En el marco del mes de la Cultura Afroperuana, exploramos cómo el cabello puede abanderar una lucha contra el racismo estructural en Perú. Josselyn Solano y Carolina Trelles nos acompañan en este recorrido lleno de recuerdos, aceptación y educación.
¿Por qué hablar del cabello cuando hablamos de discriminación? Históricamente, el cabello rizado y ‘afro’ ha sido estigmatizado y rechazado debido a factores sociales culturales y políticos ligados al racismo. Sin embargo, para diversas culturas, el rizo va más allá de una característica física, se convierte en un símbolo de identidad.
Durante mucho tiempo, el pelo alisado ha sido la norma aceptada y cualquier desviación ha sido vista como inaceptable, “desordenado” “sucio”, e incluso, “salvaje”. Sin embargo, en los últimos años con el apogeo de nuevas miradas y discursos, el cabello se ha convertido tanto en un símbolo de opresión, pero también, de libertad.
Batallas históricas
Perú se caracteriza por ser un país megadiverso culturalmente. En contraste, existe una brecha en cuanto a la integración y recepción de múltiples comunidades. Los esfuerzos en busca de la aceptación del cabello afro reflejan, en realidad, una batalla más amplia: el racismo.
El afro ha sido, desde sus inicios, una historia de lucha. Durante siglos, la población afrodescendiente se ha visto obligada a esconder una parte de su identidad. En la época de la esclavitud, los africanos eran obligados a cubrir su cabello o a alisarlo para parecer más aceptables a sus dueños. Con el tiempo, estas prácticas se internalizaron y continuaron incluso después de la abolición de la esclavitud.
Actualmente, y a nivel nacional, la discriminación ha sido particularmente aguda. Los datos estadísticos revelan la magnitud del problema: entre el 2012 y 2019, mientras el nivel de pobreza promedio a nivel nacional se reducía, los hogares afroperuanos precarios aumentaron del 21.1% al 26.4%. Estas cifras no se quedan como un problema social, sino que también tiene profundas repercusiones económicas, limitando las oportunidades y perpetuando la pobreza dentro de la comunidad afroperuana.
El cabello texturizado, para muchas afroperuanas, es una parte esencial de su identidad cultural. Aún así, debido al estigma, hay personas que prefieren encajar en los cánones de belleza occidentales, que en ocasiones, son la única vía para conseguir un mejor trabajo o simplemente un trato digno, sin importar el costo, el daño físico y las repercusiones psicológicas que esto pueda traer.
Ante esta situación surgen voces como las de Josselyn Solano y Carolina Trelles, quienes se han visto en la necesidad de compartir mensajes en redes sociales y, ahora en sus nuevos emprendimientos, para visibilizar las problemáticas relacionadas al cabello.
No por nada, “el cabello rizado es un símbolo político, porque va en contra de algo que se nos ha exigido durante mucho tiempo: ocultarlo”, expresa Josselyn.
Santuarios rizados de orgullo
Josselyn Solano, CEO de Prieta, y Carolina Trelles, fundadora de Rizos Peruanos, han sabido darle la vuelta al problema, transformando la discriminación y el estigma asociados con el cabello afro en una causa de empoderamiento y orgullo.
Fue hace aproximadamente 7 años que tanto Josselyn como Carolina emprendieron en este rubro. Pese a que las experiencias de ambas no fueron iguales, la motivación, sí lo fue: crear un espacio en el que todas las personas se sintieran cómodas, lindas y seguras con sus melenas, promoviendo la autoestima y la identidad cultural entre sus clientes. Al mismo tiempo, para Josselyn, también tienen una importante labor como centros de educación y concientización.
Durante mucho tiempo, Josselyn estuvo desorientada cuando se aventuró en cuidar su cabello y dejarlo “al natural”. “Encontré inspiración en referentes de otros países, y al ver que eso me funcionaba, decidí replicarlo acá”, comenta. Así, con la creación de Prieta, Josselyn pasó a ser una fuente de inspiración y referente para muchas personas rizadas en nuestro país.
