Faltando pocos meses para el Bicentenario, la guionista, productora y cocreadora de El Último Bastión conversó con Nexos sobre lo que fue hacer realidad el proyecto sobre nuestra independencia, su exitosa llegada al mundo del streaming y la delgada línea que separan los conflictos ficcionales de nuestra realidad.
Por: Isabella Jugo
Aunque puede ser complejo encontrar motivos para celebrar los 200 años de una turbulenta vida republicana como la nuestra, Maria Luisa Adrianzén nos trajo uno con el anuncio del ingreso de ‘El Último Bastión’ a Netflix el pasado mes de febrero. Se trata de un hito importante para la producción peruana pues, además de convertirse en la primera serie en lograr un espacio en la plataforma internacional, lo hizo con una gran recepción. Hasta la fecha, el proyecto de época viene cautivando a cada vez más usuarios con los dramas familiares y conflictos sociales del pueblo que vivió la incertidumbre de los años previos a la Independencia del Perú, una historia que puede sentirse lejana, pero con muchos factores que se mantienen vigentes hasta el día de hoy. En esta oportunidad, Maria Luisa, quién también es egresada de la Facultad de Comunicación, nos comentó sobre el proceso creativo, la construcción de personajes y la experiencia de desarrollar un proyecto de esta naturaleza en nuestro país.
“Muchos pueden pensar que este proyecto es una simple línea de tiempo para algún libro de historia, pero es más que eso. Además del proceso histórico de nuestra independencia, lo que nos interesaba hacer era trabajar la construcción de personajes nuevos y auténticos que se ubiquen dentro de este contexto. Tuvimos una ayuda extraordinaria con Juan Luis Orrego (profesor de la Universidad de Lima) quien fue el principal asesor del aspecto histórico, pero sabíamos que sería fundamental crear perfiles que conecten con la audiencia y que ofrezcan la perspectiva del ciudadano a pie”, comentó Adrianzén.
Si bien parte de la decisión de que el relato sea contado a través de la perspectiva de diferentes pobladores comunes, fue el poco presupuesto con el que contaba TV Perú para grandes escenas de batallas y combates explícitos que terminó por moldear el estilo de la narrativa. Maria Luisa resalta que este ángulo permite al espectador crear lazos con los personajes y meterse en el universo de la historia.
“Convertimos el pueblo de la Magdalena en una Lima chiquita, donde encuentras personas de todas las razas, estratos y condiciones. Esta locación nos permitió unir distintos actores sociales, como familias acomodadas, indígenas, esclavos, cómicos y españoles. Por otro lado, también tenemos personajes verídicos, como Don José de San Martín, Simón Bolívar y Rosa Merino. Sin embargo, considero que el objetivo del proyecto siempre fue quitarle el reflector a los héroes y dirigirlo en la gente que lo vivió desde afuera”, agregó.
Esta decisión fue la que nos brindó personajes memorables y revolucionarios, como el de Antonia Mazombé (Mayra Nájar), quien representa a la figura de la primera mujer periodista y quién debe vestirse de hombre para lograr entrevistas, obtener información de fuentes e, incluso, para firmar el acta de la independencia. “La mujeres no estaban ausentadas de su realidad, bordando o cocinando, mientras veían que la guerra se acercaba a sus casa. Ellas fueron actores dentro de los procesos sociales y el personaje de Antonia sirve para revalorizar su rol dentro de acontecimientos como este. Fue una oportunidad para recordar que la independencia también la hicimos nosotras”.
Tan o más difícil que la construcción de personajes, fue el trabajo de producción. Sobre ello, Maria Luisa destaca con mucho cariño el esfuerzo de las casi 200 personas que trabajaron día y noche en el área de vestuario, dirección de arte y escenografía. En medida de que no se contaba con un presupuesto enorme se tenía que crear en base a lo que ya tenían, por lo que el equipo recorrió toda la ciudad de Lima en busca locaciones que pudieran ser ambientadas de forma práctica y económica.
“Se sabía desde el inicio que construir calles desde cero estaba totalmente fuera de presupuesto, por lo que muchos de los lugares que se ven en la serie son escenarios que están más cerca de lo que muchos imaginan. Este fue el caso de la Hacienda San Juan Grande en Surco y la Casona de San Marcos. Las magníficas intervenciones y la dirección de arte, junto a un conjunto de texturas y colores, lograron dar la sensación de época, volviendo estas locaciones irreconocibles a simple vista”, indicó.
Siguiendo esta línea, Maria Luisa rescata el profesionalismo de su equipo y del producto final como uno de los principales motivos por los que su llegada al catálogo de Netflix se siente justa y merecida. En ese sentido, aunque considera que debería decir que no, asegura que siempre sintió que El Último Bastión sería el éxito que tanto anhelaban. “Un gran factor fue el afán que teníamos en el proyecto y las ganas de suplir la falta de presupuesto con nuestro gran esfuerzo. Sabíamos que sería algo grande”, afirma.
La negociación para colocar la serie en la reconocida plataforma de Netflix inició en el 2018 y logró consolidarse el 25 de febrero de este año. “Lograr que la serie ingrese al streaming fue algo increíble que no se logra fácilmente. Todo el proceso involucra una serie de trámites con abogados, seguros y otros especialistas. Sin embargo, valió la pena totalmente, es un poco como abrirle paso a los que vendrán después, dejar un precedente de que las producciones peruanas también llegan lejos”, señala Adrianzen, mientras resalta la importancia de ser los primeros, pero no los últimos.
Finalmente, Maria Luisa destaca que, parte de las razones por las que la audiencia puede conectar con la historia, son también las múltiples alusiones que se hacen en la serie sobre “el Perú de hoy”. Una forma de evidenciar que, 200 años después de la independencia, seguimos arrastrando conflictos del pasado, heridas sociales, errores políticos, entre otras tragedias ya acostumbradas.
“Una de mis frases premonitorias favoritas es la de Lorenzo Robles, quien dice: Tal vez el destino del Perú sea siempre elegir entre dos desgracias. Es curioso porque cuando grabamos no teníamos los sucesos y la coyuntura política que tenemos hoy en día. Pero eso solo prueba que el país siempre ha estado estancado en un círculo de procesos inestables y desfavorables, no importa cuando lo escribas: siempre calza. La intención de incluir todas estas referencias es, por supuesto, invitar a una reflexión sobre nosotros mismos como sociedad, pero debemos ir más allá. Ya no se trata de estudiar y analizar, hace falta tomar acción. No estemos solo sentados desde nuestro balcón viendo lo que pasa, sino que participemos de la política”, enfatiza Maria Luisa.