El pasado 28 de septiembre, la décima entrega de la saga ‘Saw’ regresó a las pantallas grandes, reavivando la pasión por el cine más violento. Dos expertos desentrañan el misterio detrás de la atracción del público hacia lo visceral y lo macabro, adentrándonos en el oscuro universo de este género.
Por: Axel Delgadillo y Paula Alpún
En la nueva entrega de la saga, el infame Jigsaw regresa decidido a desafiar nuevamente los límites de la moral y la cordura humana. La película se destaca por su impactante representación gráfica de la violencia y el suspenso, sumergiendo al espectador en el perturbador universo del séptimo arte más grotesco.
Para gustos, colores y rojo sangre
A pesar de la potente intensidad de las escenas, es importante tener en cuenta que no a todos les agrada lo explícito. La crudeza de las representaciones puede ser angustioso para algunos, haciéndolos retorcerse en sus asientos.
Sin embargo, lo sorprendente es que, a pesar de su naturaleza explícita, esta reciente cinta ha sido elogiada por la crítica y ha obtenido una destacada calificación positiva del 80% en Rotten Tomatoes. Ahora bien, es interesante considerar cómo es posible que exista una audiencia fiel que disfruta de una experiencia tan visceral, donde la crudeza de las escenas puede resultar perturbadora para algunos.
Rodrigo Bedoya, crítico de cine y docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima, argumenta que el atractivo radica en la capacidad para inducir al espectador a alejarse de su lado más racional. “La película de terror desafía las fronteras de lo que generalmente consideramos como orden y cordura, pero el gore lleva esta experiencia un paso más allá”.
Asimismo, este tipo de filmes ayudan a liberar emociones y tensiones que a menudo mantenemos reprimidas en la vida cotidiana. Esto no es necesariamente perjudicial, según la perspectiva de Bedoya, el goce de la violencia en la pantalla puede servir como un medio catártico para liberar esas emociones reprimidas que todos llevamos dentro.
Un debate sin fin
José Carlos Cabrejo, crítico de cine y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima, destaca la asociación del intrigante término gore con la representación cruda y gráfica de elementos como la sangre y las vísceras. Sin embargo, el experto nos insta a pensar más allá de las etiquetas convencionales al afirmar que en realidad es una forma expresiva que trasciende los límites de los géneros cinematográficos tradicionales.
“Usualmente cruza el terror, pero no es algo exclusivo de este. Por ejemplo, ‘La pasión de Cristo’ no encaja dentro de este género pero sí es considerada un gran exponente del gore”, comenta Cabrejo.
Rodrigo Bedoya coincide con este pensamiento, puesto que bajo su punto de vista, este tipo de cine es algo transversal. “Siempre ha sido un estilo que ha atravesado distintos géneros. Esto debido a que si bien hay elementos del gore que pueden ser terror, en la comedia también pueden ser añadidos”.
Ambos críticos concuerdan en que su versatilidad lo convierte en una forma de expresión única. La posibilidad de manifestarse en una variedad de géneros, desde el terror hasta la comedia o la ciencia ficción, lo que lo convierte en un recurso visual y narrativo capaz de desafiar las expectativas y enriquecer la paleta creativa de la industria cinematográfica.
La sangre es magnética
A medida que el cine ha evolucionado a lo largo de las décadas, se ha vuelto más conservador en ciertos aspectos. “Esto se observa claramente con las representaciones de sexo, las cuales cada vez son menores. Entonces, actualmente no hay la necesidad de colocar en pantalla representaciones excesivas y mucho menos graficar tan explícitamente la violencia”, sostiene Bedoya.
De ahí que el enfoque del terror se ha ajustado para ganarse un lugar entre el público. Películas como ‘El Conjuro’ o ‘La Noche del Demonio’ ilustran cómo este género ha encontrado el equilibrio adecuado entre el miedo y la aceptación general.
Pero, desde sus inicios el gore se ha destacado por su capacidad para desafiar las normas y tabúes convencionales. Ha exhibido lo que en el pasado estaba prohibido, empujando los límites de lo que la sociedad consideraba aceptable en una producción cinematográfica.
Cintas como ‘Hellraiser’, ‘Terrifier 2’, ‘Unwelcome’, ‘Renfield’ y la icónica saga de ‘Saw’ son un “espectáculo de lo grotesco” donde la violencia gráfica y lo explícito de las imágenes respecto al desmembramiento o la cantidad excesiva de sangre es el punto central de la trama.
Bedoya afirma que la clave está en los detalles, pues para seguir manteniendo a su fiel público este tipo de cinematografía se centra en el trabajo de cámara. “La característica principal y lo que ha hecho que aún tengan algo especial para su audiencia es el espectáculo de la sangre, de ver cabezas decapitadas”.
Orígenes sangrientos
La palabra ‘gore’ se ha convertido en un término familiar para los amantes del cine que buscan una experiencia cinematográfica extrema. Derivada del inglés y vinculada directamente al derrame de sangre, el concepto nació en la segunda mitad del siglo XX, aunque sus raíces como forma de representación visual se remontan a principios de aquel centenario.
En 1908, en el teatro francés Grand Guignol, surgieron los primeros intentos de recrear escenas sangrientas con el propósito de captar la atención y el impacto del público. A medida que el tiempo avanzaba, se logró establecer como una forma de expresión contracultural en el mundo del cine, lo que a menudo lo ha llevado a ser considerado “la oveja negra del cine”.
En 1962, Herschell Gordon Lewis junto a su amigo y productor David F. Friedman, se dio cuenta de una particularidad en la industria cinematográfica de la época. Los desnudos femeninos, que habían sido durante mucho tiempo un atractivo principal para el público, ya no ejercían el mismo poder de atracción. Ante esta realidad, buscaron un gancho visual que pudiera impactar a la audiencia de una manera completamente diferente: la sangre.
Así pues, el cine gore, como la saga ‘Saw’ y otras producciones similares, continúa desafiando las normas y expectativas del cine convencional. Ofrece una ventana al lado más oscuro de la psicología humana, donde las audiencias pueden explorar y liberar tensiones de una manera que no es posible en la vida cotidiana.
A pesar de que puede no ser para todos, su atractivo radica en su valentía para enfrentar lo que la sociedad a menudo prefiere mantener oculto y en su capacidad para ofrecer una experiencia liberadora a aquellos que buscan una forma única de catarsis a través de la pantalla grande.
