Entre ciclovías incompletas, autos que invaden las bermas y pistas en pésimos estados, los ciclistas son el último eslabón de una larga lista de medios de transporte olvidados en nuestro país. El peligro al cual se enfrentan día tras día sus usuarios es muchas veces mortal.
Por: Julio Andía
Ser ciclista en el Perú no es tarea sencilla. Hay que enfrentarse a conductores imprudentes, pistas en mal estado y transeúntes molestos cuando uno se sube a la vereda para intentar mantenerse seguro, además de competir con miles de motos por un pequeño espacio del asfalto.
El peligro al cual están expuestos es constante. Durante los últimos cinco años, más de 230 conductores de bicicleta han perdido la vida por accidentes de tránsito. Una deportiva y sana afición que, muchas veces, tiene un devastador final.
“No hay suficientes ciclovías. Si vas por la pista, tienes miedo de ser atropellada, pero si te subes a la vereda, sabes que estás haciendo mal porque puedes lastimar a los transeúntes”, cuenta una estudiante de la Universidad de Lima que frecuentemente debe enfrentarse a este dilema.
Rodeados de peligros, los usuarios de este medio de transporte deben esforzarse por sobrevivir en medio de una jungla de asfalto en donde, casi siempre, las reglas no existen para miles de conductores imprudentes.
¿Están a salvo los ciclistas en Lima?
El domingo 22 de octubre, dos personas fallecieron mientras manejaban bicicleta por la Panamericana Sur, luego de que la camioneta que los escoltaba fuera impactada por otro vehículo a máxima velocidad.
Esta dramática situación ilustra el peligro al que miles de personas se enfrentan todos los días en un intento de practicar su deporte favorito o solo para movilizarse de un lugar hacia otro.
Según comenta Helida Quispe, gestora de conocimiento del observatorio ciudadano Lima Cómo Vamos, la capital peruana no está preparada para proteger a sus conductores de bici.
“Lima no está acondicionada como metrópoli para motivar el ciclismo actualmente. Solo aquí se concentran más del 50 porciento de autos de todo el Perú y, además, es la ciudad con mayor siniestralidad de víctimas heridas y fatales”, explica.
“Algunas personas dicen que se suele dejar a los peatones en último lugar, pero siento que en realidad los más olvidados somos los ciclistas. Los carros y la gente tienen un camino asignado por donde pasar, pero nosotros muchas veces no”, cuenta Amarillis Puente, jefe de práctica de la Universidad de Lima, quien utiliza ese medio de transporte para asistir al centro de estudio.
Las condiciones con las que tienen que convivir aquellos fanáticos de esta disciplina no son las mejores. Hasta agosto, se contabilizaban 326 kilómetros de ciclovías en todo Lima; sin embargo, varios tramos son intransitables.
Como detalla Quispe, “los ciclistas se ven expuestos a condiciones inseguras para desplazarse en la ciudad. No hay rutas integradas, lo que dificulta aún más su movilidad”.
Carriles llenos de basura, rutas que se cortan de un distrito a otro, o espacios invadidos son algunas de las adversidades con las que aquellos que comparten este pasatiempo tienen que enfrentar.
Sumado a esto, muchas ciclovías carecen de una construcción adecuada que garantice una convivencia segura entre bicicletas y automóviles. Es común encontrar espacios en donde solamente se pintó una parte de la pista para destinarla al uso de estos vehículos, restringiendo el paso de vehículos, lo que lleva a que muchos conductores opten por invadir estos caminos.
La mala gestión de zonas seguras para ciclistas no es nada nuevo. Durante la pandemia por COVID-19, la Municipalidad Metropolitana de Lima implementó ciclovías temporales para incentivar este medio de transporte. No obstante, la Contraloría rápidamente advirtió que estas “carecían de estudios y presentaban inconsistencias técnicas, lo que denota una inadecuada planificación”. Aunque han pasado los años, parece que la situación, en muchos casos, sigue siendo la misma.
