Dante Pineda: “Siempre he tenido esa sensación de que estuve en una buena universidad y una gran facultad”

Haber descubierto su verdadera pasión con la fotografía desde que ingresó a la Facultad de Comunicación hasta ser docente de la misma fue un privilegio para su experiencia personal. En Nexos, conversamos con Dante Pineda, fotógrafo, exalumno y docente de la Universidad de Lima, quien rememora sus distintas etapas en la misma casa de estudios y su amor por la fotografía analógica.

Por: María Fernanda Simborth y Stephano Jiménez

Para muchos, la universidad es el espacio de descubrimiento donde empiezas a aprender y dedicarte a la pasión que siempre tuviste. Para otros, esa misma pasión aparece de improviso, como si hubiera estado escondida esperando ser hallada. Eso mismo le ocurrió a Dante Pineda, exalumno y actual docente de la Universidad de Lima que, en aquel entonces, ingresó a la Facultad de Comunicación motivado por su gran admiración al cine, pero que, en el camino, empezó a relacionarse muy de cerca con la fotografía y no se separó de ella. Entre técnicas de composición y largos procedimientos de revelado, Pineda se fascinó por la fotografía analógica, a la que todavía llama ‘su corazón’.

¿Qué se siente trabajar en lo que te apasiona como profesor de tu alma máter?

Realmente siento a la Universidad de Lima como mi casa. Tengo la experiencia de haber sido alumno aquí mismo. Ingresé en el año 1995 y terminé en el 2003, me retiré de la universidad por dos años y medio así que mi trayectoria fue un poco más prolongada.

¿Cómo era pasar un día en la universidad en tu época?

Además de las clases y los estudios, porque me encantaba lo que estudiaba, recuerdo mucho a mi grupo de amigos de la Facultad. Recuerdo también la escalera que ahora es más empinada y, en ese entonces, era más larga y con escalones más amplios. Los puntos de reunión eran las dos escaleras en la entrada de la Facultad y la rampa. Siempre cuando uno llegaba, tu mancha estaba desparramada ahí.

¿Qué tan difícil era decidir por una carrera en ese entonces? ¿Siempre supiste que querías ser fotógrafo?

No, en mi caso la fotografía la descubrí por la Facultad. Entré a Comunicación por mi amor al cine, siempre sabía que tenía una tendencia más artística y la fotografía fue uno de los descubrimientos más grandes que tuve aquí. Decidí dedicarme a ello gracias a un curso de expresión fotográfica, era el engreído de la profesora, Verónica Barclay, quien sigue enseñando aquí. Y cuando llevé talleres lo tomé de manera más profesional.

Cuéntanos sobre cómo eran las clases de fotografía por ese entonces, el revelado de rollos de cámaras analógicas en la Universidad…

Todo era analógico. En el tercer piso de la Facultad teníamos dos laboratorios hermosos y nuestro cuarto de revelado. Trabajábamos en blanco y negro, cámaras analógicas, el modo de producción con cantidad de fotos es mucho menor. Pasabas por un proceso de revelado tanto de tu rollo como el positivado de papel de tus copias. Los turnos de práctica eran cuatro horas y se iban volando. 

¿Qué de especial encuentras en la fotografía analógica?

Personalmente, la experiencia analógica enriquece tu percepción de la fotografía. El demorarte cuatro horas para dos fotos, inevitablemente, el insistir en meter el papel en la bandeja, viendo cómo aparece tu imagen poco a poco, lo secas y lo regresas. Es imposible que no tenga un peso diferente tu imagen para ti. Era mucho más pausado comparado con lo digital y tenías en tu rollo solo 36 tomas.

¿Cómo has percibido la evolución de la fotografía analógica a lo digital dentro de la universidad?

Cuando terminé la universidad se dio el cambio a lo digital. Comencé a trabajar y me uní al equipo digital. Mi paso no fue complicado, creo que los avances tecnológicos facilitan tareas y ahora se hace en minutos. Ya no necesitamos de un laboratorio químico, sino de computadoras con programas de edición.

¿Cómo se siente esta relación de profesor-alumno antes y después de la pandemia?

Ha sido todo un reto, es la manera que ya se venía y se iba a empezar a implementar. La pandemia fue un golpe, la experiencia fue bastante tensa. Ha tenido que sacar lo mejor de nosotros, los docentes. Lo único, a modo personal, es que necesito más contacto: verlos e interactuar cara a cara. Me desenvuelvo y volver a eso no está mal. Lo virtual ya es una herramienta más.

¿Cuál es la mayor enseñanza que te ha dejado la universidad y la facultad?

Siempre he tenido esa sensación de que he estado en una buena universidad y una gran Facultad, siempre ha sido bien rankeada entre las mejores. Me he dado cuenta de su propósito cuando salí al mundo laboral, me sentía más preparado que estudiantes de otras universidades. Más allá de los conocimientos, valoro y recuerdo a mis profesores con lo que me han compartido. Me enseñó mucho el valor de las relaciones que tú haces, la oportunidad de tener tus contactos.

¿Y qué mensaje brindas a aquellos que desean seguir la carrera de Comunicación?

Si saben que por ahí va su pasión o personalidad, háganlo. Yo me siento agradecido de haber estudiado algo que me haya gustado. Siento que me he desarrollado no solo como profesional, sino como humano. Siempre he tenido algo en la cabeza que lo converso mucho: uno aprende tanto en las aulas y también en la relación con tus amigos. En las conversaciones en las escaleras, ahí hubo muchas sobre el cine y la vida.

Ping Pong: ¿Qué es lo primero que piensas al escuchar estas palabras?

  • Universidad de Lima: una linda experiencia
  • Comunicación: una manera de vivir
  • Fotografía: mi pasión y parte de mí
  • Fotografía analógica: mi corazón y mi manera de expresarme
  • Revelado: un proceso que te hace pensar
  • Richard Avedon: retratos con mucha profundidad
  • Martín Chambi: padre de la fotografía peruana
  • Profesor: mi oportunidad de compartir
  • Fotógrafo: un estilo de vida

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