A poco más de tres meses de la toma de mando presidencial, el panorama político del Perú continúa siendo poco esperanzador. Politólogos brindaron a Nexos sus apreciaciones sobre lo que representa este periodo, y alumnas de la Universidad de Lima complementan el análisis con una mirada crítica desde la juventud.
En cada nuevo gobierno es usual que se presente un listado de iniciativas y planes de acción a ser ejecutados en los primeros meses del mandato con el propósito de augurar lo que será la gestión en los años que vienen. El gobierno de Pedro Castillo no fue ajeno a esta norma, y el 28 de julio ofreció una serie de propuestas que hoy, exactamente 100 días después de su toma de mando, no se han cumplido ni consolidado. En realidad, los primeros meses de gobierno han estado caracterizados por una serie de confrontaciones y confusiones entre los múltiples agentes de poder en el Estado, un hecho que lejos de disipar los miedos de la población de esa intensísima segunda vuelta, ha reafirmado la preocupación por el futuro del país.
“Por el incumplimiento de las promesas y por las situaciones que hemos visto, este no está terminando de ser un gobierno de cambio como creíamos”, señala la analista política y docente universitaria Paula Távara. Entre las propuestas iniciales se recuerdan las de la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología, la modificación del artículo 206 de la Constitución para incorporar la convocatoria a una Asamblea Constituyente, la realización de una Segunda Reforma Agraria’ -que nunca contó con mayor detalle en cuanto a ejecución- e, incluso, la promesa del propio presidente Pedro Castillo de convertir Palacio de Gobierno en un museo, pues se rehusaba, supuestamente, a gobernar desde ahí. “Sabemos que siempre hay una brecha de aprendizaje para cualquier político que llega a la presidencia, pero acá sí que se están tomando más tiempo”, agrega.
“Más allá de los radicalismos evidentes de Cerrón y compañía, y de las expresiones populistas, o autoritarias de Castillo, la preocupación más grande era por la improvisación e inexperiencia”, indica por su lado el politólogo Eduardo Dargent. Estos primeros 100 días han confirmado esa mirada. Los errores cometidos en la selección del primer gabinete que avivó los miedos de la oposición y los propios quiebres dentro de Perú Libre desencadenaron en una caída de aprobación inmensa. “A Castillo le demoró mucho darse cuenta que más que un aliado en Perú Libre, tenía un partido que veía la política en función a lo que quería su líder, no el país”, agrega el politólogo. Si bien el nuevo Gabinete Ministerial, presidido por Mirtha Vásquez, ha intentado calmar las cosas, esto ha convertido a Perú Libre en una oposición interna, lo cual hace que sea muy difícil gobernar.
Lima vs las regiones
Una de las divisiones más fuertes que ha quedado como secuela de la campaña es la de la capital versus el resto del país. “En parte por la forma agresiva con que se llevó la segunda vuelta por parte del fujimorismo y los temores de Lima. Claro que había motivo para tener temores, pero también había que entender que no se podía comportar como grupo privilegiado que no quiere comprender al resto del país”, explica Dargent sobre este fenómeno. Y esa distancia aún se mantiene hasta hoy. “No ha habido, por parte de las otras fuerzas políticas, un esfuerzo de colaboración, o al menos un tiempo de dejar al gobierno acercarse y escuchar lo que tienen que decir. Tenemos una oposición que ha confrontado todo el tiempo”, complementa Távara.
En ese sentido, la politóloga señala que podemos dividir a quienes aún apoyan la gestión de Pedro Castillo en tres vertientes. Primero, los que tuvieron un voto marcado por el factor identitario. “Siempre estuvieron dispuestos a darle más tregua al gobierno, porque se identificaban con él”, indica. También hay un grupo que ve, a raíz del cambio hacia Mirtha Vasquez, algunas luces de esperanza de que las cosas se arreglen. Y, finalmente, también están los que si bien no están conformes con la situación del gobierno, quizás creían que la otra opción iba a ser peor”, agrega Távara. Pero lo cierto es que este porcentaje es cada vez menor, pues no se visualiza en un futuro cercano tener mayor estabilidad política.
