“En el amor soy freelance”

Nos subimos a los coloridos y extravagantes tacones de Ernesto Pimentel para conocer aquellos altos y bajos de su vida que pocos conocen sobre el artista.

 Por: María Fernanda Simborth

*Entrevista realizada para el curso Crónicas y Entrevistas del ciclo 2022 – 2.

Dicen que quien la sigue, la consigue. Ciertamente, esta frase popular puede resaltar las cualidades propias del peruano luchador por aquellos sueños que parecen inalcanzables. El multifacético Ernesto Pimentel no queda absuelto de ser una figura que la siguió y consiguió a pesar de las dificultades que se le presentaron en su trayecto, como el repentino fallecimiento de su madre en Arequipa cuando él era solo un niño.

Esta conversación se da en la sala de su hogar, ese espacio propio que adorna con uno de sus grandes amores: la pintura. Al son de su hijo Gael tocando sus instrumentos musicales para ambientar la escena, nos recibe luego de una mañana de grabaciones para América Televisión. Así, descubrimos más sobre los recovecos de una vida admirada por algunos, cuestionada por otros. Sentado en su sillón de color mostaza, comienza a compartirnos lo que significa para él la Chola Chabuca, su evolución en la televisión, lo complejo que es ser una persona de la comunidad LGTBIQ+ en el Perú, su batalla contra el VIH y sus propias predicciones sobre lo que le deparará el futuro.

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La Chola Chabuca es un personaje que se ha ido ganando los corazones de los peruanos.  ¿Qué queda en ti de aquel Ernesto que comienza su carrera artística desde 0?

Todo. Soñaba con ser alguien en esta vida, sin dejar de lado mis principios. Me acompaña la cumbia, el folklore y la música popular que envuelve mi trabajo y es uno de mis amores. Es una parte fundamental de mí; aprendí de grandes cantantes peruanos como Eusebio “el Chato” Grados, Lucila Campos y Pepe Vásquez, que hoy los menciono como si estuvieran presentes, aunque ya no estén con nosotros. Y sigo aprendiendo.

Y a lo largo de esta trayectoria, tu abuela fue un pilar muy importante.

Lo que ella hizo por mí, principalmente, fue darme el valor de la responsabilidad. De pequeño me fui a vivir a Arequipa y mi mamá murió repentinamente. Regresé a Lima y me encontré con un adulto mayor que iba a perder la vista. Eso fue una motivación para llegar a casa temprano, para que la noche no me gane, para pagar las cuentas. Muchos dicen que le di mucho a mi abuela. Bueno, ella fue mi ancla, mi tranquilidad, mi razón para tener objetivos cada semana.

Hablando de estos inicios, el primer programa en el que tú trabajas fue Buenos Días Perú. ¿Qué significó para ti esta oportunidad?

Fue un punto de partida importante. Solo fue una invitación, porque nunca me pagaron, pero ahí es donde me vio Miguel Ángel Calderón, en ese entonces decano nacional del Colegio de Periodistas del Perú. Me preguntó quién me había escrito mi libreto y, cuando le dije que era yo, me invitó al programa a hablar sobre el precio de los productos en el mercado. Fue una buena experiencia. Luego fui a mi primer trabajo pagado, que fue el programa de televisión, Sin Vergüenza.

Allí actuabas de múltiples personajes…

Sí. Hacía de abogado, robot, secretaria, la tía Zoila y, por supuesto, la Chola Chabuca, que era la que más risas jalaba y por la que comenzaron a llamarme para shows. Ella ha ido mostrando lo mejor de mí: todas mis capacidades y experiencias de vida.

Y también hay un lado social que ella siempre muestra.

Sí, pero no desde la idea del yo te doy. Eso me molesta, sobre todo siendo una persona cuya vida ha estado marcada por la generosidad de otros. Es doloroso cuando uno da solamente para validar su estatus o posibilidad económica. Se trata más de compartir, porque así generas un vínculo. Es un ida y vuelta en el que se beneficia es tanto quien da como el que recibe. Creo en la conmiseración, en la empatía, en ponerte al nivel del otro.

¿Dirías que la televisión ha sido un canal para que tú logres eso?

Sí, pero también ha sido un medio que me ha cuestionado permanentemente. No es una plataforma sencilla, porque la rapidez es el mecanismo primordial con el que se trabaja. La generalidad también se vuelve una constante cuando, en realidad, hay que encontrar un punto de diferenciación entre los demás canales; nuestra propia personalidad. Si bien no puedes agradarle a todos, sí tienes que ser correcto con todos.

Una duda. Muchas personas definen a la Chola como un personaje drag queen, otros como transgénero. ¿Podrías aclararlo?

Claro. Soy una persona gay. Chabuca no tiene nada que ver con mi sexualidad. Si quisiéramos hacerle una aproximación a ella, en un contexto artístico, sería drag. Ojo, para mí siempre ha sido un personaje de actuación. No me identifico así.

En una sociedad aún muy conservadora, tu personaje “drag” es uno de los más queridos por el público, y aceptado incluso en horario familiar. ¿Por qué crees que sucede esto?

Sobre todo, porque he actuado con la verdad. Siempre me he aproximado con respeto, y es lo que me ha permitido durar tanto tiempo en la tv e ingresar a los hogares. No uso el respaldo que tengo para otra cosa que no sea devolver la compañía. No se me han subido los humos.  La Chola, como alguien a quien personifico y es independiente a mí, con su propia forma de expresarse, tiene sus admiradores.

¿Cómo ves la inclusión de la comunidad LGTBIQ+ dentro de los espacios televisivos peruanos?