Sus salones de belleza representan mucho más que simples lugares para tratamientos capilares; son refugios seguros y espacios de sanación para la comunidad afroperuana, llenando un vacío histórico en la atención especializada y respetuosa del cabello texturizado.
En el caso de Carolina, ella cuenta que desde pequeña fue víctima de comentarios hirientes sobre su cabello, lo que afectó su autoestima y percepción de belleza. “Me ponían miles de apodos desde el colegio, incluso hasta la propia familia“, recuerda.
Su caso no es particular, desde muy pequeñas, la comunidad afroperuana se ha visto expuesta a estos malos tratos. De acuerdo con diversos estudios, las niñas y niños afroperuanos han sentido burlas por parte de sus compañeros debido a su apariencia física. Inclusive, el Centro de Desarrollo Étnico (CEDET) registró que el 22.1% de las y los adolescentes afroperuanos encuestados han experimentado alguna forma de discriminación en la escuela debido a sus razgos físicos, inlcuido en estas, el cabello. Estas experiencias refuerzan la necesidad de estos espacios seguros.
Cuando Carolina Trelles puso en marcha su proyecto con la misión de enseñar y empoderar a las personas a aceptar y amar su cabello natural, fue su hija quien la motivó en el proceso. “Cuando me convertí en madre decidí que no iba a permitir que mi hija pase por lo mismo que yo pasé”, recuerda emotivamente.
Estas experiencias traumáticas no sólo marcan la infancia, sino que también influyen en la vida adulta. Para muchos, encontrar un lugar donde su cabello sea entendido y tratado con respeto es un alivio.
”A pesar de los malos tratos que recibí, yo siempre estuve enamorada de mi cabello. Por esa razón, cuando decidí que tenía que contribuir a cambiar la situación desde algún punto, decidí iniciar por ahí, por los rizos”, comenta Carolina entre sonrisas.
Las cuatro paredes se convierten en mucho más que un centro estético y spa, “siempre han habido peluquerías, pero lo que las hace diferentes es que se convierten en lugares necesarios para dejar atrá discriminación que han sufrido”, señala Josselyn Solano.
Es común para las personas con cabello rizado recibir malos tratos, atenciones pésimas y poco cuidado al momento de atenderse en un salón de belleza. Esto se debe a que principalmente no existe visibilización ni una buena capacitación acerca de las necesidades de la comunidad afrodescendiente.
“¿El cabello trabaja?”
“Me pedían que me peinara cuando ya estaba peinada”. Al llegar a la adultez, los comentarios hacia el cabello de Carolina obtuvieron más peso. Ahora, estos comentarios impactaban directamente contra su vida profesional y el ámbito laboral.
“Muchas veces tuve que plancharme el cabello en contra de mi voluntad”, cuenta. Las consecuencias de la discriminación y racismo son más que malas caras o palabras hirientes, se ven materializadas en diversos ámbitos que comprometen el desarrollo personal de miles de personas.
Las mujeres afroperuanas son las más expuestas a estas múltiples formas de discriminación tanto en el área educativa, laboral y de salud, según indica el informe CERD/C/PER/CO/18-21 del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD). Estas formas de violencia resultan más persistentes y severas en comparación con otros grupos poblacionales, agravando la exclusión y la vulnerabilidad.
Para varios, el cabello es solo un elemento estético; sin embargo, las exigencias sobre su apariencia en el ámbito laboral pueden tener consecuencias significativas. Según un informe publicado por la Universidad del Pacífico, llevar el cabello natural disminuye las posibilidades de contratación para las mujeres afrodescendientes dado que se considera “poco profesional” por los reclutadores.