El drama de manejar bicicleta en Lima
Las voces de aquellos que transitan en dos ruedas no son pocas. Para el año pasado, el 26% de la población limeña se movilizaba de esta forma. Como informa Helida Quispe, según la encuesta de Protección de Calidad de Vida Urbana al 2022 realizada por Lima Cómo Vamos, el 2,4% de limeños asiste a su centro de trabajo con este vehículo, mientras que el 6,8% de “chalacos” lo usan para ir a estudiar.
A pesar de su gran popularidad, la mayoría de personas son conscientes de los riesgos asociados a su uso. Según una encuesta realizada en el 2022 por Ipsis, casi 7 de cada 10 peruanos consideraban que conducir bicicleta puede ser extremadamente peligroso en determinadas zonas de la capital.
“Manejar en pista es super complicado porque los buses no controlan su velocidad y pasan muy cerca tuyo. Varias veces he tenido que detenerme para que me adelanten y no me choquen”, cuenta Amarillis Puente, jefe de práctica de la Universidad de Lima.
Según el TomTom Traffic Index 2022, la capital nacional tiene el octavo peor tráfico del mundo y es la más afectada de la región. Es así como andar en bicicleta se ha convertido en un deporte de alto riesgo en donde salir vivo, de por sí, requiere precauciones adicionales.
“A veces estás manejando por la pista y se te meten los carros porque creen que tienen prioridad”, explica otra alumna de la Universidad de Lima.
En medio del trajín de todos los días y con la intención de no perder tiempo en la congestión vehicular, existe una cultura del respeto bastante debilitada hacia el ciclista en el Perú. Para Helida Quispe, gestora de conocimiento de Lima Cómo Vamos, esto se debe principalmente a un mal entendimiento de la coexistencia vial.
“Los conductores de vehículos consideran que la calzada es una zona destinada exclusivamente para el auto. Eso no es así. Es y debe ser compartido por los peatones, las personas con movilidad reducida, las personas con discapacidad, los usuarios como tal y también los conductores de vehículos. Es cierto que el carro ocupa un mayor espacio de la calzada, pero eso no implica que tengan prioridad”, razona.
Medidas urgentes: Una lucha todavía pendiente
Ante los grandes desafíos de manejar bicicleta en Lima, muchos usuarios han tenido que tomar medidas adicionales para garantizar su seguridad y evitar sufrir accidentes por la imprudencia de otras personas.
“No voy por avenidas muy transitadas porque me da miedo que los carros se me peguen mucho, entonces solamente manejo cerca a mi casa”, detalla una alumna de la Universidad de Lima.
En la misma línea, otra compañera suya del mismo centro de estudios cuenta que suele estar más atenta de lo normal cuando sale a las calles sobre dos ruedas. “Lo que hago es ver bastante por dónde iré. Además, siempre tengo cuidado de que no pase gente, ya que también puedo atropellarlos”, declara.
Sin embargo, el cambio no debe partir del ciclista, sino de los conductores de vehículos motorizados y de las autoridades.
“Hay muchísimo por trabajar en términos de seguridad vial, por entender que existen varios usuarios que comparten mis mismos espacios y que, como tal, hay que darles la prioridad a los peatones y a los ciclistas. Son los conductores de autos quienes fundamentalmente tienen que entender esta percepción”, comenta Helida Quispe, representante del observatorio ciudadano de Lima.
Para Quispe, la solución pasa por la inclusión del uso de la bicicleta en políticas públicas. Además, según explica, es importante “apostar por una red de ciclovías integrada, pues hay muchísimas que están desconectadas”.
Entre basura, carros, transeúntes y diversos obstáculos más, montar bicicleta es un reto sumamente difícil en nuestro país. En medio de una ciudad hostil y calles deterioradas, ese bello deporte que miles de peruanos aman, es cada vez más peligroso y puede volverse hasta mortal.