Vivió como mito, pero murió como el asesino que fue. Un mes después del fallecimiento de su líder, Sendero Luminoso continúa su decadencia. Nexos conversó con expertos para conocer más cómo se construyó la glorificación del genocida y profundizar en la débil influencia que mantiene sobre los remanentes del grupo terrorista.
Era un hombre viejo, enfermo y débil físicamente, pero fue el mayor asesino de la historia peruana. Su muerte ya se sabía cerca y falleció solo, a un día de conmemorar su gloriosa captura. Así fue el final de Abimael Guzmán, el cabecilla del grupo terrorista Sendero Luminoso, quien en algún momento fue considerado como algo similar a un Dios por sus sanguinarios seguidores, y como un fantasma por aquellos que día y noche trabajaban para encontrarlo. El ‘presidente Gonzalo’ estaba en todas partes, pero a la misma vez, no estaba en ningún lado. Su legado de terror marcó al país como una gran herida que sangra y de la que aún no cicatriza. A un mes de su muerte y con sus restos convertidos, finalmente, en polvo, los remanentes de Sendero parecen seguir el mismo camino que su engendrador.
Nexos conversó con los autores del libro Ríos de sangre. Auge y caída de Sendero Luminoso, los doctores Orin Starn, antropólogo y profesor en la Universidad de Duke; y Miguel La Serna, historiador y docente de la Universidad de Carolina del Norte, para profundizar sobre la construcción mesiánica de la imagen de Abimael Guzmán y el pensamiento Gonzalo. Por otro lado, este medio también entrevistó a Ricardo León, periodista y autor del libro Alias Jorge para conocer sobre el deslinde ideológico de los remanentes senderistas en el Vraem.
Mitificando a Guzmán
Abimael Guzmán no fue simplemente el líder de un grupo terrorista, fue la voz e imagen de toda una ideología revolucionaria y sanguinaria. Influenciado por las corrientes marxistas, maoístas y leninistas, Guzmán se convirtió en fundador y presidente del Partido Comunista Peruano – Sedero Luminoso (PCP-SL). Hasta esa época, cuando el Partido recién asentaba sus bases, “él firmaba como camarada Gonzalo o camarada Álvaro”, explica Orin Starn. Pero para los años ochenta, cuando el PCP-SL había crecido y estaba estructurado, “Guzmán recién se convierte en la figura mitificada del presidente Gonzalo, en la cuarta espada del marxismo”, añade el experto.
Pero la imagen endiosada de Guzmán no era simplemente referente a la del presidente del partido, sino que se utilizaba la iconografía para convertirlo en el guía de esta idea de revolución, la cual se efectuó a través de las armas y el derramamiento de sangre, pero se vendía como casi “profética”, como detalla La Serna. “Si uno ve los afiches y la propaganda de Sendero, ahí está el presidente Gonzalo como el filósofo guerrillero que siempre está con su traje de profesor, sus lentes y muchas veces con un libro, liderando a las masas peruanas hacia la supuesta tierra prometida”, detalla Starn.
Pero esta mitificación del líder no era exclusiva de Sendero, era una técnica muy presente en otros ejemplos de partidos comunistas en todo el mundo, los cuales también dejaron grandes rastros de violencia. Para Starn, esta es la mayor ironía de los movimientos comunistas del siglo XX. “Por un lado son movimientos que abogan por la igualdad, están en contra de la oligarquía y la explotación, dicen que todos somos iguales. Pero, por el otro, el líder comunista se vuelve un Dios, y hay un culto a la personalidad en torno al líder. Y eso es exactamente lo que ocurre en el caso de Sendero Luminoso con Guzmán”, menciona.
Pero lo cierto es que, si bien Guzmán fue fundador y presidente del Partido, él no era el único con el poder absoluto. Las investigaciones de Starn y La Serna identifican que en la cúpula funcionaba un triunvirato, es decir, eran tres personas quienes lideraban el PCP-SL. “Estaba Guzmán, Augusta la Torre y Elena Iparraguirre”, menciona Starn. “Estas mujeres eran carismáticas, de mucha capacidad intelectual, que tenían un rol absolutamente clave en la organización y en el reclutamiento de nuevos cuadros”, añade. La Torre fue esposa de Guzmán hasta su muerte en 1988, siendo luego Iparraguirre quién la reemplaza hasta el fallecimiento del presidente Gonzalo.
Pero si bien ambas lideresas tenían una “influencia muy importante”, como comenta Starn, el endiosamiento de Guzmán como el único capaz de liderar a las masas senderistas, se traducía principalmente a la estrategia ideológica del movimiento. “Ella me dijo que todo movimiento necesita un símbolo, un superhéroe, y decía que sabían que necesitaban a un mito, a una figura que podría movilizar las pasiones y la admiración de la gente”, agrega el antropólogo. “Pero me dijo ‘no era que Abimael sea más inteligente, o que hubiera leído más que nosotras, sino que habíamos decidido que él iba a ser la figura principal en el partido’”, recuerda. Fue así como se consolidó la cúpula senderista y se le dio una cara única al movimiento, consolidando el pensamiento Gonzalo. “La ideología y el líder son sinónimos. El líder no es solo una figura que toma las decisiones, también es la persona clave en el desarrollo de la ideología”, detalla Starn.
Pero con la ceguera del demonio endiosado, Guzmán cometió un grave error: nunca quedó claro quién tomaría el mando en caso algo le sucediera. Starn explica que “el mismo Guzmán siempre decía que en caso él muriera, sería Augusta La Torre quien lo reemplazaría”, pero ella falleció cuatro años antes de la captura de Guzmán. Semanas tras su muerte, la idea de Zenón Vargas, alias Arturo, como sucesor fue voceada, pero tras las sospechas solo hubo silencio. Es decir, por 29 años Sendero Luminoso no pudo hacerse de la idea de que su líder era tan mortal como el resto, tan mortal como sus miles de víctimas.
