En medio de la oscuridad del océano, la destrucción del sumergible que se dirigía a los restos del Titanic cobró la vida de sus tripulantes. Entre las olas de dolor de las familias y diversas críticas, varios se preguntan qué necesidad tenían los cinco adinerados pasajeros para embarcarse en tan arriesgada expedición.
Por: Julio Andía y Estefano Cortez
Bajo la superficie marina se esconden grandes tesoros que el ser humano sueña conocer, así como icónicos restos de hechos históricos, como el que se llevó a la pantalla grande en 1998: el naufragio del trasatlántico Titanic. En busca de esta embarcación que reposa en el fondo del océano, cinco tripulantes pagaron 250 mil dólares por la experiencia de ver, con sus propios ojos, lo que queda de aquella tragedia.
A medida que se desciende 3 821 metros bajo el nivel del mar, la travesía se vuelve más peligrosa. Tras cada milla recorrida, el oxígeno se desvanece y la presión del agua aumenta. El jueves 22 de junio se confirmó la implosión de la nave Titan de la empresa OceanGate y la muerte instantánea de sus pasajeros. Los múltiples riesgos que aceptaron desde un inicio han puesto sobre la mesa la necesidad que tenían de realizar esta fatal expedición. ¿Vale la pena arriesgar la vida por una aventura tan excéntrica y audaz?
Profundidades mortales
Este suceso ha generado el desconcierto de muchas personas, pero también alimentó las pesadillas de otras pues no es la primera vez que se pone en duda la seguridad de esta compañía. El empresario alemán Arthur Loibl conoció de primera mano lo que significa adentrarse en el mar, ya que en agosto del 2021 realizó el mismo viaje, el cual calificó como una “misión suicida”.
Desde antes de embarcar tuvo que firmar extensos documentos que aseguraban que entendía las consecuencias que podría tener aquel recorrido. Según cuenta, uno de ellos le advertía de un posible desenlace mortal. “Este sumergible no ha sido probado ni certificado por ningún organismo regulador y podría causar lesiones físicas, traumas emocionales o la muerte”, decía.
En la misma línea, el empresario Chris Brown, quien pudo haber formado parte de la expedición al adelantar el 10% del precio del boleto, también advirtió que la empresa OceanGate se negaba a presentar las certificaciones correspondientes para el descenso, por lo que decidió pedir un reembolso después de observar un intento de prueba de llegar al Titanic en el 2018. “Descubrí que utilizaban viejos postes de andamiaje para lastrar el sumergible y que sus controles se basaban en mandos de juegos de computadora”, contó.
¿Algunas vidas valen más que otras?
Así como estos, en los últimos días han salido a la luz varios datos escalofriantes sobre cómo opera la compañía y los ingentes huecos en cuanto a la seguridad de sus expediciones. Ciertamente, la noticia de la muerte de sus tripulantes rápidamente sacudió al mundo. Tras cuatro días de intensa búsqueda que costaron más de 6 millones de dólares, según estima el medio SER, se conoció que el sumergible implosionó en cuestión de segundos.
El trabajo titánico de países como Francia, Estados Unidos y Canadá para dar con la ubicación de los pasajeros ha causado revuelo, pues estos eran, en su mayoría, multimillonarios o reconocidos hombres de negocio por los que se movió mar y tierra. Esta situación no es compartida por todos. De hecho, para los múltiples naufragios de inmigrantes que se embarcan en botes sobrecargados de personas y en condiciones inhumanas, la atención de las autoridades es limitada. Sin ir muy lejos, el 14 junio, cuatro días antes de la desaparición del Titan, la ONG Alarm Phone reportó la muerte de 82 migrantes que perecieron ahogados.
Nuevos y costosos horizontes
Es así que, una vez que se dio a conocer la noticia de la desaparición del sumergible y luego de que algunos detalles de la expedición comenzaron a alcanzar la superficie, las opiniones en redes sociales fueron diversas. ¿Cómo tener empatía por aquellos que no tienen la necesidad de arriesgarse de esa forma y lo hacen por lujo?
El afán por saber lo desconocido es una característica que el ser humano tiene por naturaleza. Buscar nuevos retos o conocer lugares a los que no estamos acostumbrados forma parte de nuestra esencia. El sociólogo Santiago Srebot hizo un análisis de la situación y afirmó que “este tipo de viajes se dan por un tema de poder, los ricos en su mayoría tratan de ver maneras de identificarse y resaltar frente a otros. Lo que busca el dinero es reconocimiento, fama y distinción”.
Asimismo, para el psicoanalista Eugenio Calmet Bohme, para muchos el dinero otorga la sensación de realización personal, pero no es cierto. Adinerados incluso creen necesarias estas experiencias para considerarse importantes. Mientras que la mayoría tiene que conformarse con los documentales sobre el naufragio, otros buscan la validación por medio de actividades que les permitan decir, por ejemplo, ‘yo sí presencié a pocos metros los restos del gigantesco barco Titanic’.
“Hacer expediciones como esta no tiene sentido. Si se hiciera por interés biológico, ahí sí habría una razón científica muy válida porque es para aportar al conocimiento humano. En cambio, esta experiencia es ver de primera mano algo que se puede tener en museos o documentales; esto lo hacen porque pueden”, menciona Srebot.
Viajes imposibles y egos inalcanzables
Dos factores esenciales que pueden influenciar en estas decisiones son el ego y la ambición, guiados por un capricho de alcanzar lo que otros no pueden. Recién cuando suceden tragedias como la acontecida es que comienzan las reflexiones. ¿Por qué pasaron por alto las múltiples señales de peligro por las que varios desistieron de embarcarse hacia las profundidades con OceanGate? “Esto tiene que servir de lección para las personas sobre lo que el dinero y el poder pueden hacer, hay que saber que se pueden usar de mejor manera y aportar cosas positivas a la sociedad”, puntualizó Srebot.
Asimismo, se espera que más adelante las empresas implementen nuevas y mejoradas medidas de seguridad que salvaguarden la vida de personas que realizan este tipo de experiencias, como la que comienza a tomar cada vez más atención: el turismo espacial. Más allá de la polémica que causa el caso y las próximas investigaciones que ya tienen en la mira a la compañía, lo cierto es que la persecución de eventos del pasado debe quedar en mano de los científicos y demás expertos. Por ahora, las películas, museos y documentales son nuestros mejores aliados para conocer lo que fue el imponente Titanic.