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Futuro sin piernas: ¿Por qué la formación juvenil de futbolistas está fracasando?

Tras quedar fuera de Qatar 2022, al resiliente y agobiado hincha peruano solo le quedó la esperanza de un recambio generacional que diera la talla. Pero los últimos fracasos en la Sub 17 y Sub 20 pintan un futuro desolador.

Por: Eduardo Vidal

Son contados los futbolistas jóvenes que salen del Perú para intentar brillar en el extranjero y, por otro lado, está costando demasiado el recambio generacional en una selección que sigue confiando en los referentes de la década pasada, sin la intención de ceder protagonismo a las nuevas camadas. 

El futuro de nuestro deporte rey –que tantos gritos, abrazos, ataques de euforia nos trae– no merece caer en estado comatoso. Por ello, en busca de respuestas, Nexos desglosó esta problemática con especialistas en el campo de la formación juvenil.

Una estructura enclaustrada en el fracaso

En el fútbol sudamericano los jóvenes destacan y afianzan su valor cuando salen al extranjero para fichar por equipos de ligas mucho más competitivas. Bajo este parámetro, según un estudio del CIES Football Observatory, este año nuestro país se ha mantenido en el penúltimo lugar de la región con menos presencia de jugadores en el exterior, por debajo de Brasil, Argentina, Colombia, Uruguay y Venezuela.

La bicolor nunca se ha caracterizado por brillar en competencias juveniles; sin embargo, los últimos resultados son más que suficientes para encender las alarmas. Tanto en el Sudamericanos Sub 17 como en el Sub 20 –ambos realizados en el presente año–, la selección peruana no superó las primeras fases y culminó su participación con el aterrador saldo de cero victorias. El fútbol base se encuentra en un malestar permanente y requiere remedios efectivos.

“Es muy difícil el trabajo de menores. Acá no permiten el desarrollo de los chicos”. Con esta declaración arranca el análisis del entrenador de fútbol Andrés Domínguez, quien actualmente dirige a la selección de la Universidad de Lima y que llegó de Uruguay hace 30 años con el objetivo de seguir empleando su vocación: la formación base. 

Andrés califica a la estructura de las divisiones menores como un desacierto que se diferencia abismalmente de un país potencia en la formación como el suyo. “Allá los clubes de primera están obligados a tener cinco categorías menores; y tanto los de segunda como tercera división, tres inferiores”, detalla. Estos niveles funcionan como una escala en la que los muchachos pueden ser ascendidos no solo por su edad, sino también por su nivel.

La desinformación como enfermedad

Muchas veces la desinformación en los dirigentes y altos cargos puede ocasionar que las disciplinas aledañas a la enseñanza técnica y táctica no sean tomadas en cuenta aunque sean igual de vitales. La psicóloga deportiva Jennyfer Cóndor sostiene que es a raíz de esta inoperancia que los jóvenes no terminan por interiorizar las herramientas mentales que un futbolista requiere para alcanzar el profesionalismo: disciplina, orden,  valores, una adecuada gestión de emociones, concentración, autoconfianza, fortaleza, entre otros.

Por otro lado, la ignorancia también lleva a los dirigentes a intentar suplir el rol del psicólogo con personal no calificado o, en todo caso, educado en otra disciplina. “Nosotros trabajamos con objetivos y estrategias. Ahora está muy de moda el coaching, y si bien hay una inversión económica y de tiempo, termina siendo una labor que no va a la par porque la formación es muy distinta. Incluso, hay quienes ejercen sin una estrategia marcada”, menciona Jennyfer.

Menos presión, más diversión 

Una de las claves para una exitosa formación base es dejar que los niños disfruten del juego. Con esa premisa, el instructor Domínguez ataca uno de los vicios más comunes: la cultura del exigente padre consumido por la ambición de que su hijo gane partidos y trofeos a tan temprana edad. “A veces sentimos todo el rato la presión de que quieren ver a sus niños campeones a los cinco, seis, siete años, cuando en realidad todavía deben aprender jugando, sin importar el resultado”, explica.

Los sueños pueden quebrarse de la noche a la mañana. Quienes le sonreían al balón bajo la ilusión de convertirse algún día en futbolistas profesionales, terminan por abandonar el anhelo cuando su pasión desvanece en medio de gritos impacientes de padres, abuelos y entrenadores, provocando que busquen otra actividad recreacional y vocacional. “Ya los niños se aburren del deporte porque deja de ser un juego para ellos al sentirse abrumados por la presión permanente. Tengo treinta años trabajando y ha pasado con cientos de pequeños con los que he trabajado”, cuenta el formador. Se aprende jugando, ganando y, sobre todo, perdiendo.