Deslindados del pensamiento Gonzalo
Luego de una inmensa labor de investigación, el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) logró capturar en septiembre de 1992 a la cúpula senderista en una casa en Surquillo, Lima. Abimael Guzmán fue detenido junto a Elena Iparraguirre y otros altos mandos senderistas. Fue entonces cuando comenzó la fractura de Sendero Luminoso. “En el 93, él firma unas cartas para proponer un Acuerdo de Paz con el gobierno de Fujimori, pero no todo Sendero pidió la amnistía”, explica Ricardo León. “Hubo una corriente que se separó de Abimael, que es la de Óscar Ramírez Durán, conocido como camarada Feliciano. Él siguió con la lucha armada y creó un sub grupo que se situó en la zona centro de la sierra y selva del país”, agrega.
Incluso, cuando Feliciano fue capturado en 1999 y llevado a prisión en la Base Naval del Callao, “él siguió despotricando a Abimael hasta las últimas veces que se ha pronunciado”, comenta el periodista. De hecho, tras la captura de Ramírez fue Víctor Quispe Palomino, alias José, quien asume el mando de lo que hoy se denomina el Militarizado Partido Comunista Peruano, remanente de Sendero que opera en el Vraem y está vinculado con el narcotráfico. A pesar de que el camarada José “estuvo en la primera oleada senderista, participó en los crímenes de Soras y Lucanamarca, conoció a Guzmán y fue instruido en ese Sendero originario”, como detalla León, deslindan por completo de la ideología originaria. “Reniegan de Abimael Guzmán, los consideran un sujeto acomodado, un falso burgués, un traidor a la causa”, aclara.
De hecho, el periodista explica que “para el MPCP, la muerte de Guzmán es un hecho que no cambia su historia”. No solo porque se distancian del pensamiento Gonzalo y del propio Guzmán, sino porque ellos ya viven su propia debacle. Los altos mandos han muerto o están viejos y enfermos, y tal cual sucedió con el Sendero originario, no hay un panorama claro sobre quien podría suceder a los líderes. Pero esto no significa que el MPCP no sea un problema. Manteniendo la ideología marxista, leninista y principalmente maoísta, ellos siguen manteniendo una presencia riesgosa y asesina. Cabe recordar la matanza en Vizcatán del Ene, en donde fueron asesinadas 16 personas, incluyendo niños, masacre realizada por este grupo terrorista. Además, secuestran y reclutan a niños y jóvenes de las comunidades nativas, formando así lo que se denomina como la masa cautiva y haciendo crecer su ejército.
Pero como lo explica León, “así como en el Sendero de Abimael es muy difícil que surja un número dos, en el MPCP de José también. Se están diluyendo por distintas razones y en diferentes tiempos, pero se están diluyendo ambos Senderos”. Sin embargo, existe otra rama que sí sigue glorificando el pensamiento Gonzalo, pero intenta llegar al poder a través de las vías políticas con el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (MOVADEF). Personajes como Martha Huatay o Zenón Vargas, vinculados al grupo terrorista que ya están libres, mantienen un perfil bajo, pero “nunca han pedido perdón, siguen reafirmando que lo que hicieron es lo correcto y que el pensamiento Gonzalo sigue vigente”, menciona el periodista.
“Ya no reivindican la lucha armada, eso queda en off side en la historia, pero ellos no se han separado de su ideología. Ahora en vez de apelar a una guerra no convencional, quieren hacer la ruta convencional, la política”, comenta León. Pero para que esto se logre, es necesario presionar para sacar a las cabecillas senderistas de prisión, “y Abimael se ha muerto sin que el objetivo principal se cumpliera”, añade. Para el periodista, este Movimiento no tiene el alcance necesario para lograr su objetivo.
En la misma línea, Starn menciona que “todo lo que tenemos ahora de Sendero son fragmentos, grupitos, y ya no un movimiento organizado”. “La realidad de Sendero Luminoso como una fuerza que amenaza con la toma del poder, que tiene la capacidad destructiva de tumbar la economía, de crear una sensación generalizada de miedo… ese tiempo ha pasado”, agrega. Para el antropólogo, ni la imagen de Guzmán tiene la capacidad de perdurar en el tiempo. “No creo que sea una historia como la de Túpac Amaru, que queda como un símbolo que puede movilizar las pasiones. Creo que Guzmán va a quedar como un asterisco en la historia del Perú de acá a unos treinta años”, añade.
Conocer para no repetir
“En el Perú hay una tendencia de olvidar lo que pasó. Hay un intento de ciertos sectores de la sociedad de cerrar el diálogo. Para las nuevas generaciones, esta podría ser una historia irrelevante, antigua, que no les preocupa”, critica Starn. Lamentablemente, y como ha sido evidenciado hasta en reportes periodísticos, muchos jóvenes no pueden ni identificar a Abimael Guzmán o al GEIN. Para Starn, lo más importante es recordar lo sucedido desde todas las aristas, conociendo todo el contexto por más incómodo que sea, para evitar sentenciarnos a revivir esta historia, “esa brutalidad” que se vivió en el país, como lo define el antropólogo.
Para León, el trabajo por hacer es el mismo. “Toca pasar en limpio para saber exactamente a qué nos enfrentamos. Aquí la chamba es de la prensa y la academia. La información está, el deseo de contarlo está. Y ese ejercicio me parece obligatorio, poner al debate estos temas”, agrega. Además, enfatiza que las redes sociales no pueden ser el espacio donde uno aprenda sobre lo que vivió el país desde los ochenta, pues “es un tema muy profundo como para dejarlo en manos equivocadas”, finaliza.