Con más de 20 años de trayectoria profesional, Pedro García, periodista deportivo de renombre, exalumno y actual docente de la Facultad de Comunicación, dice seguir sintiéndose alumno. En conversación con Nexos, vuelve en el tiempo y rememora su paso por la Universidad de Lima en la década del 90.
Por: Stephano Jiménez & María Fernanda Simborth
Nos citó a su casa en Miraflores y, desde el saludo, se le notaba entusiasmado por poder hablar sobre su paso por la universidad y recordarse a él mismo en esos años como alumno de la Facultad de Comunicación. Desde que era pequeño, a la par de generar su pasión por el fútbol y la lectura, también fue descubriendo su gusto por comunicar y siempre tuvo claro querer ser periodista deportivo. Hoy, con una gran trayectoria de más de 20 años como reconocido reportero de la Selección Peruana y trabajando en Movistar Deportes, ha sido testigo de diferentes momentos, entre hazañas y decepciones, que el deporte le ha dejado, cumpliendo esa ardua labor que soñó tener desde que estaba en las carpetas de la Universidad de Lima.
¿Qué se siente pertenecer a la Facultad como alumno y ahora docente?
Me siento alumno todavía porque nunca se deja de aprender e incorporar conocimiento. Una razón por la que dicto es para aprender de ustedes, los estudiantes. Los nuevos contenidos y las nuevas líneas de pensamiento, las tendencias las aprendo de mis alumnos. Me siento como un aprendiz en muchos sentidos, que es bien distinto el perfil del estudiante de mi tiempo con el de ahora.
¿Cómo era pasar el día en la universidad?
Era ir a la biblioteca. Me enorgullece haber tenido un carnet de biblioteca y haber podido sacar el libro tal del anaquel tal, me lo daban dos días. Si me demoraba, me daban una multa, si no había devuelto un libro para el ciclo siguiente no me podía matricular. Era uso y costumbre sacar un libro y leerlo en tu casa, oler ese maravilloso olor del papel mezclado con la madera que te llevaba a una especie de fascinación por lo que podías leer.
¿Qué te gustaba de ese pasatiempo?
A mí me va a distinguir lo que yo encuentro que no encuentre otro, y en el teléfono se puede conseguir lo mismo para todos. Si voy a la biblioteca y encuentro una lectura que nadie tenga, me distinguirá porque ese libro lo busqué yo solamente. Ese conocimiento es mío, no tuyo.
¿Te fue difícil elegir la carrera de Comunicación?
Yo de chiquito sabía y ya estaba convencido. A los diez u once años, en sexto grado, hacía unas revistas a mano que consistían en recortar fotos de páginas deportivas de los diarios, ponerlas en papel bond y escribir las leyendas. Luego, eso se encuadernaba y se convertía en una revista que “yo publicaba”. Yo sabía que quería ser periodista. En esa época, estaba viviendo la agonía de la mejor época de la selección peruana, la fascinación la tenía. El único de mis amigos, de toda mi collera, que iba a Comunicación era yo, todos eran de otras carreras cómo Economía o Derecho. La gran carrera de Comunicación hace treinta años no era como ahora.
Y acerca de las especializaciones, ahora tienes muchas variedades…
Yo estaba convencido de que quería periodismo, para hacer periodismo deportivo y no para televisión, yo quería escribir. De hecho, me gusta e intento, la televisión era una parte que había considerado, pero no era mi norte. Estaba clarísimo lo que quería y me encontré con una obligación de leer muchas teorías, fue fascinante y lo volvería a hacer.
¿Cómo ves el paso a lo digital?
Yo he visto la evolución de todo, de la nada a lo que hay ahora. Hace 27 o 28 años no había internet, el recurso estaba inventado, pero no llegaba todavía. No había correo electrónico. Mi profesor, Vargas Puch, chileno que dictaba clases en la Facultad de Comunicación, contó un día que se comunicaba con sus hijos en Santiago vía email. Yo no tenía idea de eso cuando escuché esa palabra, a ese nivel ubico nuestra postergación científica. Fui testigo en el 97 en mi último año de universidad, se nos permitía llevar cursos de Periodismo en salas donde había computadores de internet. En la de Lima la tuve, esa suerte y siempre ha tenido la capacidad de estar un paso adelante.
En cuanto al periodismo deportivo, ¿cómo has visualizado esta revolución con las nuevas plataformas digitales?
Hoy, tú de alumno o egresado, puedes agarrar chamba porque puedes abrir tu canal de Youtube o un Twitter. No hace falta que te contrate nadie para tener un medio de expresión propia, puedes monetizar tu producción. Antiguamente, dependían que un canal o medio te contrate. Estás a una tecla de enviar un contenido, una reflexión o una crítica. Mañana te lo encuentras a Juan Reynoso en la esquina y, si te presentas con las palabras adecuadas, te puede considerar darte una entrevista exclusiva que a un medio no. Cuando uno encuentra las palabras adecuadas, puede persuadir a su entrevistado que le de una entrevista. Eso es una ventaja que hoy tienes porque tú lo grabas para ti, lo editas para ti y lo pones al mundo.
¿Cuál es la mayor enseñanza que te ha dejado la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima?
La certeza de que quien lee más, tiene más posibilidades. La universidad y la Facultad puntualmente me condujeron a leer contenidos que me parecieron muy valiosos para el crecimiento y la estructura teórica de un comunicador. Me siento orgulloso de haber pertenecido como alumno de la Universidad de Lima y la Facultad de Comunicación. Me faltan dedos de las manos y de los pies para contar profesores magníficos que tuve.
¿Qué diferencia encuentras en la Facultad?
La Facultad, hace 30 años, es capaz de ofrecer una enseñanza que te enriquece desde el día uno hasta que te vas. Me acuerdo de la primera clase que llevé de Comunicaciones, pabellón E, entré, venía de Estudios Generales y del colegio, año 92-2, hace efectivamente 30 años. Me abrieron la cabeza, me hicieron leer mucho, me explicaron bien y se agitaba el debate. Había posibilidad de tener una clase de Ideologías Contemporáneas con Fernández Fontenoy que explicaba fenómenos culturales y políticos del mundo en 90, 115 minutos de la clase. Me tocó hacer una sitcom en vivo con Giovanni Ciccia, no como alumno sino como actor para mi corto. La Facultad de Comunicación de nuestra universidad, en mi opinión, te hace salir a la calle estando un paso adelante.
¿Y qué mensaje le brindas a aquellas personas que quieren seguir esta carrera?
Un consejo es leer todo lo que se pueda. Si uno se nutre viendo contenido de televisión o leyendo el teléfono, esas cosas están archivadas y colgadas. Como un librito, no hay. Agarras uno de cualquier tiempo, narrativa si quieres, y encuentras formas de expresión oral y escrita que no encontrarás en otro lugar. No hay como agarrar el libro, darle vuelta a la página y enamorarte de este y su olor, del tamaño y su tipografía. Hay que ver lo que vale la pena, y leer lo que vale la pena. Ese es mi consejo. Yo sí siento orgullo de haber pasado por la Facultad y, sobre todo, el orgullo que me ofrece hoy de dictar en la universidad. No cualquiera dicta en esta institución.