“Es importante la figura del soporte, del guía que puede ayudarlos a seguir adelante y esforzarse”, aporta Jennyfer respecto al frustramiento que puede atosigar a niños y jóvenes. Desafortunadamente, sostiene ella, si los familiares no cumplen esa figura, y no hay posibilidad de entablar comunicación con especialistas, es muy complicado que aquella persona logre sus objetivos.

La fórmula del fracaso termina por cuajar cuando el entrenador va en consonancia con la severidad y exigencia, aplicando metodologías nefastas. “En Uruguay los profesores están relajados tomando mate viendo cómo los niños juegan y se desarrollan en el campo. Les dejan que jueguen un rato de arquero, otro de defensa, rotando de posiciones. Mientras que en Perú el instructor suele estar como loco ordenando, gritando e incluso imponiendo táctica a los niños”, recuerda Andrés. En síntesis, el éxito del formador, para él, se valora cuando  se pule de a pocos el desarrollo del joven para que llegue íntegramente formado a la máxima categoría.

Economicamente (in)viable

Los dirigentes encargados de las canteras de los clubes no contratan entrenadores para formar deportistas, sino para ganar partidos. Es aplicar el cortoplacismo como filosofía formativa con el objetivo de promocionar sus academias, a costa del progresivo desarrollo de los jóvenes en función de la explotación de sus potenciales. Domínguez hace hincapié en que esa visión lucrativa no trae consigo un aporte presupuestal para las canteras. “Se necesitan buenos entrenadores, preparadores de arqueros, material deportivo, buenos campos. Hay muy poco de eso aquí porque no se quiere invertir”, precisa

Además, señala Jennyfer que son pocos los clubes que incluyen psicólogos en las distintas categorías de sus canteras. “El presupuesto se debe exigir si se quiere tener resultados. No solo es gastar por fuera, sino también en un cuerpo técnico que marque la diferencia”.

Valeria Vento, nutricionista deportiva, agrega que “si no tienen el apoyo del club, es realmente complicado conseguirlo de manera independiente. Imagina tener que pagar particularmente un nutricionista, un fisioterapeuta, un psicólogo, un médico. Es bastante costoso. Si la persona no tiene las posibilidades, carece del soporte que todo deportista que aspira al más alto rendimiento debería tener”. En su vasta experiencia en la cancha, ella ha sido testigo de cómo el acceso limitado a estos servicios es un lastre para el futbolista que quiere desarrollar al máximo sus capacidades.

Menos participación, más estancamiento

Pueden existir recursos, pero no basta con ellos. “La única manera de que los jóvenes se desarrollen es compitiendo. Y acá en el Perú, ese es otro gran problema”. A Andrés le fastidia mucho la práctica de contratar futbolistas de treinta años para arriba, dejando sin muchas oportunidades a canteranos menores de veinte, quienes suelen ser condenados a ver la marchitación de sus carreras desde la banca de suplentes.

Años atrás, la FPF impulsó la participación juvenil mediante la instauración de la ‘bolsa de minutos’, regla que sancionaba a los equipos con reducción de puntos en el campeonato liguero si no les brindaban un tiempo determinado a futbolistas de categorías juveniles. Sin embargo, la supuesta solución caducó este año tras críticas fundadas en la inexistencia de un avance significativo en perjuicio de los clubes.

¿Qué nos espera?

“Cuando se llevan a cabo los Sudamericanos Sub 15, Sub 17, Sub 20, presenciamos cómo Perú no se supera. Cambian los entrenadores y los dirigentes, pero sigue igual. Por eso es que el profesor Gareca quería meter mano a la formación juvenil porque veía que hay algo allá abajo que está fallando. Todo eso va a ser aún más evidente cuando en un futuro cercano se requieran nuevos jugadores para la selección mayor”, reflexiona Andrés. 

El panorama que Domínguez estima es una realidad. Según un cálculo del portal Arenga del Abuelo basado en los promedios etarios de las últimas convocatorias nacionales, la selección bicolor es el equipo más veterano de América del Sur, con 29 años. No obstante, a pesar del viento en contra y la marea agitada, la ilusión en este deporte que muchos amamos nunca nos abandona. 

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