El director de La Pena Máxima, una película en coproducción del Centro de Realización Audiovisual (CREA) de la Universidad de Lima, conversó con Nexos sobre cómo convirtió esta novela de Santiago Roncagliolo en un thriller político que retrata a la sociedad peruana en los años 70.
En su segunda semana en cartelera, La Pena Máxima ha conseguido un muy boca a boca debido a la manera cómo combina la pasión por el fútbol con la violencia de Estado. Detrás está la mano creativa de Michel Gómez, quien lleva ya buen tiempo cultivando un ADN peruano, más allá de lo que diga su pasaporte francés.
Por: Silvana Granda y Marycielo Ramos
¿Qué es lo que le atrajo de la historia creada por Santiago Roncagliolo? ¿Qué fue lo que te causó el decir: “Me gustaría hacer una película de esta historia”?
Había leído ‘Abril Rojo’, la novela anterior de Santiago, que es la primera novela que lo hizo conocerse a nivel internacional. En esa novela hay un personaje llamado Félix Chacaltana y me encantó. Luego tuve en mis manos ‘La Pena Máxima’ que, curiosamente, Santiago la escribe cinco o seis años después, pero cuenta con el mismo personaje de ‘Abril Rojo’, como una precuela. Lo que me gustó de esta novela es el estilo de Santiago; muy directo, muy preciso y, por lo tanto, me parece que está a nivel de una persona que lee siempre libros con el afán de buscar algunas historias. Sobre la trama, a mí me gusta mucho el fútbol y esta novela transcurre durante el Mundial del año 1978 realizado en Argentina bajo la dictadura de Videla. La película es todo este marco entre fútbol y thriller político, eso es lo me capturó de la novela de Santiago.
¿Santiago Roncagliolo fue el guionista de la película?
Sí, eso no es normalmente lo más adecuado, pero Santiago es muy pragmático. Yo he trabajado guiones con él en los años 90, entonces es un género que maneja perfectamente porque él es escritor y a la par guionista. No ha tenido problema con eliminar partes que no eran tan importantes para el guion cinematográfico, a pesar de que, evidentemente, para un autor, mutilar su obra inicial para hacer un guion no es lo más adecuado. Él conoce su novela perfectamente y después de algunos ajustes nos pusimos de acuerdo y la escritura del guion fluyó.
¿Cómo fue el proceso de crear esta película desde la preproducción y postproducción?
En el 2018, nos presentamos a la DAFO del Ministerio de Cultura, para un concurso llamado Desarrollo de Proyectos. Luego, en el año 2019, después de haber escrito el guion, nos presentamos al concurso mayor Producción de Ficción Nacional, lo ganamos y me acerqué a la Universidad de Lima en busca de coproducción.
¿Cómo benefició trabajar con CREA como coproductora?
CREA de la Universidad de Lima estuvo interesado en el proyecto pero lo que truncó esta primera parte fue la pandemia en junio del 2020, así que se postergó un año y había que tomar medidas de protección drásticas en el rodaje. Luego, la Universidad de Lima nos aportó en la infraestructura. Teníamos una casona que está alrededor del campus, ahí instalamos las oficinas de producción desde la fase de preproducción y ambientes de la casona los transformamos y los usamos para interiores que se necesitaban para la película. Uno de los lugares que utilizamos es un sótano que hay en la casona, como no podíamos viajar a Argentina porque no había vuelos; entonces ahí ambientamos todo lo que eran las salas de tortura que supuestamente están ubicadas en Buenos Aires. Algunas tomas interiores fueron en Lima porque no podíamos viajar.
Pero una película no termina cuando se termina de grabar…
Claro. La postproducción se hizo todo en Lima, salvo algunos efectos que se hicieron en Francia gracias a la coproducción que tuvimos. Desde Francia se encargaron de comprar los derechos de las imágenes de los partidos de fútbol que pertenecen a la FIFA. En tanto a distribución tenemos acuerdos con Penguin Random House, la editorial que va a reeditar la novela con el afiche de la película. Estamos en una situación complicada, ya que la tasa del público en general ha bajado tremendamente, entonces debemos motivar a las personas para que vayan al cine, porque la experiencia de ir y ver una película es única, a pesar de la facilidad que tenemos de verla en streaming.
