Desde el 02 de mayo los escritores de la agrupación Writers Guild of America han dejado su pluma para salir a las calles y alzar su voz sobre las condiciones laborales con las que trabajan. A raíz de esto, proyectos como Stranger Things han suspendido indefinidamente su rodaje. César Loli y Giancarlo Cappello, ambos libretistas nacionales, nos comentan su percepción de la situación.
Por: Eduardo Vidal
El streaming nos ha convertido en devoradores pasionales de contenidos audiovisuales. Actividades como maratonear una serie han dejado de ser solo una alternativa para nuestro tiempo libre y, en varias ocasiones, se apoderan enteramente de este. Pero, ¿y si se paraliza la producción de nuestras ficciones favoritas? La presente huelga de guionistas en Hollywood ha puesto en jaque a la industria con la búsqueda de la reivindicación de la muchas veces menospreciada labor del escritor. Varios de los programas más aclamados y exitosos como Stranger Things, Cobra Kai, The Mandalorian y The Last of Us han entrado indefinidamente en pausa durante la grabación de sus nuevas temporadas ante la ausencia del libretista y su imprescindible pluma.
Sin embargo, esto va más allá de la comodidad del espectador. La subsistencia y la justa remuneración del guionista son reclamos que levantan los manifestantes en las calles de las estrellas.
Tormenta en Hollywood: ¿por qué la huelga?
El escritor es más que fundamental en el mundo audiovisual. Imagina universos con el gran poder de su mente y, como una lámpara mágica, germina vida a través de personajes, eventos, diálogos ficcionales y, sobre todo, sentimientos que logran reflejarse a través del brillo de los ojos del espectador. Es así que los artífices detrás de este arte son los que han salido a manifestarse en busca del incremento de sus salarios, entre otras peticiones que persiguen el fin de lo que ellos consideran el precario modelo de trabajo que engloba la industria desde el advenimiento de los servicios de streaming.
“Estamos ante un cortocircuito entre el productor y el escritor en un terreno donde habitualmente se concertaba con acuerdos productivos para ambas partes. No es la primera vez que sucede. En el 2007 pasó por los mismos motivos”, señala el guionista y docente de la Universidad de Lima Giancarlo Cappello. La única diferencia es que la anterior huelga se basó en la demanda del incremento de regalías por la obra de los libretistas en la venta de DVDs, mientras la actual persigue la misma lucha en el campo del contenido publicado en los modernos servicios como Netflix, Disney +, Star +, HBO+, Amazon Prime, etc.
La problemática ha estado latente durante todos estos años. Para Cappello, estas plataformas digitales ingresaron abruptamente al mercado en un marco donde los parámetros todavía no contemplaban estas nuevas formas de explotación de los contenidos audiovisuales en el tema de las prerrogativas.
El sindicato Writers Guild of America ha jugado un papel fundamental en la organización de las manifestaciones y, cómo no, de los acuerdos. Para entender el rol de esta asociación en el conflicto, alerta Giancarlo, se debe dejar de lado la concepción latinoamericana ideologizada. “El gremio es una figura que también corresponde al capitalismo. Para los contratantes y productores, esto implica la posibilidad de concertar y llegar a pactos entre ambas partes. Es una figura que ayuda y organiza el trabajo de las industrias culturales. Sin embargo, cuando en alguno de los dos lados hay un desbalance, este tipo de ruidos ocurre”, explica el escritor.
No obstante, el asunto es mucho más complejo y no corresponde a una lógica maniquea en la que se deba otorgar la razón a uno. “Tanto los guionistas como los productores tienen aristas atendibles. No hay buenos y malos, ambos se necesitan mutuamente. La tensión ocurre por una disputa en la actualización de las regalías”, aclara Cappello, destacando que todavía no todas las productoras, por más exitosas que parezcan, recaudan lo suficiente como para establecerse en el mercado y solventar más gastos.
¿Y las producciones?
Es imposible analizar el panorama sin relacionarlo con las manifestaciones del 2007. En estas se vieron afectadas y posteriormente retrasadas diversas producciones como Lost, X-Men Origins: Wolverine, How I Met Your Mother, Family Guy, Terminator Salvation, Star Trek, Dragonball Evolution. El caso más célebre es el de Breaking Bad, cuya paralización a mitad de la primera temporada terminó por beneficiar a la historia después de que el creador de la serie, Vince Gilligan, desistiera de su decisión de matar a los personajes Jesse Pinkman y Hank Schrader, quienes terminaron siendo emblemas del programa.
“Luego de la huelga de hace 16 años, la calidad de los contenidos bajó significativamente. Incluso series que habían sido galardonadas y exitosas, terminaron siendo un desastre en las temporadas siguientes a la primera. Muchas acabaron canceladas”, señala el libretista y profesor de nuestra casa de estudios César Loli.
Las plumas del Perú
Para ambos guionistas, en nuestro país la inexistencia de un gremio organizado se debe a una causa estructural basada en el hecho de que a nivel nacional no hay todavía una industria que produzca numerosos contenidos de manera regular. “Aquí normalmente se trabaja a destajo. En el caso de las telenovelas, se suele pactar un precio único por capítulo, cediendo, de esa manera, los demás derechos. La informalidad lleva a que los acuerdos sean inicuos”, detalla Giancarlo, añadiendo que en aquel pago se incluyen el monto de las posibles regalías que la obra pueda llegar a generar.
Por su parte, Loli señala que las principales prácticas nefastas en el rubro local tienen que ver principalmente con la inestabilidad laboral. “Ante la común ausencia de contrato, se asume que los derechos los tiene el productor, no el escritor. Entonces, no hay posibilidad de reclamo si este no recibe la retribución adecuada”. Hay una mala práctica de acordar verbalmente, sin papel alguno.
La AI cobra protagonismo
El pavor a la distopía de la inteligencia artificial que reemplaza al humano no pasa desapercibido para los guionistas, mientras que para los espectadores es difícil concebir la idea de pasar de disfrutar de la creatividad e ingenio del libretista a depender de una tecnología que genera guiones entre ceros y unos.
Ante la contemplación realista de esa posibilidad por parte de las productoras, los artistas de la narrativa redactaron una petición. “La IA no puede escribir o reescribir ningún material literario; no puede ser utilizada como fuente, ni se la puede entrenar”. Este reclamo fue posteriormente denegado. “Yo no creo que este tipo de tecnología pueda generar una calidad de historias similar a la que puede generar un ser talentoso. El ángulo creativo, la innovación y los nuevos puntos de vista siempre los va a traer el ser humano”, concluye Loli, disipando los miedos enervados en sus compañeros de profesión. Una divertida pero elocuente pancarta de los protestantes expone esta visión: La inteligencia artificial no tiene traumas infantiles. Lo cierto es que sin guion, no hay historias.