Nexos conversó con la patinadora profesional y alumna de la Universidad de Lima sobre su experiencia personal con el deporte urbano, el auge que experimentó en nuestra ciudad durante la pandemia y su creciente reconocimiento dentro del ámbito olímpico.
“Un escape en tierra firme”. Para Leandra Galdós, eso es lo que busca un verdadero amante del patinaje urbano en el popular deporte sobre ruedas, el mismo que conoce a la perfección desde los cinco años y que le ha regalado algunos de los momentos más plenos de su vida. A sus 23 años, la estudiante de Comunicación se describe como una deportista de nacimiento que fue rápidamente capturada por la adrenalina y la libertad que encuentra en la velocidad. Si bien el patinaje no fue la primera disciplina en la que incursionó, hoy se ha convertido en la más importante para ella, logrando ser uno de los principales exponentes en el país y representante de la escena ‘roller’ en la Comunidad All Star, de la marca de zapatillas Converse. En esta oportunidad, conversó con Nexos sobre su historia con el deporte urbano en una ciudad de tránsito caótico como Lima, lo que fue el periodo de la pandemia para la afición y la aceptación que ha ido logrando el patinaje como disciplina ‘seria’ en el contexto internacional.
“La verdad es que mi familia tenía una pasión más definida por los deportes acuáticos. Vela Optimist, Sunfish y Windsurf eran los favoritos de los Galdós. Sin embargo, por tener otras responsabilidades, no podíamos estar tanto tiempo en el agua. Tuvimos que pisar tierra y casi inmediatamente estábamos calzando los patines. En ese sentido, el patinaje se volvió el punto intermedio que nos permitía disfrutar del escape deportivo desde tierra firme y en actividades cotidianas como ir al trabajo o la universidad”, cuenta Leandra.
Lima sobre ruedas
Desde los años 90, en los que Lima aún no contaba con una comunidad consolidada de aficionados al patinaje, los Galdós ya cultivaban una pasión por la vida sobre ruedas, algo que los llevó a descubrir un importante vacío en el mercado peruano. “Mis hermanos pedían patines profesionales por internet y se demoraban meses en llegar, porque en Lima simplemente eran inexistentes. Fue aquí cuando mi papá reconoció que el patinaje era un deporte genial que muchos no conocían por no tener el equipamiento necesario. Así nació ‘Mundo Roller’ la empresa familiar que hasta el día de hoy se mantiene como líder en la venta de patines, skates y otros equipos de transporte no motorizado”, detalla Leandra.
Parte del éxito del negocio familiar es que se encuentra liderado por auténticos amantes de la movida en patines por la ciudad. Una pasión que Leandra sabe explicar muy bien porque la ha sentido en carne propia desde los 12 años, momento en el que aprendió que la velocidad puede ser una forma de liberación de estrés y una vía independiente para recorrer la ciudad que ella decida. “Creo que estos dos factores describen muy bien lo que el patinaje significa para mí. Por un lado, es una forma de meditación que me permite vivir en el presente y estar 100% conectada con cada músculo de mi cuerpo. En una ciudad como la nuestra, no mantenerse alerta es mortal para un patinador, ciclista o cualquier peatón que no se encuentre en un aparato motorizado. El deporte me conecta al instante del momento, uno en el que nada más importa. Las preocupaciones se borran y solo existe el ahora, esa sensación es única. Además, existe una independencia especial en saber que puedes trasladarte a cualquier parte de la ciudad, tu solito”, añade.
Por otro lado, también reconoce que Lima no es la ciudad más idónea para incursionar en actividades como el patinaje, pero asegura que una vez que se domina, lo puedes hacer donde sea. “Vivimos en una ciudad totalmente caótica y que no ha logrado ubicar un espacio para todos aquellos que no son ni automóviles ni peatones. Pero también es verdad que tenemos ambientes y oportunidades geniales para explorar el deporte. En el último año se han multiplicado las ciclovías en varios distritos, tenemos un malecón privilegiado para empezar a patinar. Una vez que uno agarra la costumbre, el dicho de los conductores aplica para patinadores: ‘si puedes transitar en Lima, puedes hacerlo donde quieras’”, comenta sobre su experiencia propia.