¿Las primeras semanas son las más importantes para una película peruana?
La primera, sobre todo. El primer fin de semana es determinante para que se mantenga en cartelera.
¿Cuál es la particularidad de esta película?
El género. El thriller político es un género que no se ha producido mucho en el Perú; es más, no recuerdo ninguna película que sea un thriller político; thriller ha habido, pero thriller político no. Me gusta mucho tocar temas que tengan que ver con la sociedad, eso ha sido recurrente en mis producciones de televisión que no estaban alejados de la sociedad propia del Perú. Lo otro es que es una película diferente, por lo que me he dado cuenta, ya que lanzamos el tráiler en diferentes plataformas, y en la recepción y las observaciones del público es que al fin no es una comedia y esto nos diferencia de las propuestas cinematográficas que hay en este momento a nivel del cine nacional.
¿Algún consejo para un futuro director de cine?
No sé si soy apto para dar consejos, pero yo siempre digo que hay dos cosas. Si uno hace cine tiene que ver películas y teatro. Sé que no es el caso la Universidad de Lima, pero recuerdo que una actriz que trabaja mucho en teatro me contó que fue a dar una charla en una universidad donde enseñaban Ciencias de la Comunicación y el 90% de los alumnos no habían pisado un teatro. Otra cosa que recomiendo es la lectura, tenemos que leer. Los jóvenes están dejando de leer muchísimo
¿Qué otro factor es importante en tanto a la formación?
Evidentemente, debe haber una formación como lo hace la Universidad de Lima, una práctica como la tiene CREA con todos los equipos que cuenta, por ejemplo. Después no sé si es un nivel de inmadurez o de irresponsabilidad, pero hay que lanzarse. No creo que haya un camino definido, hay que ser atrevido para hacer cine. Es una profesión complicada y uno debe sentir que quiere contar historias. Para contar historias hay que leer novelas, hay que ir al cine, hay que ir al teatro, hay que nutrirse de todo este mundo artístico, inclusive en la pintura, para los que a los que les interesa la dirección de fotografía, por ejemplo, ese sería mi consejo.
¿Hacer cine en el Perú es complicado?
Por suerte hay una ley que protege y apoya al cine, hay fondos para diferentes actividades de cortometrajes hasta largometrajes y documentales; entonces uno puede aplicar, participar en estos fondos y eso sería una primera base.
¿Cine de autor o más comercial?
Respeto el cine de autor, me parece un género fundamental, pero personalmente no es el tipo de cine que a mí me llama mucho la atención. Creo que debemos pensar que la película no es para uno sino para el gran público, que debemos tratar de hacer historias, desde mi punto de vista, que movilizan, que gusten y que interesen a la mayor cantidad de personas. Respeto a todos los géneros, en especial el de autor, pero a veces siento que se aleja demasiado del público y que en este momento necesitamos hacer un cine que permita que la gente vuelva a llenar las salas.
¿Por qué deberíamos ver La Pena Máxima?
Me encantaría que los alumnos vayan a ver la película porque es una parte de la historia del Perú. Se han hecho muchas películas sobre la época de la violencia, de la guerra interna, en la época de Sendero Luminoso, pero no sobre esta época específica que es del final del gobierno militar. Es un contexto que, desgraciadamente, nos recuerda mucho a lo que está sucediendo ahora. La historia en el Perú es cíclica y toda la turbulencia que vivimos ahora ya se vivió en el año 1978. La película sucede en medio de un Mundial, es muy controvertido y la verdad que es un thriller entretenido donde también hay humor, no es un drama total. Mantiene al espectador en un perpetuo interés a saber qué va a suceder. Yo les recomiendo que vean la película.