Dina Boluarte causó polémica en redes sociales esta semana tras hacerse pública una foto en la que vestía una polera de los Simpsons en la escala que realizó en París antes de continuar su viaje oficial a China. Por décadas, los políticos nos han acostumbrado a verlos vestir de manera formal, pero esto no siempre tiene que ser así y depende mucho de su estrategia.
Por Carlos Alcalá
En los hombres, un terno, el cabello bien peinado y una buena postura. En las mujeres, un vestido o un pantalón con una blusa, acompañado de un saco y el cabello bien arreglado. Esto es lo que la gente espera de la apariencia y el vestir de un político tradicional. La importancia de la imagen durante la campaña es tan importante como aquella que se proyecta una vez en el poder.
A la mayoría nos importa el lenguaje de nuestros políticos y la ropa es parte de ese lenguaje. Así como criticaríamos un mal discurso o un mal acto público, lo mismo hacemos cuando parte de ese lenguaje no verbal no calza con la idea de autoridad y poder que esperamos que se transmita, pero ¿qué pasa cuando un político rompe el protocolo? ¿Puede ser esto parte de una estrategia?
Entornos no formales
Los personajes políticos suelen moverse, la mayoría del tiempo, en actividades de agenda como visitas oficiales, reuniones con otras autoridades y ruedas de prensa, pero nadie los criticaría por hacer algo así. Sin embargo, muchos suelen optar por salir de su enternado papel para realizar o asistir a eventos fuera del protocolo.
Por ejemplo, en 2012, Boris Johnson era alcalde de Londres. La ciudad organizó los Juegos Olímpicos ese año y la oportunidad del burgomaestre capitalino de aumentar su popularidad en todo el país era única. Luego de que Reino Unido ganara sus primeras medallas de oro, Johnson se tiraría por una tirolina con dos banderitas británicas celebrando la victoria, quedando atorado a medio camino y dejando una imagen que quedó para el recuerdo. Siete años después, ese mismo político de cabellera desordenada se convertiría en nada menos que el primer ministro de Reino Unido.
Otro inglés que haría algo fuera de lo común al año siguiente fue el entonces primer ministro, David Cameron, quién apareció rodeado de la famosa banda británica One Direction para un videoclip benéfico que realizaron los muchachos.
Para la experta en comunicación política y posicionamiento de candidatos, Milagros Muñoz, estas acciones no protocolares responden, la mayoría de las veces, a una acción estratégica de los políticos. “En el mundo siempre se trabaja la marca del candidato. En Estados Unidos, Obama tenía una serie de características que eran constitutivas de su marca personal y no se salía de eso, pero parte eso era precisamente salirse del protocolo, ser cercano, activo y por eso en él se veía bien este tipo de acciones”, comenta.
Sin embargo, todo esto mal empleado puede desfavorecer totalmente a la imagen de una autoridad. Un claro ejemplo fue PPK en su gobierno cuando decidió hacer ejercicio con sus ministros en el patio de Palacio de Gobierno. “La crítica a PPK viene porque sus mensajes son disonantes. No es verosímil que un señor mayor se ponga a hacer ejercicios. Por otro lado, su mensaje de campaña era ‘Se acabó el recreo’ y cuando ya asumió el cargo no empezó con cosas serias, sino que realizó ese tipo de acciones”, declaró Muñoz.
Hace poco también se vio al Príncipe William acompañando a sus hijos, la Princesa Charlotte y el Príncipe George, a un concierto de Taylor Swift en Londres. Las postales no son solamente el reflejo de un momento feliz padre e hijos fuera de la sombra de la corona, sino que reconfortan la imagen de la familia real tras el trago amargo del anuncio del cáncer que padece la Princesa de Gales, Kate Middleton.
Des – enternados y otras maneras de vestirse
Como mencioné al principio, la ropa es parte del lenguaje no verbal que un político proyecta. Sin embargo, no siempre tienen que vestir formal. Tenemos el caso de Nayib Bukele en El Salvador. El recién reelegido presidente ya mostró durante su primer mandato que los sacos no son parte importante de su ropero.
En varias ocasiones, Bukele ha aparecido en conferencias de prensa con un gorro blanco al revés o con lentes de sol que le dan un estilo totalmente diferente al que se esperaría de alguien en su puesto. Incluso visitó el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), la llamada “megacárcel” de Bukele, vistiendo unos jeans y una polera azul. Pero esto no es raro si va a acorde a la imagen de político millenial que Bukele busca comunicar y que es usado a su vez como una fortaleza en su estrategia de posicionamiento. “Es totalmente verosímil que un presidente de su edad, que además tiene personalidad y que es irreverente use polera y jeans.”, agregó Muñoz.
Otros presidentes cercanos a su generación también han optado por dejar los ternos para realizar sus actividades oficiales. En Chile por ejemplo, Gabriel Boric también empezó a usar casaca y boinas para salir a visitar lugares en su país. En España, el presidente Pedro Sánchez se reunió con sus ministros en una finca en Quintos de Mora vistiendo una chompa, jeans y zapatillas.
El cabello y el poder
Hay un último detalle a tocar en los políticos y es la apariencia. Con barba o sin esta, canosos, calvos, etc, ha habido muchos así a lo largo de la historia y actualmente también, lo raro era encontrar políticos de cabello largo o cabello desordenado. Boris Johnson ha sido uno de ellos con su cabellera rubia siempre algo desalineada, incluso en su retrato oficial.
Pero hay uno que particularmente movió su imagen a partir del apodo de “Peluca”, el presidente argentino Javier Milei. “Si un candidato tiene un aspecto físico muy característico de su imagen personal cambiarlo sería algo absurdo. Los asesores de Milei no lo peinaron para que luzca así. Vieron que era algo aprovechable, que iba en juego con el posicionamiento que Milei quería obtener y lo aprovecharon”, comenta Muñoz.
El otro lado de la moneda es Claudia Sheinbaum. La presidenta electa de México era una mujer que gozaba de una cabellera afro la cual mostraba en su juventud. Pero, ahora en el camino a la presidencia de su país, esto ha cambiado. La ex gobernadora de Ciudad de México pasó a alisar su cabello justo para demostrar una imagen más ordenada y elegante, conceptos que por racismo no van de la mano con el estilo que tenía antes.
Está claro que la imagen de un político construye al personaje que este desea “vender” hacia los electores. Hasta la falta de un dedo puede comunicar mucho en la estrategia política que se desea realizar (Lula en Brasil). Para Muñoz, el estudio de la marca del candidato es sumamente importante, para que así no se muevan los hilos con acciones que solo llamen la atención sin ser concordantes con la persona misma. “Si yo sé qué soy y qué no soy, puedo darle un estilo a ese posicionamiento con el que quiero llegar a mis audiencias. Siempre hay que preguntarse cómo he venido siendo en el tiempo para así encontrar características reales que te hagan identificable ante los demás”.