Entre los trazos del pasado: descubriendo la historia del cómic

Foto: Paula Alpún
Foto: Paula Alpún

En el corazón palpitante de Bruselas, donde los cómics fluyen como el alma misma de la ciudad, el Museum of Original Figurines aguarda, listo para deslumbrar a los visitantes con una experiencia inigualable.

Por: Paula Alpún

En Bélgica, las historietas son mucho más que simples entretenimientos; son una parte intrínseca del tejido cultural de la ciudad. Aquí, en la tierra de Tintín y los Pitufos, estas icónicas creaciones se manifiestan en cada esquina, adornando las paredes, los exteriores de los edificios e incluso las vallas publicitarias.

El Museum of Original Figurines (MOOF) sirve como un punto culminante de esta rica tradición, atrayendo a visitantes de todas las edades con su deslumbrante exhibición de fotografías, modelos y carteles informativos, muchos de los cuales fueron creados por jóvenes talentos locales. Con secciones dedicadas a tiras de diversos orígenes, desde belgas y flamencos hasta estadounidenses y más allá, este museo es un lugar de encuentro donde la imaginación y la creatividad se celebran en todas sus formas.

Descenso al conocimiento

El ajetreo y bullicio de la concurrida plaza central de Bruselas quedan atrás a medida que uno se aproxima al Museum of Original Figurines. Allí, como guardián de un mundo de fantasía, una estatua gigante de un pitufo, sorprendentemente blanca en lugar de azul, da la bienvenida en medio de una rotonda. Esta captura la atención de los pocos transeúntes que deambulan por la calle Rue Marché-aux-Herbes. La firma de Peyo, el creador de los famosos Pitufos, adorna la base de la estatua.

Al observar el paisaje alrededor, es posible divisar un cartel que anuncia la presencia del museo de los cómics, oculto tras la estatua. Es una invitación a descubrir las maravillas que aguardan en su interior, un mundo donde la imaginación y la creatividad se entrelazan para crear historias inolvidables.

En medio de la plaza encontramos a este pitufo gigante sobre un champiñón que nos saluda. A su vez, anticipa las maravillas que se encuentran dentro de la galería Horta.
Foto: Paula Alpún.

Al descender por las escaleras eléctricas, cuyas paredes aledañas están decoradas con dibujos de superhéroes en blanco y negro que simulan haber sido trazados con lápiz y carbón, te sumerges aún más en este mundo mágico. A medida que avanzan se observan dos vitrinas llenas de miniaturas de personajes famosos, desde los queridos Pitufos hasta el intrépido Tintín y el entrañable Papá Noel. Esta vista anuncia la llegada a la entrada del museo, el cual está abierto desde el 2012, bajo el impulso del coleccionista Eric Pierre.

Una vez dentro, dos empleados vestidos de negro dan la cálida bienvenida al museo. Mientras entregan las entradas, uno de ellos explica con entusiasmo lo que se está a punto de experimentar: un recorrido tridimensional por el mundo del cómic, donde las figuras cobran vida con la ayuda de efectos visuales y sonoros. Su sonrisa contagiosa invita a sumergirte en esta experiencia interactiva, donde la imaginación no tiene límites y cada rincón es una nueva aventura por descubrir.

El inicio de una travesía

La primera parada nos sumerge de lleno en el legado del cómic franco-belga, marcando el inicio de nuestro recorrido por la rica historia del cómic local. Spirou y Fantasio, dos periodistas entrañables que han cautivado los corazones de millones de lectores nos reciben con los brazos abiertos en esta apasionante exploración.

Una línea de tiempo gráfica nos guía a través de la evolución del intrépido reportero Spirou a lo largo de los años, revelando cómo cada dibujante que ha tenido el privilegio de dar vida a este personaje ha dejado su propia marca única en su historia.

Desde sus humildes comienzos en 1938 con el lanzamiento del primer número de Le Journal de Spirou, hasta su expansión a múltiples idiomas, incluyendo una versión en neerlandés para los lectores de Flandes bajo el título de Robbedoes en Kwabbernoot, la influencia de Spirou y Fantasio ha sido innegable.

Sin embargo, la trayectoria de Spirou y Fantasio no estuvo exenta de desafíos. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la revista enfrentó dificultades en su publicación. Rob-Vel, el creador original, se unió al esfuerzo militar, dejando la tarea en manos de su esposa Blanche Dumoulin, bajo el seudónimo Davine, y el talentoso artista belga Luc Lafnet.

A pesar de los obstáculos, Spirou y Fantasio se convirtieron en propiedad del editor Dupuis en 1943, marcando el inicio de una nueva era para estos queridos personajes. Desde entonces, la serie ha pasado por las manos de varios artistas y escritores, cada uno aportando su propio estilo y visión.

Aunque quizás no hayan alcanzado el mismo nivel de ventas que otras colecciones famosas, como Astérix el Galo, Lucky Luke y Las aventuras de Tintín, la impactante influencia de Spirou y Fantasio se ha extendido a lo largo y ancho del panorama del cómic europeo. Para muchas generaciones de autores y lectores, estas historias han sido una fuente inagotable de inspiración y entretenimiento, dejando una marca indeleble en el mundo del noveno arte.

