Tras un año sin verlo, cientos de fieles formaron largas filas para poder juntarse un octubre más con el Señor de los Milagros. Esta vez, en la fecha que solía marcar el inicio la peregrinación, cargaron sus estatuillas, se usaron mascarillas y lo visitaron en su casa. A pesar de las restricciones, el Cristo Morado se paseó en el pecho de varios peruanos.