Para Dargent es difícil sostener la gobernabilidad de esta manera, y lo más probable es que continuemos con escándalos como el de la fiesta clandestina en la casa del ministro del Interior. “Eso hay que tenerlo claro, vivimos en un país que no está acostumbrado a la calma hace bastante tiempo”, indica Távara. Ambos politólogos coinciden en este punto: los tiempos que se vienen no son lo más prometedores. “La incertidumbre va a seguir, y lo mejor que podemos esperar es que se aprenda a negociar, que los parlamentarios puedan conseguir la mejor relación con la premier Vásquez”, finaliza.
Divino tesoro
Daniela Navarro y María Fernanda Simborth, estudiantes de la Universidad de Lima y colaboradoras de este medio, compartieron su balance personal sobre cómo llegamos a los 100 días del mandato de Pedro Castillo. Una mirada juvenil y crítica que refleja, también, la intranquilidad de las nuevas generaciones frente a la incesante inestabilidad política.
“Los primeros 100 días de un presidente reflejan el poder y la dirección que tomará el presente gobierno: fortaleza o debilidad. Si bien el tiempo para realizar propuestas concretas es muy limitado, sí marca una tendencia a seguir por parte del mandatario”, señala Daniela Navarro, estudiante de Comunicación y redactora de Nexos. El discurso brindado el 28 de julio parecía representar el cambio tantas veces prometido: un Perú unido, integrado, solidario y consolidado en la hermandad. Pero aquellas palabras, señala Daniela, quedaron solo en eso. “El presidente Castillo tiene la tendencia, como muchos otros políticos, de hablar mucho y hacer poco. Si pudiera enumerar todas las propuestas que dijo el día de la independencia de nuestro país y aún no llegan a realizarse, realmente me faltarían los dedos” agrega.
Para María Fernanda Simborth, también estudiante de la carrera y redactora de Nexos, el presidente Pedro Castillo brilló por su ausencia. “Creo que todos coincidimos en que no existe un planeamiento por parte de su gobierno, solo una evidente improvisación que ha debilitado su credibilidad. Esto se debe también a los numerosos cambios en su gabinete, cambios que han sido en respuesta a las quejas de la misma población ante funcionarios incapacitados”, señala. María Fernanda también hace hincapié en la inestabilidad económica, una que se refleja en el alza del dólar y contribuye a incrementar la incertidumbre.
“Castillo sintetiza para muchas personas al interior del país ese presidente que es diferente a todos los demás, no solamente por su lugar de origen, sino por las experiencias vividas y su acercamiento con las regiones más pobres de la nación”, apunta Daniela. Por su lado, María Fernanda señala un hecho que, si bien no surge de los políticos mismos, es consecuencia directa e influye también en la población: el rol de los medios de comunicación. “Han tenido un papel vigilante, y a mi parecer, mucho más protagónico de lo que hubiera sido en un escenario en el que otra persona (como De Soto o Keiko) hubiera resultado elegido. Ya sea por posturas, intereses de por medio u otros factores, el gobierno de Castillo tiene respirándole en la nuca a los periodistas”, señala.
En cuanto a puntos por destacar, Daniela señala como un hecho positivo que el gobierno haya seguido el camino dejado por el expresidente Sagasti en cuanto al proceso de vacunación, una necesidad inmediata que el país requiere. Para María Fernanda, entre lo poco a rescatar se encuentra la ruptura con Vladimir Cerrón. “Hasta hace menos de un mes, Castillo era una especie de títere para los intereses del partido. La participación activa de Cerrón, en comparación con la desaparición de Castillo, fue absurda, y ponía en duda quién era la cabeza de Estado” apunta. “Pero más allá de eso, Castillo aún sigue sin tener atisbos de logros o propuestas propias”, finaliza Daniela, demostrando que la juventud universitaria también se encuentra vigilante e inconforme.