Mientras continúa la disputa entre Israel y Hamás, muchos se preguntan si las organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas, tienen un papel efectivo en un mundo donde las reglas son quebrantadas. En medio de la incertidumbre, exploramos cuál es la importancia de la ONU en un escenario global donde la paz parece esquiva.
Por Nicole Vilca y Mar Gutierrez
En medio del conflicto de Medio Oriente, miles de ciudadanos heridos y desplazados internos que habían perdido su hogar en el norte de Gaza se refugiaban en el Hospital Al Ahli, el supuesto lugar seguro donde no correrían más peligro. Sin embargo, esto cambió el pasado 17 de octubre cuando el recinto fue atacado. A raíz de esto, las redes sociales y el internet se han convertido en el perfecto terreno de la manipulación, desinformación y propaganda, en donde no se tiene certeza del culpable.
Por un lado, los líderes del grupo Hamás no tuvieron dudas en apuntar al gobierno israelí como perpetrador de la tragedia e incluso se presentaron testimonios sobre pequeños ataques previos y bajas de luz ocasionadas supuestamente por Israel. Por otro lado, el país del Primer ministro, Benjamin Netanyahu, señala que el ataque habría sido una falla del grupo Yihad Islámica, agrupación extremista cuyo objetivo activo es la destrucción de Israel y su reemplazo por un Estado islámico. Netanyahu señaló que dicho grupo se encontraba desplegando cohetes hacia Israel desde un cementerio cercano, pero uno de los cohetes tuvo una falla e impactó en el estacionamiento del hospital.
A pesar de las últimas investigaciones que absuelven a Israel, aún existe la duda de gente que cree que lo que pasó fue un ataque premeditado y, por lo tanto, ilegal. En medio de este caos, se han sembrado muchas dudas en la mente de la comunidad global acerca de si los organismos internacionales, como la ONU, realmente pueden mantener la paz y seguridad en el mundo, ¿acaso las reglas siguen siendo las mismas?
Protección internacional cero
Los derechos humanos tienen un principio básico: nunca desaparecen. Aún en medio de un conflicto armado. Según detalla Daniel Huapaya, abogado graduado de la Academia Diplomática del Perú, especializado en derecho internacional y derechos humanos, “si se demuestra que un edificio se usa con fines terroristas, las víctimas civiles, de acuerdo con el derecho internacional humanitario, se consideran como un daño justificado”. Sin embargo, hasta el momento, no tenemos pruebas concretas que indiquen que el hospital haya sido utilizado por ninguno de los bandos en el conflicto. Esto significa que las pérdidas, tanto en términos de bienes materiales como de vidas humanas, no están respaldadas por el derecho internacional humanitario, lo que lamentablemente resulta en un aumento continuo de víctimas en ambos lados.
El problema que estamos enfrentando va más allá de ser solo un conflicto. Como dice el abogado, estamos en una situación en la que se cuestiona si las instituciones legales, el derecho internacional y las Naciones Unidas realmente sirven para algo o si se están quedando en un segundo plano. En el caso específico de este conflicto, estamos viendo a un Estado enfrentándose a un grupo que no es parte de una nación, lo que significa que organismos internacionales como las Naciones Unidas no tienen la capacidad de obligar o sancionar a Hamás, ya que no tienen ningún tipo de relación con ellos. De hecho, Hamás no solo no tiene la obligación de cumplir con los acuerdos básicos destinados a proteger a los civiles en tiempos de conflicto, sino que tampoco muestran ninguna voluntad de hacerlo.
A pesar de esa limitada influencia en el Medio Oriente, el martes 17 de octubre se presentó una propuesta en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para una pausa humanitaria. Estados Unidos, como uno de los países con poder de veto, utilizó esta prerrogativa. Esto pone de manifiesto que, incluso dentro de la misma organización, no se puede llegar a un acuerdo o una solución en busca de la paz, lo que resulta en un fracaso evidente. Entonces, si es que la ONU no puede prevenir un conflicto, ni puede solucionarlo en busca de la paz, ¿por qué este organismo permanece vigente?
El primero en romper las reglas
Según Nicolás Terradas, analista en Relaciones Internacionales, existe una postura realista dentro de la teoría de esta ciencia social que plantea que las normas internacionales no logran prevenir ningún conflicto, ni lograr la paz; sino que estas se distorsionan para favorecer al más fuerte. Y esto es el detonante de la desconfianza hacia el marco normativo de los organismos internacionales porque los países miembros en repetidas ocasiones no obedecen los acuerdos del derecho internacional, incluso los propios Estados fundadores quienes establecieron las reglas son los primeros en romperlas.
Este descontento se ve ejemplificado con “la guerra contra el terror” que inició el 20 de marzo del 2003 cuando una coalición liderada por los estadounidenses invadieron Irak dejando una cantidad de víctimas que oscila entre los 200 mil y un millón de personas dependiendo de la estimación. Esta ocupación era justificada por la inteligencia americana debido al supuesto peligro que representaban las armas nucleares iraquíes y los presuntos vínculos entre Sadam Hussein (dictador iraquí) y Al Qaeda (organización terrorista). Sin embargo, luego se descubrió que ambas razones eran falsas.
Durante esta guerra no solo se violaron los derechos humanos, sino también los derechos internacionales como el artículo 51 del Estatuto de la ONU que especifica que una respuesta armada es justificable solo en caso de legítima defensa. La invasión a Irak, además, no tenía ninguna base en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, es decir, fue una decisión unilateral. En palabras del ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, “la invasión a Irak dirigida por Estados Unidos fue una acción ilegal por violar la carta de la ONU”, pero si hasta los que hicieron las reglas no las acatan ¿cuál es su importancia? o ¿por qué existen?
