El retorno de la hija del rey Tritón a la pantalla grande trajo consigo una revuelta entre los más nostálgicos abanderados del clásico de Disney en 2D. Alvaro Iparraguirre, experto en animación y narración, analiza este rechazo y nos brinda su visión sobre esta avalancha de remakes con personajes de carne y hueso.
Por: Eduardo Vidal
Entre el océano azul, una infinidad de corales y el universo de las criaturas acuáticas, Disney estrena este 25 de mayo uno de los live action más esperados: La Sirenita. Y es que los dibujos animados han conquistado nuestras infancias una y otra vez para resguardarse en la memoria de jóvenes y adultos, para transmitir cientos de emociones que salen a flote una vez que la fantasía se apodera de las historias.
Tras el estreno de la adaptación de este clásico y los pequeños avances filtrados en redes sociales durante los últimos meses, saltó de la pecera la apariencia de personajes entrañables de la película original, como el cangrejo Sebastián, el pez Flounder y la gaviota Scuttle. Estos pasaron de tener un aspecto familiar para todos a uno más realista que imita a los animales que interpretan y que ha abierto el debate de cómo se utiliza la tecnología para darle vida a estos icónicos seres animados que no son personas.
Renovar como pauta
“Hollywood siempre ha tenido la necesidad de adaptar relatos que funcionaron en el pasado con el objetivo de evitar que desaparezcan”, comenta el experto en animación y narrativa Alvaro Iparraguirre. El caso de Peter Pan, Blancanieves, la Bella y la Bestia son ejemplos claros de estas recreaciones. “Esta transición al live action obedece a la tecnología con la que ya se cuenta. En su momento, el largometraje de La Sirenita fue elaborado con dibujos a mano. Ahora, la animación 3D ha llegado a un nivel hiperrealista, y brinda la posibilidad de tener personas de carne y hueso gracias a las imágenes digitales”, agrega el también docente de nuestra casa de estudios.
Además, Alvaro considera que esta tendencia no necesariamente responde al deseo de exponer un ángulo o elemento novedoso, sino principalmente a una noción de actualización tras el advenimiento de nuevas generaciones. “Ahora los niños consumen contenido a través de las diversas plataformas disponibles. Por ello, existe la obligación de generar productos nuevos. Entiendo la lógica de hacer más y más porque es lo que exige el público”. Sin embargo, ¿qué pasa cuando los filmes originales ya trazaron una estética y narrativa propia? ¿Cuánta libertad creativa hay en los remakes?
Entre crustáceos y peces hiperrealistas
Una de las quejas más esgrimidas que generó revuelo señala directamente a los personajes de Flounder y Sebastián, quienes deslumbraban caracterizaciones simpáticas y amigables en la película de 1989. Los fanáticos estallaron a través de comentarios con matices de burla y decepción en contra de los primeros diseños aterradores de las criaturas a los cuales les arrebataron la gracia y mística. “El tipo de animación tiene mucho que ver en la construcción del personaje, no solamente en el aspecto emocional, sino en el físico”, aporta Iparraguirre, destacando que se genera un contraste brusco en comparación a cómo fueron presentados en un principio.
Por ejemplo, en 2019 se lanzó el primer avance de la adaptación live action del videojuego Sonic, presentando al protagonista de manera hiperrealista, sin las facciones clásicas de su diseño original. Aquello generó una ola de reclamos sin precedentes a nivel mundial. Su apariencia produjo aberración. “Hubo muchos problemas con la casa productora que realizó el filme. Elaboraron una figura con una caracterización demasiado cercana a la naturaleza”, explica el especialista. Se intentó erradicar lo que hacía especial al velocista azul para transformarlo en un erizo.
Tras la avalancha de críticas, el director tuvo que pedir disculpas al público anunciando el rediseño de la figura para el estreno. “En el caso de la anunciada película de Stitch, hay ese miedo de que se vuelva a cometer el error. Se espera que el amigo de Lilo tenga ciertos rasgos ligados al extraterrestre esponjoso que empatizó con las audiencias”, nos comenta Alvaro. “La teoría del Valle Inquietante consiste en una respuesta de rechazo que se produce cuando vemos réplicas que se acercan demasiado a lo real, al punto de generarnos repudio”, añade.
El reinventor
No obstante, tras las primeras proyecciones de La Sirenita, varias reseñas han reivindicado el formato para la readaptación, recalcando un plano que la naturaleza de la animación CGI no permite: la interpretación humana. Más allá del eterno debate sobre si hay o no inclusión forzada, “Halle Bailey es la razón que la audiencia necesitaba para justificar que Disney vuelva a visitar este clásico”, opina Peter Debruge, crítico de cine de Variety.
A pesar de ello, estos continuos relanzamientos generan en las audiencias la pregunta de si estas producciones responden a un agotamiento creativo en la compañía. “No creo que sea solo problema de Disney, me parece que es un tema general en todo Hollywood. Eso lo podemos ver en la cartelera, pues tenemos diversas películas que están haciéndose una y otra vez”, indica Alvaro, resaltando que esta práctica está muy generalizada. Entonces, ¿se trata de un manotazo ahogado de la gigantesca compañía? Lo cierto es que se vienen las adaptaciones de más clásicos, como Hércules, el gran reto que representa Lilo & Stitch, Mufasa, las segunda entrega del Libro de la Selva y otros.
La empresa del ratón ya no está sola. Dreamworks, con la original propuesta de Shrek e Illumination con su reciente estreno de Mario Bros le hacen la competencia ya desde varias décadas. El universo de la animación va ampliándose y se enfrenta a escenarios enriquecedores como la implementación de la inteligencia artificial, pero también encuentra públicos mucho más críticos y conscientes de lo que consumen. Por ahora, queda comprar canchita y sumergirnos en la magia de la vida debajo del mar y en la nostalgia de canciones como Kiss the girl o Part of your world.