A pesar de sus hazañas en el campo, se cuestiona por qué muchos profesionales del fútbol parecen inmunes a la justicia cuando se trata de casos de violencia de género. El tiempo pasa y el hinchaje perdona sus malas acciones.
Por: Ciro Valenzuela e Igor García
La impunidad que rodea a los futbolistas en casos de agresión ha sido un tema de creciente preocupación en el mundo del deporte y la sociedad en general. A medida que los atletas continúan ganando notoriedad y riqueza, la pregunta sobre si están por encima de la ley se vuelve más apremiante. La fama y el estatus de los jugadores a menudo parecen protegerlos de las consecuencias legales en casos de agresión, y cómo esta exención impacta no solo en el ámbito deportivo, sino también en la percepción de la justicia y la equidad en el mundo.
Tanto en la Liga 1 como en el extranjero, han existido distintos sucesos de agresión hacia la mujer por parte de jugadores profesionales y que hoy en día, se les puede ver ejerciendo el deporte sin ni un problema. Estos temas suelen acaparar la atención de los medios durante unas semanas y luego la vida de los involucrados vuelve a la normalidad. Un ejemplo de esto es el arquero de Alianza Lima, Ángelo Campos, y el delantero inglés del club español Getafe, Mason Greenwood, quienes regresaron a defender los colores de sus equipos el pasado domingo 17 de septiembre. O incluso, el más mediático, el de Andy Polo, quien fue despedido del club de la MLS, Portland Timbers. Sin embargo, aquí en Perú, Universitario le abrió las puertas, y hoy en día, es convocado a la selección absoluta.
Estas acciones reflejan que en nuestra sociedad un actor futbolístico, en cierta medida, tiene un barrera que dispersa estos problemas mediáticos y provoca que todos ellos puedan seguir sus vidas sin ningún tipo de problema.
Dentro de su esfera
“La pelota no se mancha”, una de las frases más icónicas en la historia del deporte rey, pero dicha por la persona que más ensució su imagen fuera de la cancha: Diego Maradona, quien quizás podría ejemplificar la perfección de la burbuja protectora que tienen los deportistas ante cualquier problema mediático, como lo fue él cuando agredió a su ex pareja, Rocío Oliva.
Guber García, psicólogo deportivo, explica que esta esfera protectora surge a raíz de la idolatría que los hinchas tienen hacia los jugadores. Esto les hace sentirse intocables y creer que las leyes no se aplican de igual manera para ellos.
“En la sociedad peruana son percibidos como héroes, como ídolos. Los idolatran como personas con otras cualidades, con otras características y sobre todo seres superiores, seres que están en otro nivel de vida.”, comenta el especialista García.
Por lo tanto, para el hincha, el perdón de sus acciones se fundamenta en su desempeño en el campo. Según declara Javier Díaz Albertini, sociólogo y docente de la Universidad de Lima, “en ámbitos donde el machismo sigue siendo predominante, como el fútbol, el aficionado es capaz de pasar por alto y perdonar dichas situaciones con tal de ver al jugador anotando goles y defendiendo a su club”.
La violencia que mancha el fútbol peruano
En nuestro país, se han registrado casos recientes como el de Alexis Gómez, quien fue detenido ayer en Cusco después de que se emitiera una orden de arresto por violencia física contra una mujer. Asimismo, se encuentra el caso del arquero de Alianza Lima, Ángelo Campos, quien ha sido demandado por su expareja y madre de su hija, Yharif Figueroa, por presunta agresión.
El caso más mediático, y de los más polémicos, fue el de Andy Polo, jugador peruano que actualmente fue convocado en la selección absoluta. En febrero del 2022, su esposa de ese entonces, Génesis Alarcón, hizo pública una denuncia por violencia familiar contra el deportista. La MLS y el club al que pertenecía Polo, el Portland Timbers, al enterarse de la situación, respondieron inmediatamente suspendiendo toda actividad del jugador con el equipo. Finalmente, el jugador peruano fue despedido de su club.
Sin embargo, en marzo del mismo año, la “U” confirmó el fichaje mediante un comunicado. Permitiéndole a Andy Polo, hasta día de hoy, seguir siendo un futbolista profesional al abrirle nuevamente las puertas en su país. A pesar de que durante las primeras semanas haya habido indignación e incomodidad por parte de la afición sobre la aceptación del jugador en el club crema, este se olvidó rápidamente y Polo volvió a los terrenos de la cancha como si nada hubiese pasado.
Albertini afirma que el fútbol, no solo en el contexto peruano, es un espacio permeado por el machismo, compuesto por aficionados con actitudes machistas que anteponen la competencia del jugador y relegan a un segundo plano sus problemas personales. Como menciona, “las parejas de los futbolistas, muchas veces no son vistas con los mismos ojos que el futbolista. Son percibidas como simples acompañantes”. Por lo tanto, cuando se presentan casos de agresión, estos aficionados optan por pasar por alto estos problemas y enfocarse en el desempeño deportivo.
Responsabilidad compartida: el hincha influye
Los futbolistas, al ser actores directos de los casos de agresiones, indudablemente tienen una responsabilidad sustancial en que estos incidentes se originen. Sin embargo, el problema de la impunidad no solo involucra exclusivamente a los jugadores, ni a las autoridades deportivas, dentro del mapa también se debe tomar en cuenta al individuo apasionado por el fútbol, el hincha.
Esta suerte de inmunidad que tiene el jugador se vuelve viable y existe por diferentes variables, pero la más destacada es el hecho de que los aficionados idolatran a los futbolistas, considerándolos superiores a un civil “común”, lo que conlleva a un gran aumento del ego del deportista. Incluso se puede llegar al extremo de crear una religión para un deportista, como es el caso de la Iglesia Maradoniana, en el que se adora y reza al mítico jugador argentino Diego Armando Maradona, a pesar de haber cometido actos cuestionables en su vida.
¿Por qué el fanático idolatra tanto a un futbolista hasta tales extremos? Según la psicóloga Teresa Terol, “en la idolatría hay mucho de la necesidad que tiene el ser humano de aferrarse al pensamiento mágico, que cumple una función de salvación. De alguna manera, eso nos calma y nos protege de algo que no entenderíamos, o nos provocaría dolor o incertidumbre”. Relacionándolo con el deporte, la idolatría hacia los futbolistas se entiende como una forma de escapar de la realidad y encontrar seguridad y felicidad en la admiración hacia los ídolos deportivos.
La impunidad no solo radica en la falta de sanciones por parte de las federaciones, sino también en la falta de condena social por parte de los aficionados del fútbol. La importancia que le dan los hinchas al ámbito extradeportivo es casi nula, pues a ellos solo les interesa que el deportista ofrezca un buen rendimiento dentro de la cancha y que logre los resultados esperados.
“La escala de valores está yendo mal encaminada, porque realmente lo que nos interesa como sociedad es valorar a la persona y su integridad, entonces, al valorarlo solamente desde el punto de vista deportivo, da a entender que lo más importante en la sociedad es el deporte. Por tanto, cualquier delito que comete un futbolista es perdonado por los aficionados, por las autoridades y por las organizaciones” comenta García.
No existe justificación para cometer un acto de agresión, asimismo, no existe ninguna razón para que esta acción pase desapercibida. Todo lo que rodea la problemática de la impunidad en los futbolistas nos lleva a cuestionar cuáles son las prioridades de nuestra sociedad y la relevancia del deporte en ella. Este tipo de situaciones es una llamada de atención hacia nosotros, los seguidores del fútbol, al permitir que sucedan, cuando podemos evitarlo. Así como los hinchas endiosan, también pueden presionar y criticar a los atletas de élite.