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Repensar el instinto: ¿quién quiere ser mamá?

Este Día de la Madre, Nexos explora en tres testimonios la relación que mantienen las jóvenes universitarias con el concepto de “maternidad”, por qué esta se ha convertido en antónimo de la vida profesional femenina y la polémica decisión de no considerarla en absoluto. 

Por: Ariana Gaillour & Silvana Granda 

A los 15 años, Analucía Yapur (24) estaba segura de muy pocas cosas en su vida, pero sí sabía que “de grande” quería ser una destacada bióloga marina. Sentía una fascinación especial por los misterios de la vida bajo el agua y cada vez que pensaba en su futuro, solo veía eso. Como el 19% de las mujeres profesionales en el Perú (según el estudio de Esade Gender Monitor Latinoamérica), Analucía, a los 20, no había siquiera considerado los conceptos de “familia” o “maternidad” en esa foto visionaria que llamaba ‘su plan de vida’, hasta que llegó el día que tuvo que hacerlo.

“Creo que cada vez son menos las chicas que tienen previsto ser madres o el momento en el que quieren serlo. Los tiempos han cambiado, la maternidad ya no es algo impuesto, sino más bien algo que una se permite, después de meditarlo y sobre todo cuestionarlo. Hoy en día tenemos un boom de acceso a la información. El internet o las redes sociales son fuentes inagotables para visibilizar otras alternativas de vida. Además, diferentes transformaciones sociales se han encargado de que la vida profesional sea una opción para la autorrealización de las mujeres y esto es algo que frecuentemente choca con la figura de la madre hogareña que siempre nos han vendido”, cuenta Catalina Gastiaburú, psicóloga de la Universidad de Lima, en entrevista para Nexos.

Esta hipótesis se confirma en el estudio Esade Gender Monitor Latinoamérica del 2019, en el que el 69% de las mujeres encuestadas afirma que la maternidad tuvo repercusiones en su trayectoria laboral. Esto es algo que resuena en la reflexión de Paulina Dias (25) cuando le preguntas si quiere ser madre en algún momento de su vida. “Lo he pensado bastante. Pero cuando me detengo en la parte profesional de mi vida, la respuesta es un no rotundo. Yo estudio Medicina y simplemente no veo cómo la vida de madre se puede acomodar a mi carrera, los turnos, amanecidas, imposible. Creo que no descarto la posibilidad aún, pero solo cuando me sienta 100% realizada profesionalmente y lista para dedicar mi vida a alguien más”, explica Dias. 

El estigma de decir “no”

Si bien para algunas, la maternidad se vuelve conflictiva solo cuando se combina con aspiraciones personales o carreras, también existe la fuerte decisión de quienes simplemente saben que no serán madres nunca. Este es el caso de Araceli Choque (21), quien utilizó los años de cuarentena para pensar en su futuro y el mundo con el que se encontrarán sus nuevas personitas. 

“No creo que la maternidad sea para todas. Más allá de toda la responsabilidad y estabilidad que implica hacerse cargo de un bebé, creo que no todas nacen con el instinto maternal que la sociedad impone. A pesar de que sí se han roto varios esquemas alrededor de la figura de las mujeres, creo que ser mamá es uno de los roles que más cuesta contradecir. A veces siento que necesito dar más explicaciones a parte de ‘no me gustan los niños’ para hacer entender a la gente mi decisión”, señala Choque.

Como también afirma Gastiaburú, en el Perú aún nos cuesta separar a la mujer de la madre, reconocerla como una persona más con otras esferas de deseos y pasiones. “Para muchos suena fuerte escuchar a una mujer decir abiertamente que no quiere tener hijos. Se le considera como anti natural, precisamente por esa narrativa del  ‘instinto maternal’ que nos han enseñado que es innato para todas las mujeres. La verdad es que el sentido proteccionista de los padres con sus hijos existe sin importar el sexo, pero es más conveniente romantizar el apego de la madre para que esta se vuelva su única función”, agrega.

Paulina, por su parte, siente que esta es una decisión aún bastante polémica para oídos ajenos, sobre todo los que pertenecen a otras generaciones. “Creo que lo más frecuente en tu familia es que tus padres te reclamen nietos o que personas externas te vean como alguien egoísta, que no vas a dejar tu marca en el mundo si no dejas un linaje. Al final creo que la liberación feminista trata también de devolvernos esa decisión tan importante y que, cuando lo hagamos sea lo más informada posible”, señala. 

Una figura abnegada

¿Qué vemos cuando pensamos en las madres? Probablemente, antes que nada, en la nuestra, uno de los primeros amores de nuestra vida (por lo menos en la mayoría de los casos). Sin embargo, pocas veces tenemos la oportunidad de desasociarla del rol que cumplió en nuestras vidas desde el inicio, separarla de la figura de dedicación incondicional y de sus representaciones caricaturescas en los encartes de Ripley o Tottus. A Analucia, por ejemplo, la maternidad le llegó de la manera que menos pensaba: con 21 años y cursando el último ciclo de la universidad.

“Siento que la mayoría de chicas de mi edad no quiere tener hijos porque se ha acostumbrado al estereotipo de mamá abnegada que solo vive para ellos y que así debe ser. La verdad es que nadie puede vivir así y eso solo lo descubrí cuando me tocó hacerlo. Me costó entender que no debo sentirme culpable por tener otros aspectos de mi propia personalidad, que es normal querer un tiempo para mí o que todavía puedo querer ser esa destacada bióloga además de tener a mi hija a mi lado. Eso es culpa del arquetipo de mamá que hemos construido y que, por cierto, es totalmente irreal”, cuenta Yapur. 

De alguna manera, hemos deshumanizado a las madres para convertirlas en santas con un nivel de devoción, fuera de alcance para cualquier mortal. Por lo menos así lo describe Paulina Dias, quien asegura que ser madre conlleva un nivel de entrega gigante y un compromiso mayor a largo plazo.

Finalmente, Catalina Gastiaburú destaca la importancia de deconstruir la figura materna que consumimos en publicidad u otros productos. “Al final de cuentas, hoy tenemos una inmensa diversidad de familias y, por lo tanto, de madres. Creo que deberíamos empezar a verlas con una versión más realista, que las comprenda en su totalidad. Así como respetar la decisión de cada una. No existe una superioridad moral por querer desarrollar otros ámbitos de la vida y no tiene nada de malo que el sueño máximo de una chica, del siglo XXI, sea tener una familia”, termina. 

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