Ante la suspensión y acusación aprobada hoy en contra de 4 congresistas investigados por el presunto delito de organización criminal y tráfico de influencias agravado por el caso “Los Niños”, Nexos conversó con dos analistas sobre su visión acerca de la trama política que vivimos.
Por: Stephano Jiménez
El ambiente político peruano parece que nunca va a dejar de temblar. Siempre tenso, activo, inmerso en actos controversiales que tiene a sus funcionarios en constante mira, nos ha traído estas últimas semanas varias noticias: la participación que muchos suponían de la exjefa del Gabinete Ministerial, Bettsy Chávez, en el golpe de Estado del 7 de diciembre del año pasado, el allanamiento a la casa del también expresidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres y la reciente aprobación por parte de la Subcomisión de Acusaciones del informe final que suspende y acusa a 4 de los 17 congresistas por el caso “Los Niños”.
La desconfianza continúa en un panorama que da a entender un problema de representatividad gravísimo: si solo hablamos de presidentes, son 6 los mandatarios que han sido cabeza de Estado en los últimos 7 años. La cifra es mucho más alarmante si es que hablamos, por ejemplo, de la cartera ministerial. Frente a las investigaciones de ambos casos mencionados anteriormente, Nelson Manrique, sociólogo, historiador y experto en realidad socio-política del Perú colonial y republicano, y Giulio Valz-Gen, analista político y periodista del Grupo de Análisis Político 50+1, ahondan en sus perspectivas sobre este deplorable escenario que parece ser parte de un círculo vicioso sin fin.
Un concepto que vive libremente
Presunta organización criminal. En este tremendo delito podrían estar implicados 17 legisladores por el caso “Los Niños”. Como señala la fiscalía, estos supuestamente habrían recibido del expresidente, Pedro Castillo, quien está cumpliendo 18 meses de prisión preventiva, obras a sus regiones a cambio de votos que evitarían su vacancia durante su gobierno. ¿Cómo diferenciar un acuerdo político limpio de lo que sucedió? Valz-Gen menciona que “este acontecimiento de “Los Niños” es diferente porque el exmandatario les estaba direccionado obras para regiones de grupos empresariales afines a ellos”. Asimismo, Nelson Manrique, comenta que estos parlamentarios “fueron descubiertos traficando sus votos y vendiendo su apoyo al Gobierno a cambio del financiamiento de las obras que querían presentar. Encontramos un completo divorcio entre el Estado y el pueblo”.
El historiador peruano Alfonso Quiroz, en su libro “La historia de corrupción en el Perú”, nos dejó la conclusión que a muchos solo les faltaba verla impresa en papel: “la corrupción es un mal de siempre”. Es, entonces, un problema estructural que mantiene en UCI a nuestro país desde hace siglos y que, para Manrique, es imposible su solución a corto plazo. “Creo que un factor que tiene peso es la desatención a esta problemática como protagonista que mina la democracia”, denota. Lo que ha sucedido con los miembros del Congreso incluidos en la investigación, cuyos domicilios y casas fueron allanadas durante las diligencias correspondientes, para Vals-Gen es un reflejo de la sociedad peruana. “Puedes volver en el tiempo y este problema parte de una dinámica de la cual estamos acostumbrados, lamentablemente, de un Parlamento a otro”.
¿Un capítulo con salida?
Para ambos especialistas, América Latina está pasando por una crisis de democracia representativa que se evidencia claramente, otra vez, en la actualidad peruana. Nelson Manrique hace hincapié en que, después del 7 de diciembre, se llegó a un periodo en el que, aparentemente, no hubo reacción y se asumió las consecuencias con resignación y apatía. “La costumbre de vivir en una inestabilidad política no nos permite aspirar a una transformación para bien”, indica. Los dos están de acuerdo con que no se puede dar por muerto a un político en nuestro país, pues por más disconductas que tengan o manchas en su expediente, muchas veces se las arreglan para seguir postulando a cargos públicos.
Pero la pregunta de cuándo finalizará la historia del golpe de Estado ocurrido hace unos meses sigue en la mesa. Quizá exista un desenlace a nivel judicial, no obstante, tanto Manrique como Valz-Gen señalan que para el término verdadero de la situación se necesitan elementos claves para un cambio. Por otro lado, como denota Giulio, se tiene un Congreso con políticos no profesionales e improvisados que se financian de las economías informales. Asimismo, otro componente clave se relaciona con el pueblo peruano. “Es un tema de ciudadanía y de conciencia social de alejarnos de la corrupción. No se trata de poner la ley más alta y ponerla en la Constitución: se debe cambiar la manera de pensar de la gente”, concluye. Las oraciones van dirigidas hacia esa estabilidad que ansiamos y aún no percibimos. Al menos, en las próximas semanas se espera que se desentrañen todos los pormenores de ambos casos.