De las pitufi-páginas al pitufi-cine

¡La la lala la! El pegajoso cántico de los Pitufos resuena, anunciando el emocionante viaje que aguarda a aquellos que se aventuran en el mundo de los champiñones. En esta sección del museo nos transportan desde las páginas del cómic hasta la imponente pantalla de cine.

Apenas ingresamos a la sala nos reciben (de izquierda a derecha) Tontín, Pitufina y Papá Pitufo.
Foto: Paula Alpún.

Un detallado vídeo revela los secretos del proceso de pintar la pantalla de azul, mientras que los meticulosos storyboards y el proceso de dibujo ofrecen una visión fascinante de la creación de cada escena.

El legado de Peyo, el genio detrás de estos seres azules, se entrelaza con la historia del cómic franco-belga. Peyo, cuyo verdadero nombre era Pierre Culliford, comenzó su carrera en el mundo del cómic trabajando para agencias de publicidad. Apasionado por la historia de la Edad Media, creó su primer gran personaje medieval, Johan, un joven paje envuelto en misiones caballerescas, que pronto tuvo como compañero a Pirluit, dando origen a la serie “Johan y Pirluit” que era publicada en la anteriormente mencionada revista Spirou.

Fue durante la creación de esta serie que surgió la icónica idea de los Pitufos y su singular lenguaje. Una palabra olvidada llevó a Peyo a decir “Schtroumpf” en lugar de la palabra adecuada, inspirándose así a introducir personajes con este nombre e idioma en su cómic medieval “Johan y Pirluit”.

Las primeras pitufi-apariciones tuvieron lugar en la pitufi-revista Spirou. En este mural se muestra el proceso de creación y dibujo de estos seres mágicos.
Foto: Paula Alpún.

Pese a muchos desafíos y los problemas de salud, él siguió siendo una figura influyente en el mundo del cómic. En 1992, se unió a las ediciones Le Lombard, pero trágicamente falleció meses después debido a un ataque al corazón, a la edad de 64 años.

Su legado perdura gracias a sus hijos, Thierry Culliford y Véronique Culliford. Thierry continúa su obra en el mundo del cómic, mientras que Véronique ha llevado el legado de los Pitufos al cine y la televisión, produciendo exitosas adaptaciones y la serie animada actual.

¡Por Tutatis! Es posible ver a Galia en miniatura

El recorrido continúa con una sección dedicada a la legendaria pareja de aventureros galos: Astérix y Obélix. Escritos y creados por René Goscinny, estos personajes han cautivado a lectores de todas las edades en todo el mundo con sus coloridas y épicas hazañas por la aldea de Galia.

En una Galia conquistada y pacificada por Julio César, un pequeño pueblo aún se resiste a las legiones romanas. Allí, Astérix y su fiel compañero Obélix, junto con otros memorables personajes como el jefe Vitalstatistix y el bardo Cacofonix, luchan contra la opresión romana con astucia y valentía. Su arma secreta: la poción mágica del druida Getafix, que los hace invencibles ante las fuerzas de César.

Las paredes están decoradas con varios fragmentos del cómic en francés.
Foto: Paula Alpún.

Pero estas viñetas van más allá de sus cómicas aventuras; es un testimonio del poder universal del arte del cómic para trascender las barreras culturales y lingüísticas. Con millones de copias vendidas en más de 111 idiomas y dialectos, la serie de cómics de Astérix es un fenómeno global que ha conquistado corazones en todo el mundo.

El ingenio y la sagacidad de Astérix lo convierten en un arquetipo universal de resistencia contra el orden establecido, un símbolo de la lucha contra el invasor y la razón de los más fuertes. A través de las coloridas viñetas, los lectores son transportados a una versión humorística y anacrónica de la sociedad contemporánea, donde Astérix y Obélix se enfrentan a situaciones absurdas y caricaturescas que reflejan nuestra propia realidad.

Además de entretener a los lectores de todas las edades, las historias de estos felinos transmiten importantes valores de independencia, amistad y valentía. Su pequeña y amigable comunidad defiende sus tradiciones y valores frente a la opresión, inspirando a generaciones con su espíritu indomable.

Más allá de ser una serie para adultos, las aventuras de estos personajes también son perfectamente adecuadas para el público joven, ofreciendo una mezcla única de humor inteligente, acción emocionante y personajes entrañables. Desde los banquetes hu mongous hasta las travesuras en tierras extranjeras, las historias de Astérix y Obélix son un festín para la imaginación, destinadas a ser disfrutadas por jóvenes y adultos por igual.

La crème de la crème

El tesoro que cautiva a todos los visitantes es la sección dedicada al legendario Tintín, el intrépido reportero creado por el genio belga Hergé. Aquí, la estrella principal del museo brilla con una línea del tiempo dividida en 50 bullet points que detallan cada paso de su apasionante historia, acompañada de figuras en tamaño real y posters que transportan a los espectadores a las páginas de sus cómics favoritos.

Tintín y su perro Milú son exhibidos en tamaño real. ¡Casi los roza ese avión!
Foto: Paula Alpún.

