A poco de cumplirse tres años del fallecimiento de uno de los más reconocidos futbolistas que ha existido, también se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una coincidencia que resalta la importancia de reflexionar sobre las figuras públicas y sus comportamientos negativos.
Por: Ciro Valenzuela y Nicole Vilca
El 25 de noviembre, fecha en la que el Pibe de Oro falleció debido a la reagudización de una insuficiencia cardíaca crónica, curiosamente coincide con la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Muchos intentan restar importancia a las acusaciones de violencia contra mujeres relacionadas con el ex capitán de la albiceleste al destacar su destreza en el campo de juego. Sin embargo, ¿es verdaderamente posible separar al deportista de su deporte? Para responderlo es crucial investigar si el nivel de relevancia o excelencia de un personaje dentro de la esfera pública debería eximirle de rendir cuentas por sus acciones.
¿Dios o maltratador?
“El Diego”, por una gran mayoría de personas, es muy recordado por todas las alegrías y goles que entregó a la selección argentina y al club italiano Napoli, donde es considerado una especie de religión, tal como comenta Pedro Ortiz, docente de la Universidad de Lima y a su vez, periodista deportivo. A lo largo de su carrera, vivió momentos inolvidables. Y otros que lo tuvieron como protagonista por situaciones polémicas.
Entre estos acontecimientos, que se ubican tras sus sombras, hay quienes no respetan su legado futbolístico debido a la gran cantidad de problemas mediáticos que tuvo a lo largo de su vida, como la drogadicción, las peleas con una gran cantidad de personas, incluyendo a la prensa, y los casos de agresión de género.
Hay quienes asocian “Maradona” con “crack”, pero también existen aquellos que lo relacionan con “maltratador”. La incógnita es qué importancia se le da a eso en el debate público.
Según Ortiz, estas actitudes podrían entenderse en el contexto de una persona que atravesaba serios problemas de salud. Explica que esta leyenda argentina luchó contra la adicción durante los últimos 40 años de su vida, lo que pudo influir en su comportamiento. Para Ortiz, este aspecto crucial de su vida es fundamental para comprender su trayectoria, la cual culminó de manera lamentable.
El deporte y el deportista
¿Hasta qué punto debemos separar los logros deportivos de la conducta personal de una figura pública? Ante esto, el autor de “365 historias” reconoce que, como futbolista, disfrutó mucho lo que hizo en el terreno de juego, pero a su vez resalta que, “a pesar de todos estos buenos momentos que disfruté de su fútbol, no puedo dejar de reconocer que era un ser humano muy despreciable”.
El diálogo acerca de este asunto abarca más allá de “el Pelusa”, alcanzando a otras figuras públicas que han encarado circunstancias análogas. Esto resalta lo complicado que resulta separar la admiración por su destreza en el deporte de sus comportamientos fuera de la cancha.
Como menciona el docente de la Universidad de Lima, “esta discusión es eterna”, ya que analizar cómo la sociedad aborda estos casos se ha convertido en un tema importante. Mientras unos sostienen que las habilidades en el deporte no excusan comportamientos inaceptables, hay quienes defienden evaluar a una figura pública por sus acciones personales sin relacionarlas con sus logros en su campo profesional.
Este debate sobre si se debe o no separar la actividad deportiva de la persona sigue presente y se extiende más allá del ámbito deportivo, influenciando la percepción que se tiene sobre distintas personalidades públicas. Determinar el límite entre la habilidad y el comportamiento ético sigue siendo un desafío ético y social en constante discusión.
Minimización de estos casos
En el debate público, resulta imposible ignorar los casos de violencia de género atribuidos al 10. Sin embargo, algunos hinchas o grupos que reconocen la importancia de su figura intentan minimizar u omitir las acusaciones para destacar otros aspectos de su vida.
Violeta Barrientos, abogada y activista de movimientos sociales en torno a la mujer, el género y la sexualidad, aclara que es fundamental recordar que “quien cuenta con un mayor respaldo por parte de una multitud, tiene más poder”. Esto implica que los casos de minimización de conductas violentas u otros escándalos tienen mayores posibilidades de mantenerse en las sombras debido a la cantidad de seguidores que tiene la figura pública.
Para analizar el porqué sucede esto, la activista especializada explica que “es necesario comenzar con una delimitación de masas”. Esto implica responder a la pregunta sobre quién es el público que venera a Maradona, lo que permitiría determinar el nivel de fanatismo hacia su ídolo (si es sólido o más flexible) al intentar defenderlo. Así, dependiendo del tipo de audiencia atraída, la masa puede manifestarse más fervorosa en un sentido u otro.
Asimismo, añade que es crucial considerar el entorno del que proviene o la actividad que desempeña la figura famosa. Pues los seguidores de un deporte no muestran los mismos comportamientos y expresiones de fanatismo que aquellos que admiran, por ejemplo, a un pintor, a un director de cine, o a un artista.
El rol de los medios de comunicación
Si las audiencias se comportan de acuerdo con su nivel de fanatismo, ¿cómo deberían abordarse estos temas? ¿Cuál es el rol de los comunicadores y periodistas al hablar de una figura mediática controversial?
En primer lugar, es importante aclarar que, como menciona Pedro Ortiz, “es crucial que los medios, especialmente los periodistas, sean rigurosos y transparentes al acusar a alguien”. Esto se debe a que los comunicadores tienen una plataforma que puede dañar la reputación de las personas y, por lo tanto, arruinar la vida de alguien inocente.
Esta responsabilidad recae por completo en los profesionales de la comunicación, ya que el periodista añade que “pedir esto a un usuario común es vano, porque este no reacciona en un primer término en base a la razón, sino que reacciona emocionalmente”.
Además, abordar estos temas profesionalmente no implica asumir la batuta de la moralidad, ya que, como recalca el entrevistado, “no porque seas un ídolo deportivo debes hacer todo bien para agradar a todos”. Sin embargo, se espera el respeto a la ley y si se comete un delito, el personaje debe ser castigado de acuerdo con lo que establecen las autoridades.
“Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”, fueron las palabras de despedida de “El Diego” al culminar su carrera. A un día de cumplirse un año más desde su pérdida, muchos opinan que el 10 no ensució el balón con sus botas, pero es una realidad que sí dejó un legado marcado por un constante goteo de escándalos.