Ganar la guerra de narrativas
Sin embargo, Terradas aclara que si bien Estados Unidos rompió las reglas al invadir Irak, esta potencia también se preocupó por conseguir la aprobación del Consejo de Seguridad antes de iniciar la ocupación. Esto porque si bien las reglas se rompen estas no pueden ser violadas por todos y todo el tiempo. Entonces, el marco normativo internacional, en realidad, se utiliza como justificación. Esto se ve expuesto, en los discursos donde Vladimir Putín intentaba amoldar los hechos al derecho internacional para excusarse frente a la comunidad mundial al invadir Ucrania. El entrevistado explica que “el derecho internacional no previene los conflictos o sirve como un reglamento que activa automáticamente un castigo, sino que si en el largo plazo el quien viola una norma y no intenta justificarse ocasiona que se vuelva un aislado de la comunidad internacional”. Lo cual, continúa, le está sucediendo a Rusia actualmente.
Para analizar el rol de las Naciones Unidas se debe separar a la Asamblea Constituyente del Consejo de Seguridad. Este último es el encargado de velar por la paz y la seguridad internacionales tomando decisiones que deben ser acatadas por cada uno de los Estados Miembros. Según el artículo 23 de la Carta de la ONU, el consejo está conformado por 15 países: 5 permanentes y 10 elegidos cada año por la Asamblea General para cumplir con su rol durante un periodo de dos años. Entre los 5 países permanentes con poder de veto se encuentran los Estados Unidos de América, Reino Unido e Irlanda del Norte, la Federación de Rusia, China y Francia. Estos países, según Terradas, “pueden, en cualquier momento, doblar el reglamento para que esté a su favor, pero saben que si rompen las reglas de manera explícita envía el mensaje de que todos pueden romper las reglas”. Y como bien este medio ha expuesto anteriormente, las guerras no solo se quedan en el plano armado, sino que también trascienden a los espacios públicos de discusión buscando ganar la narrativa de un conflicto.
Entonces, como aclara Terradas, es necesario que los demás espectadores piensen que las razones por la cuales un país está iniciando un conflicto sean justificables, porque así no ocasionará repudio en la opinión pública global. Por lo tanto, que el derecho internacional exista, que se monitoree y que los países tengan que jugar en un partido previamente esquematizado obliga a que el perpetrador intente excusarse llevando las causas a un plano discursivo y ambiguo por el afán de ganar la narrativa, ya que “nadie quiere terminar viéndose como un Hitler y todos quieren ganar legitimidad para mantener la autoridad moral”, según Terradas. Esta es la razón, de acuerdo al especialista, por la que Israel se apresuró en demostrar que el ataque al hospital Al Ahli no fue propiciado por su inteligencia. Debido a que eso mancharía su rol de víctima y ambos, tanto Gaza como Israel, quieren posicionarse como tal.
La hipocresía necesaria
Por otro lado, es conocido que el derecho internacional no ampara a todos, ya que los países que conforman el Consejo de Seguridad tienen gobiernos propios con ideales e intereses distintos. Además, es débil porque cuando se trata de un país pequeño el peso de la normativa cae con fuerza; sin embargo, si es que se trata de un país potencia esto no sucede con regularidad. Por eso, es que se llama al derecho internacional como hipocresía, pero Terradas añade “que si bien es una hipocresía frustrante, esta sobre todo es ordenada”, ya que si bien las reglas se rompen no todos los días sucede un Irak – EE.UU., un Ucrania – Rusia o un Israel – Hamás, porque vivimos en un mundo actualmente muy reglamentado.
Terradas advierte que desde su posición es necesario realizar un ejercicio de comparación: el mundo antes de la creación de organismos internacionales reguladores (como la ONU) y el mundo previo a todos esos marcos normativos que suponen esas organizaciones. En el mundo de antes se practicaba el colonialismo, el esclavismo, la conquista territorial y la única excusa era el peso del hombre blanco, donde no era necesario “justificar” un ataque armado, sino que se hacía porque “traían la civilización a esos territorios”.
Las grandes potencias fueron las creadores de los reglamentos, porque, de acuerdo a Terradas, si es que esto no fuera así serían las mismas potencias quienes no tomarían importancia a la normativa, y por lo tanto tampoco los países pequeños, ya que “es hipócrita pensar que Perú equivale a un China o a un Estados Unidos dentro del globo”. Si es que hay un derecho internacional, este tiene que ser escrito por las naciones fuertes, para que exista el estímulo para cumplir y aunque ellos puedan interpretarlas a su favor, eso no significa que los países pequeños no puedan aprovecharla también. Un ejemplo claro de esto ocurrió en 1902 y 1903, cuando las fuerzas navales del Imperio Británico, el Imperio Alemán y el Reino de Italia llevaron a cabo un bloqueo naval en las costas y puertos de Venezuela. Su objetivo era forzar el pago inmediato de deudas externas. Sin embargo, en ese momento ya se había establecido la Doctrina Drago, que prohibía a cualquier Estado extranjero usar la fuerza para cobrar una deuda a una nación americana. Lo que llevó a la firma del Protocolo de Washington en 1903, acuerdo que dictaba el retiro de las tropas europeas y la reducción de la deuda.
Como bien señala el experto, sería demasiado simplista pensar que las regulaciones internacionales carecen por completo de utilidad solo porque vivimos en una época de incumplimientos de normas. Mirar las relaciones globales desde una perspectiva puramente realista omite que, a pesar de las infracciones, sigue habiendo avances. El derecho internacional, aunque con sus fallos, brinda a todas las naciones la seguridad de que es posible encontrar soluciones y que un conflicto no es eterno.