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Ahogar las penas: ¿por qué el Perú fue el país latino más cervecero en el año de la pandemia?

En el Día Internacional de la Cerveza, Nexos conversó con la psicoterapeuta Ivanna Barreda sobre el radical incremento en el consumo de la bebida alcohólica en nuestro país en plena crisis sanitaria.

Hace varios años que los peruanos hemos aprendido a vivir entre una crisis y otra. A las usuales disputas políticas y económicas se le sumaron la pandemia y la confrontación social. Y así llegó al 2020 el Perú. Un año en el que el común denominador fue el caos a nivel mundial, pero que golpeó especialmente a las sociedades nutridas de la decepción continua y que suele lamentar el lugar en el que nació. ¿Qué nos queda ante ello? Si bien para algunos la respuesta puede ser emigrar a territorios con mejores promesas de futuro, lo cierto es que para la mayoría una alternativa más accesible y de corto plazo también lo puede ser ‘chupar’. En homenaje al Día Internacional de la Cerveza, Nexos conversó con la psicoterapeuta Ivanna Barreda sobre los factores que nos consagran como la población más consumidora de la popular ‘chela’ en toda Latinoamérica y las consecuencias que puede traer su reciente auge en tiempos tan difíciles como los de hoy.

Según un estudio publicado por la Backus (empresa cervecera líder del mercado nacional) en el 2020, los peruanos hemos pasado de consumir alrededor de 20 litros de cerveza a 39 por persona, un aumento que representa casi veinte veces más del consumo original. Irónicamente, el año en el que tuvimos una paralización total de las actividades sociales, el cierre de bares y discotecas, fue también el que más logró aumentar la demanda de la bebida alchólica. Será que, como muchos comentaron al inicio de la cuarentena, hemos descubierto que no somos verdaderamente los bebedores sociales que creíamos o estamos ante el síntoma de un problema más grande.

Sobre ello Barreda, quien es especialista en trastornos adictivos, explica que en muchas ocasiones el contexto cumple un rol fundamental en la creación de dependencia con sustancias desinhibidoras como lo puede ser la cerveza. “Esto sucede no solo con el alcohol, sino también con pastillas para la depresión y tantas otras que cumplen con el rol ‘adormecedor’ de conductas. Las personas recurren a estas ‘salidas’ para relajarse y divertirse, pero cuando se vuelve algo recurrente fuera de un contexto ameno, suele ser porque hay algo de lo que quieren escapar, una realidad o situación que genera una cantidad de estrés que consideran insoportable”, apunta.

Tomar para olvidar

Para la especialista, el auge del consumo de bebidas como la cerveza es una simple consecuencia de la crisis de salud mental que lleva viviendo nuestro país desde hace mucho tiempo. Sin embargo, resulta limitado pensar que la pandemia ha sido totalmente inofensiva a este fenómeno. Después de todo, mientras una persona tenga menos herramientas para afrontar una situación dolorosa o estresante, como lo sigue siendo la crisis sanitaria en el Perú, será más vulnerable a buscar refugio en sustancias que le entreguen una fugaz sensación de tranquilidad o euforia.

“Lo que sucedió con muchos pacientes durante la pandemia fue que, en circunstancias normales, tenían dónde expulsar el estrés. Iban al gimnasio, caminaban por las calles, se veían con amigos, tenían distracciones. Con la llegada de una prohibición que anula todas estas posibilidades, varios buscaron ‘salir’ sin tener que hacerlo físicamente de casa. Buscaron sustancias que les entreguen rápidamente una sensación de que todo estaba bien, cuando no era la realidad percibida. Un contexto donde la gente está rodeada de desgracia, muertes, la escasez de trabajo y una paralización total de la vida como la conocíamos. Es lo suficientemente fuerte para generar rechazo, entre otros sentimientos adversos”, señala Ivanna.

Con el encierro llegaron problemas de insomnio, ansiedad excesiva y una marcada tendencia a la depresión, algunos de los problemas originarios que pueden desencadenar un consumo excesivo de bebidas alcohólicas. En ese sentido, no es que hayamos descubierto que no somos bebedores sociales, sino que hemos reconocido una tendencia a buscar asilo en sustancias para lidiar con situaciones que no podemos manejar y, con ello, aliviarnos el sueño y entregarnos sentimientos de alegría momentánea.