Muchos son incluidos para fomentar estereotipos. Hay una gran deuda del humor con respecto a la visión que se le ha dado a la diversidad, no solamente sexual sino también racial, por poner un ejemplo. He formado parte de una corriente que tiene que hacer todo lo posible para corregirse. Y verlo me ha permitido autorregularme. Hacer reír no significa burlarse. Es importante que se modifique esto, no para la cámara o el producto, sino en la vida real.

Con el alcance que tienes, ¿cuál es tu participación como activista?

Todo lo que podrías enunciar lo he hecho, como participar en las marchas. Para mí es más importante mi permanencia, que sepan que voy a estar ahora y cuando todo cambie para mejor. Y esto lo celebraré por los que no llegaron a ese momento. El mundo ya tiene una visión respecto a la comunidad. ¿El Perú hacia dónde está mirando? Hay un retraso en el que todos tenemos que trabajar. Vivía en un entorno en el que ser gay era muy complicado, generaba gran dolor en la familia. Luego entendí que uno mismo tiene que empoderarse.

Además, participas en campañas de concientización sobre el VIH…

Tengo una asociación llamada Dignidad, en la que desde hace 22 años trabajamos en la visibilización de esta enfermedad. Y siempre está la perspectiva de que mi presencia en televisión siendo un hombre con VIH es una forma de decir existo.

La medicina ha ido evolucionando al punto de que hay un tratamiento para esta enfermedad, al que tú accediste en nuestro país. ¿Qué sentiste al darte cuenta de que ese no era el final de Ernesto Pimentel?

Cuando tuve que asumirlo, no tenía más alternativa que seguir. Cuando hice pública mi enfermedad en la televisión en 1997, fue en un contexto en el que me sentía presionado. Era como un secreto que podía terminar mi carrera. Es una situación de salud que no afecta quién soy o lo que hago. La respuesta fue muy generosa, y eso quizás me ha motivado a ser la persona que soy actualmente. Me volví a enamorar de la vida.

Y te volviste a enamorar cuando nació tu hijo Gael…

Él es otra historia, la de un hombre que diseña su casa con una piscina para niños, y que dijo: “será el jacuzzi para mi abuelita”. Gael es la posibilidad de agradecer a la vida, pero no ha venido a darme nada, sino a recibir lo mejor de sus padres. Es un testimonio de amor a la vida. Para mi hijo, lo único que quiero es el mundo.

Y se nota que le das todo tu cariño, pero ¿hay tiempo en la vida de Ernesto para el amor de una pareja?

(Se sonríe). Cuando te hablo de que quiero el mundo para Gael, te digo que también tengo mi mundo. Quiero estar tranquilo, relajado. Para eso, viajo a Buenos Aires, México. Tengo otros sitios que no son una persona. No hay necesidad. Digamos que en el amor soy freelance.

Alrededor de tu hijo sale a relucir un tema importante, que es la reproducción asistida. ¿Qué tanto crees que la sociedad peruana está preparada para esta alternativa?

Vivimos en un país que, si lo dibujamos, sería una persona machista, que no se prepara para sí mismo y que se retrasa solo. Si bien no estamos listos, tenemos que acostumbrarnos al cambio. El tema de la reproducción asistida, más allá de la comunidad LGTBIQ+, tiene que ver con el derecho de la mujer a decidir.  Una persona es completa en la medida que hace lo que quiere y lucha por ser feliz. La vida es tu propio tiempo y cómo lo escribes.

Ricardo Morán también opta por este método, pero a diferencia tuya, detrás de él y su decisión hubo gran controversia y cuestionamientos. ¿A qué crees que se debió esto, en comparación con tu experiencia?

Siento que fue la forma en la que se expresó. Ricardo es un hombre muy inteligente, y valido su lucha por ser padre. Pero uno no puede, a pesar de que no esté en tu esquema de familia, decir que no es importante cierto rol. Quedé huérfano a los 11 años; no obstante, eso no me hizo desarraigar la relevancia que tuvo mi madre en mi vida. El ser homoparental no significa ser más o menos valioso que otro tipo de familia. En ese concepto hay que ser respetuosos e inclusivos.

Los años, como a todos, comienzan a pasarte factura. Tuviste a inicios del 2022 una delicada operación de trasplante de cadera.

Ah, pero no te preocupes. (se ríe). Me he cambiado la cadera izquierda, pero de repente me cambio la derecha o, después, el hombro. Lo bueno es que la tecnología avanza y uno se puede arreglar todo.

Aun así, ¿has pensado retirarte pronto?

De la televisión, sí. Chabuca puede plasmarse en muchos otros proyectos, como un dibujo animado, un libro, una marca. Con ella quiero hacer un stand up para una plataforma internacional, juntando también a otros personajes resaltantes de Latinoamérica. Más allá de la Chola, me faltan cosas por hacer; soy una persona en formación. Por ejemplo, ahora me encuentro escribiendo mi autobiografía. Lo mejor de mí no se ha dicho, tampoco lo peor. Aspiro a tener paz y ver crecer a mi hijo.

Tienes un proyecto próximo, que es la película Chabuca…

Sí. Esto nace como una iniciativa de la empresa de entretenimiento y productora, Tondero. Para mí mi historia es más que un producto. Representa una época de transición que lleva diferentes miradas de un Perú que no ha evolucionado. Quiero mostrar la vida, lo difícil que era y cómo lo sigue siendo.

Y tienes la oportunidad de hacerlo.

Para todos los que me quieran consumir. No me gusta que me pongan octógonos. El mundo nunca estará contento. Sin embargo, si de algo les puede servir mi experiencia a otros, en buena hora; úsenla.

Para ti, ¿quién es Ernesto Pimentel?

Una persona que no se ha dado por vencido. Que tenía todo para perder y que lo salvó la generosidad de otros. Alguien que sigue construyendo, no sé para qué tanto. Algo mejor siempre nos espera a la vuelta de la esquina.

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