Tres historias de deportistas de alto rendimiento que estudian igual que tú en la universidad. De cara a Lima 2027, conocemos un poco de su historia, sus desafíos y sus ganas de enorgullecer a esta casa de estudios y al Perú.
Por: Lucia Céspedes
Nadie dijo que ser deportista a tiempo completo fuera sencillo. El sacrificio que demanda entrenar día y noche para representar a tu nación de la mejor manera es agotador para los atletas. Por ello, muchos deciden dedicar su carrera de lleno al deporte, convirtiéndose netamente en deportistas calificados.
Sin embargo, hay algunos que optan por complementar ese esfuerzo con una carrera universitaria, decidiendo no solo enfocar su vida en las canchas o colchonetas, sino también en un salón de clases con un futuro en la profesión de su elección. En la Universidad de Lima hay varios estudiantes y deportistas de alto rendimiento que deciden llevar ambas pasiones con responsabilidad y seriedad, demostrando que tener ambas vidas es posible.
Inicios en la disciplina
Claudia de la Cruz, una chica natal de Ica, practica karate desde que tiene cinco años. Siempre le gustó practicar más de un deporte, sobre todo porque a su padre eso le parecía correcto. Natación, basket, e incluso hasta ballet, fueron las actividades que realizaba desde temprana edad.
Tras algunos años practicando más de una disciplina, su entrenador le pidió un favor. “Necesito que elijas uno ya, eres buena en el karate, pero llegas cansada y no rindes como deberías”, menciona. Y así fue. El karate se convirtió en su vida y no ha dejado de serlo.
Años después se mudó a Lima. Tras terminar el colegio, vino con su papá a la capital para formar parte en la Federación Peruana de Karate, logrando así uno de sus mayores sueños. “Estoy en la selección desde que tenía 12 años y ahora tengo 20. Es un privilegio poder competir por mi país”, señala la deportista, quien obtuvo su última medalla en los Juegos Suramericanos Asunción 2022, luego de quedar en tercer lugar.
Felipe Duffoo la tuvo clara desde pequeño, siendo un apasionado desde los ocho años por el deporte que más alegrías le daría a él y su familia. “Siempre me gustó el tenis de mesa, nunca hice otro deporte, solo a veces juego fútbol pero en ‘pichangas’”, comenta el atleta.
El estudiante de negocios internacionales va en cuarto ciclo, dado que algunos años no está los 365 días en este país. “A veces estoy seis meses aquí (Lima) y seis meses en Francia, donde entreno a mayor intensidad con el club que represento, es algo común en mi deporte”, menciona Duffoo.
La vida que tiene el tenista es bastante sacrificada, irse a un país solo, exigirse al máximo cuando se encuentra en su ciudad de origen y buscar una medalla en cada campeonato donde representa a su país. “Estoy en la selección desde que tengo 10 años, es un honor para mi”.
En algunos deportes se le exige al deportista iniciarlo desde una edad temprana, con la finalidad de explotar su potencial mientras son pequeños para una mejor retención de lo explicado en la disciplina. Por ello, en algunas ocasiones si un atleta intenta probarse en un deporte con edad avanzada, se le niega la posibilidad de intentarlo.
Esto le pasó a Amel Atencia, que, si bien no le prohibieron practicar levantamiento de pesas, le recalcaron que era muy grande para ejercerlo a nivel competitivo. “Me inicié en el deporte a los 15 años, luego de haber intentado el crossfit y funcional, me gustaba mucho lo que era cargar peso y sus derivados”, menciona Amel, quien ya lleva siete años en esta disciplina.
Tuvo momentos bastante complicados en su vida, sobre todo cuando tuvo que mudarse de Chaclacayo a Lima solo, para vivir en la Villa Deportiva Nacional junto con otros atletas de diferentes deportes.
“Fui un poco irresponsable al inicio, pero me ayudó a madurar de una manera pronta. Me gustaría poder contarle mi experiencia a todos los jóvenes que llegan a VIDENA para que puedan tener un buen futuro como yo”, comenta Atencia.
El corazón naranja
Así como representan al Perú, los deportistas también visten los colores de la ULima, donde han destacado ampliamente en sus respectivas competencias. Claudia obtuvo el oro en los Juegos Universitarios Nacionales 2022, Felipe obtuvo tres medallas doradas en la misma competición, y Amel rompió el récord nacional universitario en su disciplina el año pasado.
“Me encanta todo de la universidad, el campus, las clases y sobre todo el apoyo que le brindan al deportista, la elegiría mil veces más”, menciona Amel, quien ha marcado un hito en el levantamiento de pesas universitario.
A Claudia no solo le apasiona el deporte ulimeño, sino también su carrera y en lo que puede convertirse en el futuro cuando ejerza su carrera de administración. “Me veo trabajando en el Instituto Peruano del Deporte, quiero hacer que este siga creciendo y poder apoyarlo de la mejor manera a nivel institucional”, concluye De La Cruz.
Mientras tanto, Felipe ve con ansias la próxima competencia nacional universitaria en Arequipa, donde espera repetir el campeonato obtenido con el equipo de tenis de mesa. “Tenemos un gran equipo, espero poder volver a darle una alegría a mi universidad y salir campeón”, cierra Duffoo.
Santiago 2023 y el futuro
Ellos tres participaron de Santiago 2023, donde si bien no pudieron obtener ninguna medalla, buscarán revertir la historia en Lima 2027. Representar a su país en su misma tierra en una competencia de tal magnitud es algo que pocas veces se puede suscitar, y lo saben muy bien.
“En el 2019 no podía competir aún, pero acompañé a mi team en todo momento. Fue una experiencia increíble que me gustaría vivir desde el tatami”, señala emocionada Claudia, quien espera con ansias la mencionada competencia.
De igual manera, Amel considera esta oportunidad como su prueba de fuego, dado que tras dos panamericanos, espera que la tercera sea realmente la vencida. “Luego de haber quedado en el puesto 15 y 7, estos Panamericanos ya toca la medalla, ¿no?”, comenta sonriente el pesista.
Las historias de estos tres deportistas enorgullecen a quienes las leen, vidas de esfuerzo por el deporte, de dejar algunos gustos por destacar y sobre todo de querer siempre algo más para el país. Su amor por la universidad es evidente, en ambas caras de la vida la tienen presente y forma parte del futuro que quieren construir, en su deporte y en la sociedad.
Verlos de ejemplo es importante, apoyarlos, seguirlos y reconocer el bien que hacen a la sociedad, una que está carente de triunfos y en búsqueda de aplausos y nuevos talentos que permitan soñar en alto.