Desde sus audaces incursiones en “Tintín en el País de los Soviets”, desafiando los confines de la Rusia comunista, hasta sus emocionantes viajes por el mundo en “El Cetro de Ottokar” y “El Asunto Tornasol”, cada viñeta expuesta en esta sección es un testimonio del ingenio y la creatividad de Hergé. Los visitantes tienen la oportunidad única de maravillarse con modelos detallados que ilustran las diferentes etapas de los viajes de Tintín, desde sus exploraciones en las profundidades de Perú hasta su inmersión en la rica cultura japonesa.

La saga de Tintín es una de las más grandes en la historia del cómic belga, trascendiendo las fronteras lingüísticas y culturales para cautivar a audiencias de todo el mundo. Desde su debut en la revista “Tintín” en 1944-45, el personaje ha sido adaptado a diversos medios, convirtiéndose en un éxito de ventas en más de 111 idiomas y dialectos.

Un gran tesoro es esta figura de Tintín y Milú, la cual destaca la importancia del personaje para el museo.
Foto: Paula Alpún.

La sección ofrece una experiencia inmersiva, con una cronología detallada que permite a los visitantes comprender la evolución del personaje y su impacto en la cultura popular. Uno de los momentos más destacados del recorrido es la exploración de las aventuras de Tintín en Perú, plasmadas en obras como “Las Siete Bolas de Cristal” y “Prisioneros del Sol”.

Perú dice presente en esta portada del decimocuarto álbum de la serie.
Foto: Paula Alpún.

En estas historias, Tintín y su inseparable compañero, el Capitán Haddock, se aventuran en el misterioso país sudamericano en busca de respuestas a un enigma médico y descubren una civilización inca secreta, aún floreciente. Inspirada en hechos de noticias previos a la Segunda Guerra Mundial, la travesía de Tintín y Haddock por la cordillera de los Andes sumerge a los lectores en un emocionante viaje lleno de intriga y misterio.

El museo también rinde homenaje al legado de Raymond Leblanc, un empresario visionario que fue fundamental en el lanzamiento de la revista “Tintín” en 1946. La fundación Raymond Leblanc, creada en 2006 en honor al 60 aniversario de la revista, se dedica a preservar el patrimonio cultural asociado con Tintín y ha instituido un prestigioso premio para jóvenes talentos del cómic.

La contribución de Leblanc es invaluable, no solo para el mundo de los cómics, sino también para el legado de este museo.
Foto: Paula Alpún.

Tintín personifica los ideales de valentía, aventura y justicia. A lo largo de sus viajes por todo el mundo, desde la Unión Soviética hasta el Tíbet, sus hazañas son un testimonio de honestidad, coraje y determinación. Su séquito de personajes, desde el irascible Capitán Haddock hasta el fiel perro Milú, complementa su carácter neutral y lo convierte en un héroe universal y atemporal. En el MOOF, el legado de Tintín vive y respira, inspirando a generaciones con su espíritu aventurero y su búsqueda incansable de la verdad.

Despedida a lo grande

Una línea de tiempo interactiva nos transporta al emocionante universo de los videojuegos de Astérix. Cada paso revela los hitos más destacados de esta saga, sumergiéndonos en la épica lucha del valiente galo contra las fuerzas del Imperio Romano. Pero la aventura no termina aquí; se fusiona con el mundo de la Heroic Fantasy, donde los personajes belgas comparten escenario con los icónicos superhéroes estadounidenses como Spiderman y Batman.

Casi es posible recrear la icónica escena de Spiderman, de no ser por la valla que nos separa de él.
Foto: Paula Alpún.

Sin embargo, es la presencia de Wonder Woman la que roba el centro de atención. A través de videos y análisis, se destaca su importancia como figura emblemática que empodera a las mujeres, mientras se cuestiona la sexualización de su imagen en los medios de comunicación. Es un momento de reflexión sobre el papel de los cómics en la representación de la diversidad y la igualdad de género.

A medida que avanzamos, descubrimos una variedad de secciones dedicadas a otros géneros y estilos de historietas. Desde el heroico mundo de Marvel y DC Comics hasta el misterioso universo de Scooby-Doo, cada rincón del museo nos invita a sumergirnos en nuevas aventuras y explorar nuevos horizontes.

La culminación de nuestro viaje llega con la impresionante colección de Star Wars, un tributo a la influencia duradera de la cultura pop en el mundo del cómic. Aquí, entre réplicas meticulosamente detalladas y objetos de culto, nos damos cuenta de que hemos completado nuestro recorrido por el vasto y diverso mundo de las viñetas.

Los Stormtroopers son los guardianes que nos escoltan a la salida del museo y nos agradecen por la visita.
Foto: Paula Alpún.

Con más de 1300m2 de exhibición y ubicado a menos de 200 metros de “La Grand Place” de Bruselas, el MOOF ha dejado una marca indeleble en nuestros corazones. Pero como cualquier buena historia, esta aventura está lejos de terminar. Con la promesa de nuevas incorporaciones cada seis meses, cortesía de Eric Pierre, cada visita al museo promete ser única e irrepetible.

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