Como nos cuenta la fundadora de Prieta, “durante muchos años mantuve mi cabello alisado debido a que trabajaba en áreas administrativas” Esta práctica común refleja la presión de conformarse con los estándares estéticos impuestos. “El ambiente corporativo no acepta fácilmente lo que no es común para ellos“, añade Josselyn, quien comenzó a sentir la discriminación cuando decidió dejar su cabello natural.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha documentado cómo los prejuicios y la intolerancia racial afectan a la población afroperuana en la vida pública y privada. Los resultados exponen que muchos afroperuanos no tienen acceso al mercado laboral, en parte debido a bajos niveles de educación formal, pero también por prejuicios que persisten incluso entre aquellos con altos niveles de educación. Estos prejuicios se manifiestan en actos de desprecio, mofa, prohibición o exclusión en centros laborales, vías públicas y medios de transporte.
Mientras tanto, algunos países han tomado medidas para combatir esta discriminación. En Estados Unidos, el acta firmada CROWN (por sus siglas en inglés “Crear un lugar de trabajo abierto y respetuoso para el cabello natural”) prohíbe la discriminación basada en el estilo y la textura del cabello en el ámbito laboral y educativo. Su promulgación se dio en 2020 y amplió consideraciones a la ley que protegía el afro desde la declaración de los Derechos Civiles en ese país.
En Perú, aunque no existen regulaciones específicas acerca del cabello, se han hecho esfuerzos para combatir esta problemática. En 2022 se promulgó un Decreto Supremo para la creación de la Política Nacional del Pueblo Afroperuano al 2030 (PNPA 2030). Esta política busca contribuir a la reducción de brechas en el acceso a servicios y mejorar la calidad de vidade más de 800 mil afrodescendientes.
La PNPA establece acciones para promover el ejercicio de los derechos económicos, sociales, políticos y culturales de la comunidad afroperuana, identificando 43 servicios públicos que serán brindados por 12 entidades estatales diferentes. Estas medidas son un paso importante hacia la igualdad y la inclusión, puesto que reconocen la importancia de valorar todas las identidades y apariencias en todos los aspectos de la vida de una población invisibilizada.
Un camino hacia la aceptación
“Desde muy pequeña acostumbré a mantener mi cabello lacio para integrarme al colegio y trabajo. Cuando empecé a llevar el cabello natural, fue un trayecto largo y complicado en el que definitivamente no te sientes bonita al principio porque te sientes diferente”, confiesa Josselyn.
La representatividad y la aceptación son claves en el proceso de sanar y aprender a quererse a uno mismo, especialmente para las personas afroperuanas que han enfrentado discriminación y estigmatización por su cabello a lo largo de su vida. Así lo demuestra la CEO de Prieta, quien manifestó que “el hecho de sentirme representada al encontrar referentes en toda latinoamérica me ayudó mucho a sobrellevar esta etapa”.
Los medios de comunicación han configurado y compactado las imágenes representativas de nuestra sociedad, promoviendo estándares de belleza que excluyen características afrodescendientes. Sin embargo, cada vez son más los espacios como los salones de belleza “Prieta” y “Rizos Peruanos”, que pueden servir para promover mensajes positivos y desestigmatizar el cabello afro.
“Debemos sentirnos orgullosos de representar parte de nuestra historia, fuerza y lucha. Es momento de aceptarnos y dejar de dañar y esconder nuestras melenas”, expresa Carolina Trelles. Al mismo tiempo, debemos recordar que la aceptación y el amor propio comienzan con la educación y concientización. “Es fundamental informarse, estudiar y preguntar”, complementa Josselyn.
No obstante, esta problemática no solo se combate a nivel personal, sino que también tiene un impacto social más amplio. Los espacios seguros y educativos no solo transforman cabellos, sino también vidas, cultivando un ambiente donde la aceptación y el respeto crecen. Estos esfuerzos son un paso importante hacia la igualdad y la inclusión, reconociendo la belleza y la fortaleza que siempre han estado presentes en la comunidad afroperuana.