Hay casos en los que o eres muy joven e inexperto para gobernar, o muy viejo y senil como para guiar a un país entero. ¿Cuál es la edad idónea para ser mandatario?
Por Sebastián Maldonado y Carlos Alcalá
Tras el cuestionado desempeño del actual presidente de los Estados Unidos y candidato por el Partido Demócrata, Joe Biden, en el debate presidencial contra el exmandatario y candidato del Partido Republicano, Donald Trump, se puso en tela de juicio su lucidez mental y la capacidad de este de, en caso ganar, poder gobernar 4 años más. Si bien ambos candidatos tienen una edad avanzada, fue Biden quien dejó más dudas que certezas tras sus intervenciones balbuceantes y la falta de ilación de su discurso.
Pero en el mundo, y en nuestra región, hay presidentes de todas las generaciones. Desde millennials de entre 36 y 42 años, hasta baby boomers de entre 78 y 82. Todos criticados por muchos y apoyados por otros, pero ¿debería la edad ser realmente un factor a considerar al momento de votar o debe primar la preparación y las capacidades del candidato?
Un nuevo rugido
En contraparte con lo que sucede en Estados Unidos, países como Chile, Ecuador y El Salvador se han decantado por líderes millennials. Tal es el caso de Nayib Bukele. El presidente salvadoreño fue elegido en 2019 teniendo entonces 38 años y se transformó en uno de los presidentes más jóvenes no solo de su país, sino de Centroamérica.
Cuestionado por organismos internacionales de derechos humanos por su política de seguridad y esbozos de autocracia que ha demostrado a lo largo de su mandato, Bukele es hoy uno de los presidentes con una de las tasas de aprobación más altas en América Latina, derrumbando las críticas que recibió por su juventud al momento de asumir el cargo.
En el 2021, un joven Gabriel Boric de 35 años ganó las elecciones de Chile convirtiéndose en el presidente más joven de la historia del país del sur. A pesar de que había pasado 8 años como diputado, las críticas hacia su edad alegaban una supuesta inexperiencia y falta de trayectoria profesional como para gestionar la recuperación económica y conducir a los chilenos tras el estallido social.
La oposición fue mucho más dura al momento de cuestionar al presidente. Evelyn Matthei, alcaldesa de la comuna de Providencia y una de las voces más reconocidas de la derecha chilena, comentó que Boric y sus ministros eran “una tropa de jovencitos arrogantes” debido a su incapacidad para frenar el conflicto mapuche, la crisis migratoria en la frontera norte y la creciente inseguridad.
El caso de Daniel Noboa en Ecuador, si bien no se diferencia en los otros, ya que fue electo mediante sufragio, su gobierno solo cumple la función de completar el mandato interrumpido de Guillermo Lasso quien aplicó “la muerte cruzada”, disolviendo el parlamento y llamando a elecciones generales adelantadas.
Noboa, de 36 años, asumió la presidencia convirtiéndose en el presidente más joven de la historia ecuatoriana en medio de una crisis política y una agresiva lucha contra la narcodelincuencia que tomó las calles del vecino país a inicios de este año.
En lo que va de su gobierno, el presidente del vecino país ha tomado decisiones que le han valido el apoyo y las críticas de varios sectores. Algunas de las más importantes han sido la declaratoria de “conflicto armado interno” y el ingreso de tropas policiales y militares a la Embajada de México en Quito, hecho que terminó en una disputa con el presidente de ese país, Andrés Manuel López Obrador, quien acusó al joven mandatario de inexperto y mal asesorado.
Para el periodista y analista Carlos Paredes, la juventud no es necesariamente un sinónimo de inexperiencia. “Es algo muy relativo y cada caso hay que analizarlo por separado. Puede haber jóvenes de 35 años con la preparación y experiencia de vida que los hace sumamente capaces de gobernar, incluso más que alguien de 40 con menor bagaje que ellos”.
¿Es oportuno volver?
El expresidente Alberto Fujimori ha generado revuelo entre diversos periodistas y analistas en las últimas semanas tras haberse inscrito al partido liderado por su hija Keiko, Fuerza Popular, quien ha anunciado que será el candidato presidencial, con lo que volverá a la arena política nacional.
La polémica no solo surge con respecto a las violaciones de derechos humanos y casos de corrupción en las que se vio envuelto durante su decenio, sino que a esto se le suma los 85 años que carga a sus espaldas. Además, de ganar el 2026, asumiría las funciones con 88 años ya cumplidos.
Fujimori se ha mostrado activo en su recién estrenado canal en Youtube para, según él, desmitificar verdades fabricadas por sus enemigos. Para Paredes, “mal haría Fujimori en volver a tentar a la política cuando ha sido excarcelado por razones humanitarias y de salud. Además, hay un artículo en la Constitución que prohíbe que alguien con condena postule a la presidencia”.
Nuestro país y sus casos
El Perú también ha tenido en sus filas tanto a presidentes longevos como jóvenes. Alan García en su primer gobierno, asumió el poder con 35 años. En 2016, Pedro Pablo Kuczynski llegó a la presidencia con 77 años, siendo el gobernante que más edad ha tenido en nuestra historia republicana. Carlos Paredes recalca que el tema no va por cuestionar la edad del postulante, sino el estado físico y mental.
En otra orilla, Orazio Potestá, periodista y profesor de Comunicación Política, afirma que el foco del tema está en la educación. La formación educativa local es muy diferente a la de países europeos en donde los jóvenes son capacitados desde las aulas para ser líderes. Además, agrega que el Perú tiene un factor más en contra y es que es un país sumamente complejo y difícil de gobernar.
Como diría Sigmund Freud: “La madurez es la facultad de asumir responsabilidad y tomar decisiones realistas”. Puede que la edad sea un factor que determine la experiencia pero no certifica que la persona esté en la capacidad de ejecutar las acciones, difíciles o sencillas, que cada país necesita. La edad no hace al candidato en sí mismo, por el contrario, es solo un punto de los muchos a tomar en cuenta al momento de elegir. Al final, en los países democráticos, la responsabilidad y madurez de la que habla Freud debe primar, por sobre todo, en sus ciudadanos.