latina. Aunque ya tenía una base sobre el conflicto, regresé de Israel con más preguntas que respuestas.

A finales de 2008, estalló la segunda guerra entre Hamas e Israel, conocida como la operación ‘Plomo Fundido’. Llegué a Israel el 1 de enero, justo antes del Shabat, por lo que no pude acreditarme como periodista hasta el domingo. Mientras tanto, recordé a un profesor argentino-israelí que vivía en un kibutz cerca de Gaza y fui a visitarlo el 2 de enero. Al llegar, justo cuando estaba a punto de abrazar a mi amigo, sonó una alarma. Mi amigo me llevó a un refugio donde escuché mi primera explosión. 

Quedé impactado. En solo dos horas, ya había escuchado varios bombardeos. Más tarde, desde una colina, vi un helicóptero israelí lanzar un misil que impactó en un edificio de Gaza. Pasé alrededor de 40 días en la zona y la intensidad de esos días hacía que no dimensionara plenamente lo que estaba sucediendo a mi alrededor.

En el contexto del Día Internacional del Periodista, ¿cómo crees que las experiencias en zonas de conflicto contribuyen a la comprensión global de los eventos internacionales?

Existen dos aspectos a considerar. Primero, los tiempos han cambiado; vivimos en una época en la que todo está globalizado y la información se transmite prácticamente en tiempo real. Segundo, es evidente que el periodismo está en crisis. Esta carrera, tal como la conocíamos, ha cambiado mucho, especialmente en la forma en que se ejerce.

En este contexto, el periodismo internacional sigue siendo fundamental porque nos permite entender, analizar y contextualizar los eventos que ocurren en otros países. Por eso creo que sigue siendo relevante, incluso si los medios de comunicación ya no lo priorizan como antes. Hoy en día, encontramos nuevas formas de cobertura y tecnologías que permiten a cualquiera capturar imágenes o videos y difundirlos. No obstante, lo que falta es el contexto y eso es clave para comprender realmente lo que está sucediendo. Es ahí donde el periodismo internacional juega un papel insustituible.

¿Cómo puede la educación en periodismo adaptarse a los cambios en la industria y preparar mejor a los futuros periodistas?

Estamos en una era de fake news y posverdad, donde lo que vende no es tanto la información en sí, sino el espectáculo que genera, lo que tiene una influencia considerable en la gente. En sociedades como la nuestra, en el que la mayoría de las personas no tiene acceso a una buena educación o a centros de estudio, los medios pueden ejercer una manipulación significativa. Eso se refleja en los resultados electorales que vemos en cada elección.

Por eso, siempre hacemos hincapié en que un periodista debe educarse constantemente y prepararse en diferentes ámbitos. La función del periodista es multifacética. A pesar de los avances tecnológicos, el periodismo sigue aprendiéndose en la calle. Tenemos que ver, salir y respirar lo que está pasando con la gente. Y, claro, hay que seguir viajando. Siempre habrá oportunidades de hacer periodismo, pero es esencial que los periodistas estén preparados y conscientes de la responsabilidad que tienen en la sociedad.

¿Cuál crees que es el papel más importante que desempeñan los periodistas en la sociedad actual?

Creo que hoy en día el periodista sabe que trabaja para un público que está en constante movimiento. Se debe a la gente y ese es el principal desafío. En los distintos cursos de periodismo o comunicación, los profesores hacemos hincapié en este tema: el comunicador debe estar preparado desde el inicio. Empezamos por comprender el país en el que se encuentra, en este caso, Perú, y entender quiénes somos los peruanos. Este entendimiento va más allá del periodismo. El periodista debe tener un conocimiento amplio y estar informado sobre diversos temas.

Mirando hacia atrás, ¿qué harías diferente en tu cobertura del conflicto en Gaza si tuvieras la oportunidad?

Siempre se puede mejorar y mi experiencia es un buen ejemplo de ello. Tuve el desafío de ser el primer periodista de El Comercio en utilizar herramientas tecnológicas para una cobertura grande. Fui el pionero en las primeras coberturas multimedia en su historia, lo cual fue muy complicado para mí en ese momento. Cuando me pidieron que participara, me informaron que debía reportar no solo para el diario, sino para todo el grupo. En 2009, no estaba del todo preparado para eso. Si tuviera que hacerlo hoy en día, sin duda enviaría imágenes de mejor calidad y aprovecharía más las herramientas tecnológicas disponibles.

¿Qué consejo le darías a los jóvenes periodistas que están por comenzar esta carrera?

Creo que siempre les digo dos cosas importantes. Uno, que hagan las cosas con pasión. El periodismo es una profesión en la que nunca te vas a aburrir. Tendrás que trabajar sábados, domingos, feriados, de día y de noche. Aunque no es una profesión que te haga rico, sí te brinda muchas satisfacciones. Ser periodista significa estar en todos lados y, al mismo tiempo, en ningún lugar en particular. 

Puedes estar un día en una chanchería en Villa El Salvador o en el lugar más humilde de la ciudad, y ese mismo día cubrir un evento en el Hotel Westin. El periodismo te lleva a lugares que la gente comúnmente no visita, y uno debe interpretar eso con habilidad. Por eso, mi segundo consejo es prepararse más allá de lo que te piden: entrena más, aprende más, y aprovecha las herramientas que están a tu disposición.

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