Como patinadora profesional, Galdós ha recorrido los rincones de países europeos, las calles de Nueva York, Miami y otros escenarios, ninguno de los cuales puede comparar con el nivel de dificultad que representa Lima para la comunidad roller. En ese sentido, destaca que los aficionados al patinaje en la capital pueden terminar con mayores aptitudes para dedicarse a lo que ella llama, ‘patinaje duro’, un nivel de competencia con rampas, entre otros. “Yo me dedico más al ámbito urbano, a pistas, velocidad. Para entrar en un nivel competitivo hay que entrenar bastante y adquirir mayores habilidades. Por ahora estoy feliz con lo que puedo hacer”, agrega.
Libertad en el encierro
Si bien el concepto de libertad es uno muy arraigado al patinaje, en el 2020 llegó uno totalmente opuesto que amenazó con acabar todo lo que el deporte representa para su comunidad: la cuarentena. La paralización total de las actividades, en un inicio, también significó trasladar todos los componentes de nuestro ‘mundo’ al interior de casa, algo que pudo representar todo un desafío para aquellos que están acostumbrados a vivir del viento sobre la piel y con la adrenalina en las venas.
“Soy una persona muy hiperactiva y la cuarentena inicial no fue un periodo especialmente emocionante para mí. He crecido en movimiento toda mi vida y de un momento a otro eso se acabó. Llegó un punto en el que tuve que patinar dentro de mi casa, haciendo mis propios circuitos y rompiendo todos los adornos de la casa. La desesperación llegó al punto que mis padres tuvieron que gestionar un permiso laboral especial para poder transitar aunque sea unos minutos al día en patines. Esos primeros meses fueron muy difíciles, no solo por mi incapacidad de estar tranquila, sino por el negocio familiar y la incertidumbre de no saber cómo iba a evolucionar la situación. Mundo Roller vive de la gente en las calles, por lo que pensamos que la pandemia podría terminar con nosotros”, explica Leandra.
Sin embargo, algunos meses después descubrirán el efecto efervescente que el encierro tuvo en los peruanos y la necesidad que muchos experimentaron de regresar a las calles a hacer, básicamente, lo que sea. Los conocidos que solían quemar energía en los gimnasios, o incluso los fiesteros que frecuentaban los bares y discotecas de Lima, empezaron a buscar un refugio en los deportes más rudimentarios como montar bici, el skate y, por supuesto, el patinaje.
“La gente experimentó la misma urgencia que yo de sentir nuevamente esa libertad de recorrer lugares, algo que no te da cualquier actividad. Además, las personas buscaron cualquier medio de transporte alternativo que evitara la movilización con extraños y la exposición al virus. Por ello, Mundo Roller terminó multiplicando masivamente todas sus ventas desde el año pasado, experimentando un auge imprevisto, pero agradable, del que todos quieren participar”, subraya.
Será olímpico
Finalmente, Leandra Galdós se refirió a la última participación de deportistas roller como Angelo Caro en las Olimpiadas, primera vez que se integró el Skateboard como disciplina olímpica. Aseguró que Tokio 2020 ha marcado un hito importante, otorgándole un prestigio pesado a la comunidad a los ojos del mundo. “Para todos ha sido muy gratificante ver lo lejos que ha llegado Angelo Caro y que finalmente se le haya dado el reconocimiento que se merece. Él le ha demostrado a muchos que los ‘skaters’ que empiezan en el parque o el malecón también pueden llenar de orgullo a una nación y traerle las mismas alegrías que el fútbol”, indica.
Asimismo, destaca que poco a poco se van eliminando los prejuicios que el peruano promedio tiene hacia los deportistas de la comunidad roller, a quienes acostumbran a vincular con el desorden, las drogas o problemas en general. “No hay un solo patinador o ‘skater’ en Lima que no haya sido perseguido por un serenazgo o policía solo por practicar su deporte en la vía pública. Lamentablemente, la gente generaliza todo y ya se ha formado una concepción de los rollers como un grupo de drogadictos que solo están causando problemas. Nadie ve que en las calles se forman los siguientes Angelos, esos que después alientan en la televisión. Necesitamos una sociedad más tolerante, que permita el desarrollo de deportistas urbanos sin que sean estigmatizados y dejándoles las opciones abiertas para competir”, señala.
A pesar de que el patinaje en fila fue considerado dentro del Comité Olímpico Internacional hasta inicios del 2000, Leandra mantiene la esperanza de que vuelva a ser una disciplina olímpica y que siga el rumbo que ha tomado el skateboard. “Ver el patinaje sobre ruedas es hermoso y no hay dudas de que es un deporte muy completo que requiere de una exigencia única. Creo que poco a poco, después de la última fiesta olímpica, se está abriendo el paso nuevamente para una representación seria del patinaje. Una merecida y muy esperada en el mundo ‘roller’”, finaliza.