“La verdad es que, a la larga, el alcohol produce todos los efectos contrarios a los que uno busca. El consumo prolongado y recurrente conlleva a desarrollar fuertes episodios de depresión y ansiedad. Si vemos más allá del efecto primario, las personas que toman mucho usualmente se quedan dormidas, esto sucede porque lo que viene después siempre es el ‘bajón’ y esto no hace más que contribuir a los sentimientos de tristeza”, comenta Barreda.

Algo que ejemplifica de manera sustancial este panorama es que, en gran medida, el segmento poblacional que más ha incurrido en este consumo, son los trabajadores de primera línea sanitaria. Todos aquellos que han estado constantemente luchando contra un virus mortal que no terminaban de conocer han sido los más frecuentes en desarrollar problemas de salud mental y sobre todo, adicciones a sustancias como estas. “Cuando vives teniendo experiencias cercanas a la muerte y pérdida, es más frecuente que se busque la salida fácil y rápida. En este tiempo hemos tenido sanitarios que han vivido con la paranoia de contagiar a sus familiares. Personas que se han aislado de sus propias familias, que han preferido dormir en carros a exponerlos, esa soledad total es brutal y no es fácil de sobrellevar”, agrega Barreda.

Cultura ‘chelera’

Por otro lado, un factor importante a resaltar como parte de nuestras costumbres, es el arraigo cultural que tiene nuestro país hacia el consumo de cerveza desde muy temprana edad. En diferentes regiones del Perú, la cerveza es sinónimo de celebración, jolgorio y una prueba fundamental en el proceso de desarrollo que demuestra la madurez de la persona. En otras palabras, mientras más cabeza y resistencia al alcohol, más preparado para afrontar la vida adulta.

“El alcohol debe ser la droga más normalizada en nuestra sociedad y la cerveza es simplemente la más accesible. No importa tu estatus social o condición económica, todos pueden beber cerveza. Así sea un cajón de bodega o una típica artesanal del Barranco Beer Company, todo el país ha crecido con la cultura bebedora. Esto es algo que incluso es impulsado desde casa, cuando los padres comparten un trago con los hijos, ya se inculca una suerte de normalización a un hábito que puede ser a la larga nocivo. Esto dejando de lado el caso de las regiones, donde es prácticamente una ofensa rechazar una ‘chela’ en plena festividad y es hasta una prueba de madurez ingerir cantidades desbordantes de ella”, explica Barreda.

Siguiendo esta línea, la psicoterapeuta subraya de manera alarmante que el promedio de edad en el que los peruanos empiezan a beber, se ha adelantado drásticamente a los 9 años de edad. “Las nuevas generaciones están en búsqueda de sensaciones más fuertes y en vista de que no hemos tenido un par de años en los que hayan podido vivir las experiencias que corresponden, buscan elementos que los pongan en una misma situación de euforia pasajera. Algo que puede ser muy preocupante a la larga y desatar problemas psicológicos/emocionales en su vida adulta”, indica.

Bebedores del futuro

Después de años tan trágicos y eventos desafortunados para el panorama mundial, es solo lógico esperar un inevitable desenlace que revele las consecuencias emocionales y personales que los últimos acontecimientos pueden tener en una sociedad como la nuestra. Para Ivanna Barreda, uno de ellos puede ser una inevitable alza de casos de alcoholismo, entre otras adicciones a sustancias desinhibidoras de la conducta regular.

“Justamente, porque somos un país acostumbrado a vivir en crisis constante, estamos acostumbrados a tener varios problemas en carácter de emergencia. En un contexto así, es regla que la salud mental o el bienestar personal se conviertan en la última de las preocupaciones para autoridades como el Ministerio de Salud (Minsa). Los medicamentos para tratar la depresión y otros trastornos (que son realmente el problema raíz de la adicción o dependencia del alcohol), no son accesibles para todos por igual. Hoy en día es un lujo poder tratarse psiquiátrica o psicológicamente, un privilegio que definitivamente no llega a las regiones de la sierra y selva peruana. Me temo que hoy estemos cultivando una sociedad depresiva que no sabe cómo lidiar con este nuevo nivel de estrés que hemos desbloqueado en los últimos años, uno al cual también se le suman los problemas personales de cada uno como individuo”, finaliza.

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